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'Rechazo las afirmaciones cobardes', Francia Márquez responde a J. D. Gómez

Rechazo las afirmaciones cobardes, irresponsables e injuriosas del presidente del Senado, Juan Diego Gómez, en las que me relaciona con el ELN y otros grupos al margen de la ley", así inicia el comunicado publicado por Francia Márquez en su cuenta de Twitter que hace referencia a las acusaciones, carentes de evidencias, del senador conservador.

La aspirante a la Vicepresidencia de la República por el Pacto Histórico anunció que sus abogados instaurarán las acciones legales "correspondientes" en contra de Gómez, quien hace unos días expresó lo siguiente, sin presentar pruebas, sobre Márquez: "Les quiero decir que tengo en mi poder un video del 28 de marzo, en el que un medio informativo del ELN apoya su candidatura". La caucana aseguró que Gómez "utiliza su investidura" para agredirla y "poner en riesgo" su vida la de las comunidades que representa.

También, lo hizo responsable de lo que pueda sucederle a su familia, a su comunidad y a su equipo de trabajo. "Colombia, no tengo ni he tenido vínculos con grupos armados ilegales. Mi causa ha sido cuidar la vida, la paz y el respeto por los derechos humanos de todas, todos y todes", añadió la aspirante vicepresidencial.

Además, Márquez rechazó "cualquier apoyo o mención del ELN para nuestra campaña". Ella afirma que esta le pertenece a un "pueblo que clama por la paz" y jamás aceptarán que se utilicen la guerra y el miedo para "imponer sus ideas o propósitos". Sentenció el comunicado asegurando que continuará en búsqueda de representar a mujeres, jóvenes y comunidades que, según explica, ven en sus ideas "el camino seguro para vivir sabroso".

Anteriormente, la candidata a la Vicepresidencia por el Pacto Histórico había manifestado: "Cobardemente, el Presidente del Congreso me puso la lápida encima".

Procuraduría abre investigación disciplinaria en contra del registrador Alexander Vega

El registrador Vega ha sido cuestionado desde distintos sectores políticos por las irregularidades que se presentaron en las últimas elecciones en Colombia. La Procuraduría General de la Nación abre investigación al Registrador Nacional del Estado Civil, Alexander Vega, por presuntas irregularidades de servidores públicos en las elecciones legislativas llevadas a cabo del 13 de marzo. El registrador Vega ha sido cuestionado desde distintos sectores políticos por las irregularidades que se presentaron en las últimas elecciones en Colombia.

La procuradora, Margarita Cabello, se expresó al respecto y comentó que "con base en las quejas que se han presentado y en los análisis de la información que ha recopilado la Procuraduría General de la Nación frente a presuntas irregularidades en las elecciones legislativas, se ordenó la apertura de investigación disciplinaria contra el registrador Alexander Vega Rocha".

En los últimos días, diferentes sectores de la política se pronunciaron frente al desempeño del registrador Vega, quien incluso podría ser retirado de su cargo después de que Consejo de Estado citó a los magistrados de las tres Altas Cortes que lo eligieron para determinar si su elección fue legal, esta citación está estipulada para el día 4 de mayo.

Adicionalmente, la procuradora Cabello sostuvo que "la investigación de la Procuraduría busca determinar si el registrador pudo incurrir en faltas disciplinarias relacionadas con presuntas irregularidades en las elecciones y una posible omisión en sus funciones en el control de las votaciones y en la capacitación de los jurados".

Así mismo, la entidad también abrió indagación preliminar a funcionarios por establecer, también de la Registraduria, por las irregularidades presentadas en el proceso de inscripción de cédulas y traslado de los puestos de votaciones.

Cuatro procuradores delegados fueron designados por la entidad con el fin de analizar más de 400 denuncias, de las cuales se encontraron 33 casos de irregularidades por parte de los jurados de votación.

 

Nueva encuesta: empate técnico entre Petro y Fico en segunda vuelta

 

La última encuesta del Centro Nacional de Consultoría, realizada para el Noticiero CM& y que consultó a 1.965 ciudadanos, desde el 4 de abril hasta este jueves 7, señala que Gustavo Petro y Federico Gutiérrez pasarían a la segunda vuelta presidencial con el 34 % y 23 % de la intención de voto, respectivamente.

La muestra, que consultó telefónicamente a personas de los 24 departamentos con mayor población y Bogotá, arroja estos resultados a la pregunta 'Si las elecciones a la Presidencia fueran el próximo domingo, ¿por cuál de ellos votaría?': Petro (34 %); Fico (23%); Rodolfo Hernández (12 %); Sergio Fajardo (9 %); Ingrid Betancourt (2 %) y John Milton Rodríguez (1 %). 

Enrique Gómez y Luis Pérez no registran intención de voto en esta encuesta.

No sabe- No responde (12 %); el voto en blanco (4 %); Ninguno (2 %) y Otro (1 %) completan el 100 por ciento de las respuestas.

En el escenario de una segunda vuelta entre Petro y Fico, las diferencias se acortan sustancialmente. Así, el candidato de izquierda obtendría un 41 por ciento de los votos, frente a un 39 % del candidato de Equipo por Colombia. 

Dado el margen de error y el nivel de confianza de la muestra --2,2% y 95 %, respectivamente--, para la segunda vuelta habría un empate técnico (ver ficha de la encuesta). Es la tercera encuesta que habla de un empate técnico en segunda vuelta entre estos dos candidatos.

El voto en blanco se ubicaría alrededor del 6 %, mientras que un 7 por ciento de los encuestados respondió que no votaría por ninguno de los dos. El Centro Nacional de Consultoría también indagó la intención de voto de los colombianos si el escenario fuera entre Petro y Rodolfo Hernández y entre Petro y Sergio Fajardo (si bien hay que recordar que en esta encuesta, como en otras recientemente reveladas, el candidato que obtendría el pase a segunda vuelta sería Gutiérrez).

En esas llaves también se daría el empate técnico: Petro, con 40 % frente a un 38 % de Rodolfo Hernández, y Petro 39 % frente a un 38 % de Fajardo. En una eventual segunda vuelta entre el candidato del Pacto y Hernández, habría un 4% de votos en blanco y un 10 por ciento de los colombianos que no votarían por ninguno de los dos.

Cuando la llave es Petro-Fajardo, el voto en blanco quedaría en un 6 % y, de nuevo, uno de cada diez no votarían por ninguno de los dos. Un dato revelador en la encuesta del Centro Nacional de Consultoría es que la Colombia Humana- Pacto Histórico aparece como la colectividad política con la que más consultados se sienten identificados, con un 18 %. El liberalismo (8 %); el Centro Democrático ( 5 %); el conservatismo (4 %) y la Alianza Verde (3 %) siguen en esa lista.

Pero la mayoría de los encuestados, 30 de cada 100, aseguró que no se identifica con ningún partido.

Ficha técnica


 


PERSONA NATURAL O JURÍDICA QUE LA REALIZÓ: Centro Nacional de Consultoría S.A.
PERSONA NATURAL O JURÍDICA QUE LA ENCOMENDÓ: CM&
FUENTE DE FINANCIACIÓN: CM&
UNIVERSO EN ESTUDIO: Mujeres y hombres mayores de 18 años residentes en los municipios de Colombia y con intención de votar en las próximas elecciones
DISEÑO DE MUESTREO: Probabilístico estratificado en dos etapas con selección de encuestados por Muestreo Aleatorio Simple. La estratificación separa las ciudades principales del resto de municipios en cada región. En la primera etapa de muestreo se seleccionaron municipios y en la segunda etapa de muestreo se seleccionaron hogares a partir del marco de muestreo (directorio telefónico). Se encuestó a una persona adulta dentro del hogar. Las regiones geográficas conformadas fueron: (1) Bogotá: Bogotá D.C.; (2) Caribe: Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre; (3) Central: Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda, Huila y Tolima; (4) Oriente: Arauca, Boyacá, Casanare, Cundinamarca, Meta, Norte de Santander, Santander; (5) Pacífico: Cauca, Chocó, Nariño, Valle Del Cauca
TAMAÑO DE MUESTRA: 1.965 casos en 66 municipios de Colombia
MARGEN DE ERROR Y NIVEL DE CONFIANZA: Margen de error de 2,2% y 95% de confianza
TEMAS A LOS QUE SE REFIERE: Intención de voto por los candidatos a la presidencia de Colombia
PREGUNTAS QUE SE FORMULARON: 6 preguntas
PERIODO TRABAJO DE CAMPO: 4 a 7 de abril de 2022
CANTIDAD DE ENCUESTADORES Y MÉTODO DE SUPERVISIÓN: Participaron 60 encuestadores y el método de supervisión fue monitorización del 10% y revisión digital de 17%
TÉCNICA DE RECOLECCIÓN: Encuesta telefónica en hogares

Presidenciales 2022: ¿Giro a la izquierda o más de lo mismo?

 

Por: - El exrector Ricardo Mosquera analiza seis propuestas programáticas que las universidades recogen del sentir ciudadano. ¿Qué candidato está en sintonía?

Conocidas las fórmulas vicepresidenciales, la campaña entra en terreno firme y cinco de los ocho aspirantes eligieron representante de las negritudes. Francia Márquez, con casi 800.000 votos en la consulta del Pacto Histórico, es reconocida como fenómeno electoral que atrae todas las miradas y hasta todas las formas de racismo y segregación. También, el exministro de Ambiente, exgobernador del Chocó, Luis Gilberto Murillo, acompañará al candidato de la Centro Esperanza, Sergio Fajardo. Por los lados de Colombia Justa Libres, Sandra de las Lajas; Luis Pérez, de Colombia Piensa en Grande, designó a Ceferino Mosquera, así como el exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, a Marelen Castillo.

¿Por qué se designa a afrodescendientes como fórmula vicepresidencial? La respuesta salta de inmediato: la necesidad de la inclusión social dado que las negritudes representan a la Colombia profunda que, según el Dane, es de 4.637.000 habitantes (10 % de la población) y por ello sería equivoco verlo solamente como una estrategia de marketing electoral. Quien desató un remesón fue Francia Márquez, que algunos consideran distanció a Petro del director del Partido Liberal, expresidente César Gaviria, a quien tildo de “neoliberal y gamonal político” que no representa un cambio para este país.

Algunos consideran que no se trata de una ofensa personal, sino de una crítica compartida por académicos y especialistas de un modelo que no protege el desarrollo de una industria nacional, un mercado interno propio y entrega al libre juego de la oferta y demanda la asignación de los recursos, profundizando la pobreza y el desempleo junto con la desigualdad social que se disparó con la llegada de la covid-19.

Además de los afrodescendientes, el mensaje estaría dirigido a “Los nadie”, los simples, que según la causa se refiere a personas sin educación, cimarrones, partisanos y hasta bolcheviques. Hoy, “los nadie”, por oposición a las “gentes de bien”, regresan a la escena política por cuenta de Francia Márquez, recordando la crueldad, la exclusión, el racismo y el clasismo que no soporta superar la sociedad patriarcal del feudalismo y la esclavitud, y transitar a una sociedad moderna. La Constitución del 91 reconoció que nuestro país es multiétnico y pluricultural, en el que convergen comunidades indígenas, afrodescendientes, raizales, palanqueros y mestizos y que los olvidados merecen “una segunda oportunidad sobre la Tierra”. Un nuevo pacto social es posible para dejar atrás la intolerancia, ser capaces de aceptar la diferencia, colocarnos al lado de los ninguniados, de los más débiles, para que el sentido democrático del país cobre realidad.

Al centroizquierda, cuyo candidato es Sergio Fajardo, lo acompaña un brillante profesional, autoridad en temas medioambientales, puede pasar inadvertido. Esta coalición nació aglutinando muchos egos, y con la adhesión de Íngrid Betancourt no sumó al asumir como una “amigable descomponedora”, y como se observa con los recientes acercamientos a Uribe, es incoherente con su discurso sin fondo contra la corrupción y las maquinarias, y delata un oportunismo sin límites. Al debilitar el Centro Esperanza, la campaña se ha polarizado entre Gustavo Petro, que representa el centroizquierda, y Federico Gutiérrez, cuya dupla es el medico huilense Rodrigo Lara Sánchez, que representa la derecha colombiana.

Propuestas programáticas

Aunque todas las campañas creen tener el mejor programa, una guía para evitar improvisar respecto de lo que demanda el país se sintetiza en el documento “Tenemos que hablar Colombia” (marzo,2022), que seis universidades públicas y privadas han publicado después de las protestas donde participaron 5.500 personas distribuidos en pequeños grupos y al calor de 1453 conversaciones en todo el país. Participaron: la Universidad de los Andes, la Universidad Nacional, EAFIT, UniValle, UniNorte y la UIS.

Se resume en seis mandatos ciudadanos:

  1. Hacer un nuevo pacto por la educación: La necesidad de formar ciudadanos y usar la educación como un medio para tener un país mas equitativo.
  2. Cambiar la política y luchar contra la corrupción: Devolver la confianza del pueblo colombiano hacia sus instituciones.
  3. Transformar la sociedad a través de la cultura: Crear nación para construir mayor identidad nacional.
  4. Cuidar la biodiversidad y la diversidad cultural: Proteger nuestros recursos naturales, fauna y flora de la más diversas del mundo.
  5. Construir confianza en lo público: Eliminar el cáncer de la corrupción que permea los organismos de control, la justicia y el alto gobierno.
  6. Proteger la paz y la Constitución: Implementar los acuerdos de paz y respetar nuestro ordenamiento legal.

Los puntos anteriores plantean problemas muy concretos que, en una democracia, la campaña electoral permite analizar las diferencias, resolver discrepancias entre sectores políticos y escoger, sin miedo y sin odios, a quien liderará desde el Ejecutivo las aspiraciones de las mayorías y el rumbo del país, buscando el interés colectivo. Bien distinto es perseguir el control burocrático del Estado, imponer una visión ideológica o religiosa, a cumplir con el mandato superior, que, en Colombia, quedó plasmado en la Constitución del 91, producto de un gran acuerdo nacional.

En la actual campaña, como menciona Gabriel Silva: “El establecimiento ha enfilado todas su baterías-periodísticas, financieras, políticas- a enfrentar a Petro apostándole todo a Federico Gutiérrez, confirmando una dicotomía que agudiza la polarización social y el carácter de lucha de clases que contiene la actual elección. De una manera que no deja de sorprender por su ausencia de sofisticación, las élites se la están jugando por el candidato que representa todo lo que el país mayoritariamente está rechazando”. Independientemente del resultado, la pugna entre paz y guerra continuará, pero el énfasis del momento es el modelo económico de unas fuerzas sociales hastiadas de la desigualdad, la corrupción, concentración de la riqueza y el poder en manos de unas élites.

La coyuntura internacional signada por los impactos de la pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación que generan las sanciones económicas impuestas a Rusia y la seguridad alimentaria derivada del cambio climático están al orden del día.

En efecto, la guerra de Ucrania impacta la economía colombiana porque nuestro país es muy similar a Rusia en su comercio exterior: exportadores de petróleo, carbón y ferroníquel (sin ser Colombia país petrolero). Estos están al alza por la gran demanda mundial, lo cual beneficia nuestras finanzas, e incrementaría el ingreso nacional en 10.000 millones de dólares. Un rubro especial es el gas natural, del que dependen la mayoría de países europeos de las ventas rusas y por ello las sanciones, causan efectos negativos a sus ciudadanos, agudizados en época de invierno. Colombia, ya estaría resignada a tener que importar gas básico en la industria, las familias y la generación de energía.

Por otra parte, el sector agrícola importa trigo, maíz y fertilizantes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, con unos precios internacionales al alza lo que encarece el precio de los alimentos, dispara la inflación, que no compensa las alzas asociados a los buenos precios del carbón y petróleo, y que golpea más fuerte a los sectores populares, por ello “Para el colombiano de a pie, la inflación es el verdadero problema asociado a la guerra, el Banco de la República sube las tasas de interés, con el consiguiente impacto negativo sobre el empleo”, siendo este el circulo vicioso de inflación, desempleo y más pobreza.Como señala Mauricio Cárdenas, “Harían bien los candidatos en decir que los recursos de esta inesperada bonanza se utilizarán para pagar las deudas de la pandemia y no las promesas de campaña”. (El Tiempo- 03/04/22)

Falacias y macartismo

Apelar a las mentiras, al macartismo “acusaciones de deslealtad, comunismo, subversión o traición a la patria” es un recurso conocido por quienes no tienen propuestas o, como señalaba Bacon, que ha sido usada por la derecha colombiana “Calumnia, calumnia que algo queda”. En esta campaña, pretender volver a Petro comunista y exguerrillero por desmovilizarse y defender el proceso de paz y el problema de la tierra es ignorar la preocupación por la paz, esquiva para los colombianos, así como la necesidad de una reforma agraria, todavía pendiente que ya había propuesto el liberalismo de Alfonso López Pumarejo y que el profesor Gerardo Molina, senador de la república, planteó en sesión del 24 de mayo de 1985:

“Yo pondría en primer término la reforma agraria: sin ella no habrá paz: la fuerza de la guerrilla reside precisamente en el respaldo que le ofrece la masa rural; por eso está bien que los senadores de Antioquia nos hayan recordado ahora la necesidad de ocuparnos de ese tema; está el país en el deber de satisfacer la demanda ancestral del campesino a la tierra, no sólo como manera de que él ascienda en la escala social, sino para satisfacer lo que hoy en el mundo es una manifestación de la soberanía, la producción de los alimentos necesarios para el sostenimiento de la población…”.

Pero incluso el maestro Molina fue más lejos, esbozando el “socialismo posible” en uno de sus libros publicado en 1981, recordando que el partido liberal, que hasta inicios de siglo XX había vertido la sangre en defensa de los principios de la justicia social y el humanismo, señalando que “La rigidez de una organización económica con marcada concentración de la riqueza y del ingreso, tenía que llevar a que por el liberalismo se tengan hoy por subversivas las clases obreras, las clases medias, la juventud estudiosa y los intelectuales”.

Con razón se ha dicho que quizás el mayor defensor del ideario liberal, hoy, es el líder del Pacto Histórico, que parece más sintonizado con las mayorías colombianas, en relación con sus necesidades económicas y sociales. Incluso en temas como las medidas urgentes para frenar el cambio climático, que la pandemia eclipsó cuando propone la necesidad de superar un modelo socioeconómico extractivista y la necesidad de una transición hacia las energías limpias (eólica, solar, hidráulica). Allí, el reciente Informe de la ONU (El Tiempo 5-04-2022) sostiene que el consumo global de carbón tiene que “haberse reducido un 95 % a mediados de siglo con respecto a 2019, el de petróleo un 60 % y el de gas un 45 %”, para lograr que la temperatura global no suba más de 1,5 grados; es decir, cumplir las metas de COP 26 París, con las que el presidente Duque se comprometió. Estos asuntos deben ser discutidos en un ambiente académico y científico, lejos de fundamentalismos y dogmatismos intransigentes.

Ello supone girar a la izquierda, evitando comparaciones con el vecindario, pues también es cierto que cabrían ejemplos poco dignos de imitar en el centro derecha, como su líder Donald Trump en USA, que desconoció la democracia y hasta calificó de fraudulento la victoria de Biden, con asonada al Capitolio, que no son propiamente conductas democráticas. ¡No queremos más de lo mismo!

Miedos frente a la elección presidencial

 

Por: Cecilia López Montaño - Ricos, clase media, pobres, todos tienen miedo: Petro, concilie con la clase media, aclárele a los poderosos; Gutiérrez, muestre que está listo para manejar el país

Si algo está caracterizando esta etapa preelectoral es el físico pánico que cunde en el país. Y lo más grave es que se está convirtiendo en agresividad cuando se sospecha que otros no comparten las razones del miedo. No se sabe si la profunda desconfianza que existe sobre la transparencia de los resultados de la votación le agrega elementos adicionales a este preocupante estado de ánimo de los colombianos. Por ello puede resultar sano mentalmente entender los distintos tipos de pánico y las posibles razones que los explican.

El más obvio y por ende el más agresivo es el de los que han manejado el poder y han sido mimados por los últimos gobiernos, especialmente aquellos con el sello de Uribe. Es tal el susto que como afirma Daniel Coronell, ese sector liderado por el simulacro de revista que es Semana, medio que le dedica carátula a reducir precisamente ese sentimiento, llega hasta la manipulación de datos de encuestas sobre resultados presidenciales. La verdad es que el país sensato que es la mayoría es menos tonto de lo que esos periodistas se imaginan. Aun a los que les gusta ese resultado saben que es maniobrado. Este pavor lo genera la alta posibilidad de que Petro sea presidente. La histeria ha llegado a tal nivel que los amigos ricos preguntan si les van a expropiar sus numerosas propiedades y el contagio ha llegado hasta tal exageración que algunos creen que les van a quitar la moto. Háganme el favor. ¿Se imaginan a Petro rodeado de los millones de motos de este país y además de apartamentos, casas fincas, etc.?

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Se le ha dicho a Petro hasta la saciedad que no deje propuestas sin aclarar las interpretaciones que no corresponden porque está dando lugar a que esa ola de pánico contamine a las clases medias

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Tres comentarios: primero se le ha dicho a Petro hasta la saciedad que no deje propuestas sin aclarar las interpretaciones que no corresponden porque está dando la oportunidad de que esa ola de pánico contamine a las clases medias que hoy también parecen temerle.

Segundo, es necesario aceptar aclaraciones y recciones de quienes tratan de compensar la postura del candidato mostrando los errores y exageraciones que hacen carrera. Tercero, ¿qué han ganado quienes han manejado el poder durante estos años y por qué se sienten tan vulnerables? Ganancias legítimas no pueden perderse porque algo queda del Estado Social de Derecho que somos. Este gobierno ha hecho todo lo posible por debilitarlo, pero no ha podido.

El otro gran grupo en pánico es el que lo conforman todos los que temen un segundo capítulo igual o peor que el gobierno de Duque. Uribe detrás, ignorancia sobre el país, clientelismo y corrupción y equipos mediocres llenos de personas que nunca han debido llegar a ocupar altas posiciones gubernamentales. Qué tal otra señora Abudinem, otro Molano y otro mingobierno de cuyo nombre es difícil acordarse porque es una sombra. Lo que sí parece es que otra Martha Lucía como vicepresidente es difícil, por fortuna, porque los candidatos a esa posición tienen mejor actitud y algo más de humildad. Ese pánico a que un Duque repita presidencia, que no ha podido despejar Federico Gutiérrez, está más que justificado así algunos del primer grupo se hagan los locos con tal de que Petro no gane.

Pero que pasa con el 72 % de la población que es pobre o vulnerable. Ellos también tienen miedo, pero lo compensan porque saben que es propio del cambio y esa posibilidad que anhelan sí la ven con Petro. La esperanza de que por fin sean una prioridad los lleva a aceptar que seguramente sufrirán, como ellos mismos afirman, pero esperan ver un realidad que los tome en cuenta. Pero también tienen miedo.

A esta combinación de miedos se le suma la carga de intolerancia que pulula en las calles, en los encuentros de amigos, hasta el punto de que volvemos a creer que el confinamiento esta vez voluntario es una salida para aquellos que ya conocen hasta donde lleva este miedo, cuando se trata de discutir sobre los resultados de la campaña presidencial.

El mensaje es para los 2 candidatos que puntean: Petro, concilie con las clases medias porque con los poderosos solo trate de aclara para reducir su histeria. A Federico Gutiérrez, deje de limitarse a atacar a Petro y demuestre algo que todavía no es claro para muchos, es decir que usted sí está listo para manejar este país. Y a los demás, no pierdan su tiempo.

 

Correo Electrónicocecilia@cecilialopez.com

Cuando un país se prepara para el cambio: lo que se mueve bajo la superficie

Por: Fernando Dorado. Para quienes no conocen la estructura del Estado colombiano es difícil comprender lo importante que es acceder a la presidencia de la república. No es un asunto menor [1]. Por ello en este país la oligarquía y la casta política tradicional no duda en hacer hasta lo imposible —fraude o asesinato— para evitar que los sectores populares puedan elegir a uno de los suyos en ese cargo. Ellos saben que un ejercicio de ese tipo puede ser una válvula que desencadene un movimiento social y político que ponga en peligro muchos de sus privilegios históricos. Son conscientes del grado de pobreza, desigualdad, inequidad e injusticia que existe en este país y temen que un gobierno democrático sea rebasado o superado por una avalancha de tipo popular.

No obstante, la actual dirigencia progresista sabe que los cambios estructurales no se pueden realizar de un día para otro. Son conscientes que el camino insurreccional nos llevaría a nuevas guerras, al bloqueo imperialista y a la derrota. Y por ello, se plantean construir a mediano plazo un futuro común con los trabajadores y pueblos latinoamericanos, una economía productiva y sostenible (social y ambientalmente) y una democracia participativa como instrumento político.

Es importante subrayar que en la mayor parte del territorio colombiano subsiste una dominación colonial en donde los herederos de la vieja aristocracia terrateniente y esclavista utilizan al Estado para controlar a la población mediante una especie de clientelismo burocrático, corrupto y mafioso, que interviene en todos los aspectos de la vida económica, social, política y cultural de las gentes.

En las regiones donde el desarrollo capitalista ha reducido ese control (Bogotá, Cali y otras ciudades), y en las zonas en donde las comunidades campesinas, indígenas y afros han construido procesos de organización popular (Nariño, Cauca, Putumayo, parte del Tolima, Huila y Boyacá, etc.), se ha transitado por caminos de emancipación social. En otras regiones, especialmente las golpeadas por las Farc, ese control se mantiene, aunque se observan avances libertarios sustanciales.

Sin embargo, se debe señalar que la violencia ha sido la herramienta preferida por la casta dominante colombiana para impedir el avance de los trabajadores y los pueblos. Desde siempre esa oligarquía terrateniente de origen esclavista (que hoy es una oligarquía financiera transnacional) ha usado la provocación violenta para generar alzamientos prematuros, para aislarlos y golpearlos, y así, ha desaparecido a los dirigentes populares mediante la persecución y el asesinato selectivo.

Lo hicieron durante la revolución comunera (1781), en los primeros años de la guerra de independencia (1810-13), en la época de las sociedades democráticas y la acción del general José María Melo (1854), en los tiempos de la “guerra de los mil días” (1899-1902), durante las huelgas “salvajes” de finales de la década de los años 20s del siglo XX (masacre de las bananeras), y antes y después de asesinar a Jorge Eliécer Gaitán (1948). Ha sido la constante en nuestra historia.

Hoy, luego de 70 años de conflicto armado, en donde esa oligarquía consiguió instrumentalizar la acción de las guerrillas insurgentes para impedir la organización y la acción masiva de los sectores populares, se están presentando las condiciones para dar un salto de calidad, emulando en parte a los pueblos latinoamericanos vecinos, pero a la vez, tratando de superar esas experiencias con base en una serie de acumulados históricos que es necesario valorar y precisar [2].

Por ello, la dirigencia progresista y de izquierda ha diseñado una estrategia para acceder por vías pacíficas a la presidencia de la república, establecer un “gobierno de transición” hacia la democracia y la paz, e iniciar un proceso tranquilo y paciente de transformación de la sociedad, que incluye el concepto del “buen vivir” o el “vivir sabroso” que ha planteado Francia Márquez. “Convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida”, es su consigna principal.

Es indudable que hoy tenemos una extraordinaria dupla de dirigentes que encarnan lo mejor de nuestro pueblo. Petro y Francia representan lo más avanzado de los trabajadores, mujeres y jóvenes de nuestras ciudades y de las comunidades campesinas, indígenas y negras, que han desarrollado durante las últimas dos (2) décadas luchas sociales de gran importancia regional y nacional [3]. Su propuesta programática recoge esas causas y plantea las principales soluciones.

La coyuntura de la primera vuelta y cómo ampliar la coalición

En esta coyuntura el Pacto Histórico afronta un problema táctico. Para derrotar al candidato “uribista-duquista” (Fico Gutiérrez) se necesita sumar por lo menos 6 millones de nuevos electores con relación a lo obtenido el 13 de marzo/22. Y, a pesar del extraordinario entusiasmo y de la enorme mística que ha desatado la candidatura a la vicepresidencia de Francia Márquez, todos son conscientes que para obtener el triunfo en la 1ª vuelta se debe ampliar la coalición.

En ese sentido, aunque la mayoría de los dirigentes del Pacto Histórico tienen claro que se deben hacer esfuerzos para obtener el apoyo del Partido Liberal, no todos sus integrantes entienden la importancia de esa tarea.

Es evidente que mientras César Gaviria sea su líder (expresidente que implementó las políticas neoliberales en 1990), tendrán que hablar con él y llegar a acuerdos. Es bueno tener en cuenta que una parte de los senadores liberales elegidos y la mayoría de los representantes a la Cámara liberales (electos) ya están con Petro, en parte, forzados por las bases sociales o por su propia convicción, pero el significado de un apoyo oficial es muy importante.

Las llamadas líneas rojas que ha colocado Gaviria no tocan en lo esencial las reformas planteadas por el Pacto Histórico como son los cambios a las EPS, fondos de pensiones privados, reforma tributaria progresiva, industrialización del aparato productivo, etc. Además, no se ha pensado impulsar una Constituyente debido a que la Carta Política de 1991 tiene un margen de desarrollo por vía legislativa, y menos se va a proponer la reelección presidencial (que fue propuesta de Uribe), que son asuntos que preocupan a algunos sectores del liberalismo.

Es más, hacer público esos posibles acuerdos -así Gaviria le saque el cuerpo a la alianza- es beneficioso para el Pacto Histórico por cuanto se envía un mensaje de tranquilidad a un conjunto de personas que militan en diferentes partidos o que no militan en ningún partido pero que pueden ser influenciados por las campañas engañosas y las mentiras que utilizan los contradictores de Petro para meter miedo con base en las supuestas pretensiones autoritarias y antidemocráticas del candidato del Pacto [4].

Igualmente, llegar a acuerdos con los liberales no implica que el Pacto Histórico se someta a la voluntad de sus aliados, pero si le garantizaría una gobernabilidad suficiente a un eventual gobierno de Petro. Lo principal que se debe entender es que un “gobierno de transición” requiere de una gran convergencia política y social para consolidar la paz, fortalecer la participación democrática, y avanzar —con calma y tranquilidad— hacia los cambios que nuestro pueblo necesita y requiere.

Es clave comprender que el hecho de buscar un acuerdo con esos sectores “tradicionales” es también un mensaje público sobre el talante democrático del Pacto Histórico y sus candidatos. Y no es un asunto menor cuando los contradictores de derechas y guerreristas tratan de posicionar la idea —como lo lograron hace 4 años (2018)— de que “Petro es una amenaza para la democracia colombiana”, y ante la posibilidad cada vez más cercana de su triunfo electoral, han iniciado una campaña agresiva que incluye amenazas y llamados a “armarse” para defender la libertad.

El triunfo del Pacto Histórico está cada vez más cerca pero su dirigencia no puede dejarse provocar, aislar o tensionar. La alegría y la creatividad que ha mostrado nuestra juventud en las movilizaciones sociales debe seguir estando al frente de la campaña electoral como garantía de victoria.


[1] El régimen “presidencialista” en Colombia le otorga un enorme poder a quien lo ejerce, dado que tiene en sus manos una serie de herramientas para colocar a los demás poderes (legislativo, judicial, público y electoral) bajo su tutela. Los denominados “cupos indicativos” o cuotas parlamentarias, le da una gran capacidad para cooptar a senadores y representantes a la Cámara, y la forma como se eligen los magistrados, fiscal, procurador, contralor, defensor del pueblo y otros órganos de control, le permiten incidir en forma determinante en su selección, elección y nombramiento.

[2] Existen acumulados organizativos entre las comunidades indígenas, negras y campesinas, en sus luchas medio-ambientales y en defensa del territorio; también están en construcción nuevos procesos de organización entre los jóvenes, las mujeres, y los profesionales precariados de las ciudades; y existen importantes experiencias productivas entre los pequeños y medianos productores agropecuarios. Además, el hecho de contar con una Constitución Política relativamente avanzada, nos libra de caer en el “fetichismo de la Ley” y nos coloca en la tarea práctica de combinar la institucionalidad existente (así sea colonial y capitalista) con las acciones propias y concretas de la gente.

[3] En 2008 la Minga Social y Comunitaria y el paro de los corteros de caña; en 2011 y 2018, las grandes movilizaciones estudiantiles universitarias; en 2013, el paro cafetero y el paro nacional agrario; en 2017, el paro cívico de Buenaventura y Quibdó; en 2019 y 2021, el paro nacional contra la reforma tributaria que se convirtió en un verdadero “estallido social” que impactó a todo el país durante varios meses. Y en medio de estas luchas se han desarrollado innumerables luchas locales o regionales por servicios públicos, contra los proyectos minero-energéticos que degradan nuestra naturaleza, por sustitución de cultivos de uso ilícito, y otra serie de causas particulares.

[4] Todos los medios de comunicación del “uribismo” (ej. Periódico Debate) y la intervenciones del candidato Gutiérrez, plantean que Gustavo Petro es “castrochavista”, comunista, “prorruso”, enemigo de la democracia y demás embustes.

Correo Electrónico: ferdorado@gmail.com
Blog: https://aranandoelcieloyarandolatierra.blogspot.com/2022/04/lo-que-se-mueve-bajo-la-superficie.html#.Yk2-HXjMLIU

Cae el velo de los fondos privados de pensiones: ¿pasará lo mismo con el agro y la salud?

 

Por: RICARDO MEZAMELL. Después de 38 años, nos damos cuenta de que el régimen pensional privado no es tan bueno como lo pintan. Pasa igual con la salud, la educación y el agro. Con mensajes falaces se está invitando a votar “para mantener la libertad y la democracia” por el candidato a la Presidencia Federico Gutiérrez, frente al supuesto peligro que representa para las mismas el aspirante Gustavo Petro.

No me atrevo a afirmar que lo hacen por ignorancia, porque si de algo estoy seguro es que se consideran tan superiormente inteligentes que piensan que el resto de colombianos seguimos siendo sus opuestos, ‘tan supremamente ignorantes’ que nos pueden engañar con mentiras sacadas de un sombrero, como para salir en estampida a ‘defender la democracia maestro’, y de esa manera ustedes, políticos de oficio, garanticen el continuismo del modelo de democracia representativa, mas no participativa, que les sirve tanto para proteger los intereses de los grandes monopolios económicos que controlan la economía del país y financian sus campañas como para mantener incólumes los privilegios y beneficios personales que reciben por su gestión, sin importarles un comino que vayan en detrimento del bienestar de todos los colombianos.

En el ejercicio de determinar, con mediana sindéresis, con cuál de los candidatos mencionados peligraría la forma de democracia que tenemos, se hace imprescindible remitirnos a nuestra Constitución Política de 1991.

En los Artículos 1° y 2° dispone que “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.

Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”.

Al comparar ese ideal con lo que tenemos materialmente, podemos fácilmente concluir que la forma de democracia participativa no se ha expresado a lo largo y ancho del territorio nacional, por cuanto a pesar de estar plasmada en nuestra Carta Política, a pocos días de cumplir 30 años de vigencia, lo que se evidencia en cada rincón de la Patria es abandono, inequidad, exclusión, discriminación, inseguridad, desempleo, improductividad agrícola, encarecimiento de los alimentos, carencia de atención de las necesidades básicas en salud, educación, agua potable, etcétera, debido a la falta de implementación, a profundidad, de la misma.

Como el vocablo democracia está referido a la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por el pueblo y para el pueblo, aun cuando redundante es decirlo, conlleva implícito el propósito de darle la mejor solución a la problemática antes enunciada, con decisiones sobre políticas públicas resultantes de una amplia concertación, con la mayor participación posible de los ciudadanos en los procesos deliberativos y decisionales, en la medida que las resoluciones adoptadas nos afectan a todos los asociados.

Se debe rescatar para la memoria colectiva, que la democracia participativa surge en el contexto político mundial como una opción para superar los problemas políticos derivados de la representación, los cuales tienen mucho “que ver con la corrupción, por las agendas individuales de los delegados, aunado a la distancia que se presenta entre las decisiones de éstos y las necesidades de sus representados”.

Dentro de ese escenario, sin esfuerzo mental alguno, podemos concluir que el mayor peligro que puede existir para la democracia representativa que tenemos como forma de gobierno utilizada por la clase política para mantenernos en la misma situación de incertidumbre y penuria social en que vivimos desde hace muchos años, indudablemente lo representa Gustavo Petro, en la medida que él ostenta una capacidad probada para convocar a los colombianos en la cruzada de reconocer y realizar los postulados de la Constitución Política de 1991, de la cual, viene al caso precisarlo, si fue uno de sus autores, toda vez que Antonio Navarro Wolff llegó a la Asamblea Nacional Constituyente, y actuó en ella, en representación de todos los militantes del M-19, y no a título personal, o a nombre de quienes integraron las comisiones que lo asesoraron.

Y sí, tienen razón, Gustavo Petro encarna para la democracia que a ustedes les sirve la más grande amenaza, por venir él luchando con denodado ahínco para que le den pista revistiéndolo de la dignidad presidencial que necesita para presentar ante el Congreso de la República, como proyectos de ley, las propuestas de su programa de gobierno, elaboradas con la finalidad de solucionar las apremiantes necesidades de los colombianos, porque le inquieta, a diferencia de vosotros, el que los problemas generadores del descontento social estén subiendo a niveles preocupantes.

No quiere que se repitan, por la inercia en el propósito de resolverlos, nuevas manifestaciones violentas por las insatisfacciones sociales, porque sabe muy bien que el actual gobierno, así como lo hicieron los que le precedieron, y seguramente lo haría, en un lejano e hipotético evento de resultar elegido, el candidato del mismo pensamiento ideológico, que tan descaradamente apoya el presidente Iván Duque, lo único que pueden ofrecer como repuesta, por así estar demostrado hasta la saciedad, es la indiscriminada y violenta represión policial.

Máxime cuando dicho aspirante es un reconocido defensor de la doctrina de ‘la seguridad democrática’. No hay que olvidar que este representante del continuismo es un reconocido experto en la utilización de sus métodos, tal como lo evidencian los contratos de asesorías que suscribió para enseñarlos a miembros de organismos gubernamentales de las ciudades de Buenos Aires y Ciudad de México.

O acaso podríamos olvidar el saldo de muertos y lesionados dejados por el estallido social del año 2021 que “puso en evidencia las enormes desigualdades y abandonos históricos invisibilizados por décadas (María Ximena Montaño Rozo).

Y por esa sencilla razón, en el mismo sentido, pero desde la arista opuesta, es el candidato Federico Gutiérrez, por no darse cuenta, o quizá por negarse a aceptar que es mediante profundos cambios que hay que realizar los postulados de la Carta Política, quien personifica un colosal peligro para la democracia en sí misma, entendida ésta como la forma en que el pueblo gobierna para beneficio de todos, y no para unos cuantos privilegiados.

Su programa de gobierno, enmarcado en la comodidad del continuismo de políticas públicas, reafirmantes de desigualdades y abandonos, refleja un conocimiento y visión de país muy distinta a lo que es en la realidad, lo cual, sin ser mensajeros apocalípticos nos permite avizorar un teatro de violencia inimaginable propiciada por un presidente adepto a las soluciones de choque, en un momento de máximo escalonamiento del inconformismo social.

La fortaleza que no se le puede desconocer a Gustavo Petro, demostrada con suficiencia en su gestión como alcalde de la ciudad de Bogotá, hoy reiterada en su campaña, y de la cual carece Federico Gutiérrez, es su voluntad y obstinación para presentar e impulsar, contra viento y marea, dentro del cauce jurídico, propuestas de transformación con el propósito de resolver los problemas invisibilizados.

Esa gran capacidad, parangonándola con la atribuida al expresidente Alfonso López Michelsen en el sentido de que cuando hablaba “ponía a pensar al país”, bien podría encuadrársele a Gustavo Petro, diciendo que con sus propuestas ‘pone a pensar en el país’.

Acaso podría ignorarse el que nos tenga cavilando, después de más de 38 años de estar operando sin que nadie se preocupara por ello, que el régimen pensional privado no es tan bueno para los afiliados y pensionados como lo pintan, al saberse ahora que “cuenta con el 73 % de los afiliados, casi 18 millones de personas (contra 6,8 millones de Colpensiones), pero apenas con el 12,8 % de los pensionados, unos 220.000 de un total de 1,7 millones (Jorge Armando Rodríguez, UN Periódico), lo que explicaría en parte la excelente rentabilidad que obtienes las AFP del negocio (Salomón Kalmanovitz)” la cual, sin embargo, no llega a los dueños de los dineros ahorrados, toda vez que al reconocer la pensión de jubilación su monto es de apenas un 30% del salario base de la liquidación y, el incremento anual de las mismas, corresponde al mismo rendimiento ordinario de cualquier cuenta de ahorro individual.

Como también nos ha puesto a pensar en la urgencia de renegociar los TLC y democratizar la tierra productiva e inutilizada del sector rural con el mismo propósito de “estimular el mejoramiento de la productividad y la estabilidad de la producción agropecuaria” por la cual se expidió a Ley 1152 del 25 de 2007 (Estatuto de Desarrollo Rural), firmada por Álvaro Uribe Vélez, en calidad de Presidente de la República; Oscar Iván Zuluaga, como Ministro de Hacienda y Crédito Público; y, Andrés Felipe Arias Leiva, en su condición de Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural.

En el Artículo 72 la citada ley establece:

“A fin de estimular el mejoramiento de la productividad y la estabilidad de la producción agropecuaria, el Estado, a través de la Unidad Nacional de Tierras Rurales, podrá comprar bienes inmuebles rurales improductivos de propiedad privada.

Cuando el propietario no acepte expresamente la oferta de compra, o cuando se presumiere su rechazo de conformidad con lo dispuesto en el inciso segundo numeral 5 del artículo 135 de la presente ley, la unidad procederá a ordenar que se adelante el proceso de expropiación mediante el procedimiento previsto en el artículo 169”.

Llama poderosamente la atención que durante el gobierno del expresidente Uribe no se cuestionó la emisión de esa ley de expropiación de predios rurales improductivos.

Aunque imaginable, vaya uno a saber sus reales motivos, y por eso bien podría admitirse, a menos de que exista una mejor explicación, que se expidió con el propósito de obligar a los pequeños propietarios rurales a que, por incapacidad económica para ponerlos a producir, corrieran a vender a bajo precio sus predios.

Con el mismo norte, esto es, el de transformar para mejorar nuestras condiciones sociales, nos ha puesto a recapacitar sobre las posibilidades de tener un mejor servicio de salud, replanteando la organización y funcionamiento de las EPS, al igual que de una educación superior universal gratuita, como existe en Francia, Finlandia, Luxemburgo, o en Uruguay, aquí en Sudamérica, por solo citar algunos ejemplos.

Las propuestas de Gustavo Petro, por lo visionarias que son obligarían a los congresistas a salir de su zona de confort para adentrarse en el estudio y debate con rigor de los grandes temas de su agenda de trabajo, los cuales a pesar del cuestionamiento que de manera insulsa le hacen sus contradictores, conformistas con lo que sin mayor esfuerzo pueden avizorar, tendrían que ser objeto de un análisis concienzudo, sensato y responsable.

En verdad no veo por ninguna parte al candidato Federico Gutiérrez, por su talante empavonado con las políticas públicas continuistas, luchando con tesón por las reivindicaciones sociales de todos los colombianos, especialmente de los ninguneados de la Patria, de ‘los nadies´ de Eduardo Galeano.

Basta comparar los temas enunciados a continuación, insertos en sus programas de gobierno, cuya realización implicaría afectación de los intereses económicos de grandes monopolios que manejan sectores importantes de la economía del país, para notar la gran diferencia que existe entre la concepción que cada uno tiene sobre la necesidad de implementar políticas públicas tendientes a desarrollar el mandato de nuestra Constitución Política.

1-Empleo

Gustavo Petro: reforma laboral para acabar con los contratos de prestación de servicios, y para la formalización del empleo.

Federico Gutiérrez: pagar al asalariado por horas laboradas.

2-Salud

Gustavo Petro: reforma de la Ley 100 de 1993, para que las EPS no intermedien en la prestación de los servicios de salud.

Federico Gutiérrez: acabar con las filas de los usuarios del servicio.

3-Pensiones

Gustavo Petro: reforma pensional con sistema de pilares que garanticen la pensión a los colombianos.

Federico Gutiérrez: mantener, tal como están, el régimen público a cargo de Colpensiones, y el privado, en manos de las Administradoras de Fondos de Pensiones.

4-Educación

Gustavo Petro: educación superior pública universal y gratuita para todos los colombianos.

Federico Gutiérrez: seguir con el sistema actual de créditos con el Icetex y becas para algunos estudiantes.

4-Seguridad

Gustavo Petro: acabar la confrontación armada entre los colombianos por la vía pacífica, llevando a Colombia a una era de paz.

Federico Gutiérrez: perpetuar el enfrentamiento armado con los métodos de la doctrina de la seguridad democrática.

5-Agro

Gustavo Petro: renegociar los TLC para evitar importar, y producir más productos alimenticios e insumos en Colombia, para mejorar la economía del campesino.

Federico Gutiérrez: continuar con la importación de comida e insumos a precio del dólar, cada día en aumento.

Finalmente, se debe precisar que la Constitución Política de 1991 es el mayor y más infranqueable dique jurídico que existe para contener cualquier asomo de autoritarismo de Gustavo Petro, toda vez que las antedichas reformas solo pueden realizarse mediante leyes expedidas por el Congreso de la República, órgano que ejerce el control político a las actuaciones del gobierno. Y, el elegido mediante las elecciones del pasado 13 de marzo, por su forma de composición, no le aprobará propuestas que vayan en detrimento del bienestar de los colombianos.

La única facultad que tiene el presidente de la República es la de presentar, por intermedio de sus ministros, los proyectos de ley.

Las irregularidades, por así calificarlas con mucha generosidad, ocurridas en anteriores legislaturas, fueron producto de la corrupción propiciada desde el ejecutivo con la nefasta práctica de repartir ‘mermelada’ a inescrupulosos legisladores a cambio de recibir su apoyo en proyectos de ley de que le interesaban.

De ahí que son innecesarias, por estar inmersas dichas prohibiciones en nuestra Ley Fundamental, la denominadas ‘líneas rojas’, que le antepone el expresidente César Gaviria Trujillo, para darle el apoyo oficial del Partido Liberal, a su candidatura presidencial.

Elecciones en Francia 2022: La movilización republicana se esfuma | Internacional



La hipótesis más probable para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, que debe celebrarse el próximo 24 de abril, es la repetición del duelo entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen de hace cinco años. Así lo indican todos los sondeos, que también vaticinan el triunfo del actual presidente en la vuelta definitiva. Las expectativas electorales de Macron, sin embargo, muestran un claro empeoramiento en los últimos días, paralelo a la mejora de Le Pen. La victoria del actual inquilino del Elíseo no parece comprometida, ya que goza de una ventaja cercana a los diez puntos, pero no deja de ser preocupante la tendencia a la convergencia entre ambos candidatos que se observa últimamente.

En cualquier caso, la ventaja de Macron sobre Le Pen en esta hipotética segunda vuelta sería claramente inferior a la obtenida por el mismo Macron en 2017. Entonces, el actual presidente obtuvo dos terceras partes del total de votos, es decir, dobló en apoyos a los obtenidos por la candidata ultra. De ser ciertos los pronósticos a un mes de la celebración de la segunda vuelta, Macron obtendría hoy un resultado significativamente inferior. La media de las encuestas realizadas en el mes de marzo da al presidente menos del 60% de los votos, mientras que a Le Pen se le supone un resultado superior al 40%. La diferencia entre ellos habría pasado de los más de 30 puntos hace cinco años a la mitad.

Si retrocedemos a hace 20 años, cuando la extrema derecha accedió por vez primera a la segunda vuelta de las presidenciales, superando por sorpresa al candidato socialista, Lionel Jospin, el entonces líder del Frente Nacional, el patriarca Le Pen, obtuvo un mínimo del 18%, frente a un Jacques Chirac que pasó del 80%. La tendencia es más que evidente: el voto a la extrema derecha en la elección definitiva para la presidencia ha pasado de menos del 20% al 33% y podría superar el 40% dentro de menos de un mes. O lo que es lo mismo, la ventaja sobre la extrema derecha ha pasado de los 60 puntos de hace 20 años a los 30 de hace cinco, y podría acabar en 15 esta vez.

¿A qué se debe esta evolución? Los datos de las encuestas son contundentes al respecto. En 2002, cuando Le Pen padre accedió por primera vez a la segunda vuelta, se produjo un movimiento de extraordinaria intensidad entre los votantes de los demás partidos para apoyar a Chirac y cortarle el paso a la extrema derecha. Más del 80% de los que habían votado a Jospin en la primera vuelta optaron por el líder conservador, al igual que el 85% de los votantes de centro o el 71% de los votantes de la izquierda. La movilización republicana en defensa de la democracia fue lo que llevó a Chirac a superar el 80% de los sufragios.

En 2017, ante un escenario similar, esta vez con Marine Le Pen en la segunda vuelta, esta movilización republicana entre los votantes de los candidatos eliminados en la primera vuelta fue más matizada. Entre los socialistas, el voto a Macron fue diez puntos inferior al voto a Chirac y 25 puntos inferior entre el electorado del izquierdista Mélenchon. Del voto conservador, solo la mitad apoyó a Macron.

Esta vez los datos son aún peores. Entre los que muestran intención de votar a Mélenchon en la primera vuelta, solo el 30% apoyará a Macron en la segunda. Entre los votantes de Anne Hidalgo solo dos terceras partes y un 46% entre los que votarán a la conservadora Pécresse. El resto, mayoritariamente, optará por la abstención. Así lo manifiestan casi la mitad de los votantes de Mélenchon, por un cuarto de los socialistas y de los conservadores. De aquí que la ventaja de Macron sea hoy la mitad de lo que fue hace cinco años.

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Los datos muestran que no es que se haya producido un trasvase significativo de apoyos hacia la extrema derecha (aunque en parte sí), sino que se ha producido una distensión en esa mayoría republicana que era capaz de dar su voto a un candidato muy alejado de sus postulados con el único fin no tanto de evitar la victoria de la extrema derecha, que también, como de enviar el mensaje de que el electorado francés no estaba dispuesto a aceptar que la participación de los ultras se normalizara.

Hoy en día, esa reacción democrática, esa movilización republicana, ya no se da, lo cual es un indicador del grado de normalización que la presencia de la extrema derecha ha adquirido, a la vez que también nos dice algo sobre los efectos de la polarización, que impide a los electores a prestarse a otras fuerzas para perseguir un fin que se entiende que va más allá de la estricta división partidista.

Francia está mandando un mensaje y su eco resuena más allá de sus fronteras. Atención.

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Elecciones en Francia: Marine Le Pen consolida su ventaja ante su rival ultra, Zemmour, y ya sueña con batir a Macron | Internacional



Hay un aire de optimismo en la campaña de Marine Le Pen, líder del Reagrupamiento Nacional (RN) y candidata por tercera vez a la presidencia de Francia. “Las cosas van mejor”, dice al teléfono Louis Aliot, alcalde de Perpiñán, expareja de Le Pen y vicepresidente del RN. “Pienso que hay una verdadera oportunidad y es posible ganar esta elección”, añade el dirigente del partido heredero del Frente Nacional, la fuerza histórica de la ultraderecha francesa fundado por el padre de la candidata, el patriarca Jean-Marie.

Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 53 años) se está imponiendo en el pulso con Éric Zemmour, el popular tertuliano que en otoño irrumpió en la arena electoral e intentó disputarle el liderazgo de la extrema derecha. Y ya sueña con batir al actual presidente, Emmanuel Macron.

Antes de que Zemmour entrase en campaña, se daba por hecho que en 2022 se repetiría el duelo de 2017: Macron contra Le Pen. Todo cambió en unas semanas. Con su descaro retórico, su erudición de barra de bar y las andanadas contra musulmanes y extranjeros que le han llevado varias veces ante los tribunales, el tertuliano desestabilizó a la jefa del RN. Y trastocó las previsiones.

Zemmour captó a algunos dirigentes del partido y a la figura más preciada: Marion Maréchal, sobrina de Marine y nieta favorita de Jean-Marie. Además, quería romper el dique que, con mayor o menor éxito, ha separado durante décadas a la derecha tradicional de Los Republicanos (LR) —el partido hermano en Francia del PP español— de la extrema derecha.

En noviembre y diciembre de 2021, Zemmour igualó o superó a Le Pen en los sondeos. Parecía un candidato en condiciones de clasificarse para la segunda vuelta y disputarle la victoria al centrista Macron.

Pero, como tantas veces en la carrera de Marine Le Pen, se le dio por liquidada antes de tiempo. Ahora, cuando falta poco más de una semana para la primera vuelta de las elecciones, el 10 de abril, los sondeos son unánimes: en la extrema derecha, Le Pen derrotará a Zemmour. La segunda vuelta, en la que participan los dos candidatos más votados, se celebra el 27 de abril.

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El último sondeo del instituto Ifop, que publica uno al día, sitúa la intención de voto para Le Pen en un 21%, 10 puntos más que Zemmour. La candidata del RN queda así en una confortable segunda posición que la clasificaría de nuevo, como en 2017, para la segunda vuelta. Macron encabeza las intenciones de voto con un 27,5%.

Un margen mucho más estrecho

En 2017, Macron ganó con un 66% de votos. Le Pen sacó un 34%, Ahora el margen sería mucho más estrecho. Según Ifop, el presidente sacaría un 53%; su rival en la extrema derecha, un 47%. Otro sondeo, instituto Elabe, estrechaba el martes aún más el margen y contemplaba una victoria de Le Pen.

“Poco a poco nos aproximamos al margen de error”, celebra Aliot. En su opinión, la clave para ganar en la segunda vuelta es la participación: “Cuanto más importante sea la participación, más importante el resultado de Marine Le Pen. Porque tenemos un electorado de clase popular, de clase media más bien baja, y esta gente solo va a votar cuando hay algo en juego y piensa que podemos ganar”.

Aliot ganó en 2020 la alcaldía de Perpiñán —la mayor ciudad gobernada por el RN— con una estrategia parecida a la de Le Pen: suavizar los ángulos más antipáticos del discurso, presentarse como un gestor pragmático más que un ideólogo y apoyarse en el rechazo a la administración saliente para aglutinar votos de otras tendencias políticas.

Le Pen llevaba años embarcada en el llamado proceso de desdiabolización. Se trataba de limpiar la imagen de su partido, asociado al racismo, la xenofobia y al antisemitismo. Expulsó a su padre. Rebautizó el partido. Decía que ella no era ni de izquierdas ni de derechas y usaba el discurso populista de “los de abajo” contra “los de arriba”. Como el Partido Comunista durante décadas, el FN y después el RN se presentaban como el “primer partido obrero” de Francia.

La propia candidata, que en 2017 demostró su incompetencia en el debate televisado ante Macron, se ha esforzado estos años en prepararse mejor y en aparecer como una política fiable, y amable.

Pero la desdiabolización dejó libre el terreno de la vieja extrema derecha. Y lo ocupó Zemmour, hijo de judíos argelinos que reivindica la figura de Philippe Pétain, el líder de la Francia que colaboró con los nazis, y promueve la teoría racista de la gran sustitución de los europeos blancos por africanos y árabes.

Después de vivir su momento de gloria, Zemmour se desinfla. “Ha hecho una campaña muy agresiva, muy violenta: la gente vio que no tenía el porte de un presidente de la República”, juzga el alcalde de Perpiñán.

La radicalidad de Zemmour, por contraste, permite a Le Pen parecer más moderada, aunque sus ideas sobre la inmigración no sean tan distintas. “Durante estos cinco años ha trabajado mucho”, dice Aliot. “Está serena, nada inquieta. Los franceses perciben esta solidez”.

Las provocaciones y salidas de tono, que al entrar en campaña atrajeron los focos sobre el tertuliano, le han acabado perjudicando. La invasión rusa de Ucrania lo deja en mala posición. No solo por su entusiasta admiración por Vladímir Putin. También Le Pen era admiradora del presidente ruso, y más que eso: lo visitó durante la campaña 2017, y en una campaña anterior se financió con el préstamo de un banco ruso.

Ambos, sin embargo, no reaccionaron igual tras la invasión del 24 de febrero. Le Pen defendió la acogida en Francia de los refugiados ucranios. Zemmour mantuvo su discurso de siempre. “Prefiero que estén Polonia”, dijo. “No está bien arrancar a la gente tan lejos de su país, y desestabilizar Francia, que ya está sumergida por la inmigración”.

Quizá creía demostrar coherencia ideológica. Quizá, como señala Brice Teinturier, del instituto demoscópico Ipsos, era una muestra de “rigidez”, de su incapacidad para salirse de sus teorías. Y esta es otra ventaja de Le Pen: ella se ha adaptado a las inquietudes del electorado. Ha dejado la inmigración en un segundo plano; ahora habla sobre todo de economía.

“Hemos centrado nuestro argumentario en el poder adquisitivo”, defiende Aliot, “y hoy es esto lo que preocupa a los franceses: cómo llegar a fin de mes con el aumento de los precios de la alimentación y de la energía”.

La batalla interna en la extrema derecha revela una corriente de fondo de esta campaña: los temas del bolsillo se imponen a los temas de la identidad. Le Pen tomó nota pronto de ello; Zemmour, no.

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Elecciones en Francia: Macron teme el exceso de confianza en su victoria a dos semanas de la primera vuelta presidencial | Internacional


El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha convertido, desde la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, en el favorito indiscutible para ganar las elecciones presidenciales del 10 y el 24 de abril en Francia. Pero la condición de favorito —en una “campaña presidencial sin impulso”, como la describe Le Monde, de tono menor y con pocos mítines— entraña un riesgo: la desmovilización.

Para disipar el exceso de confianza, Macron (Amiens, 44 años) volvió el lunes a hacer lo que le gusta. En Dijon, la ciudad de la mostaza y capital de la Borgoña, Macron se dio un baño de masas y discutió cara a cara con los ciudadanos, práctica que, durante su mandato de cinco años, le ha metido en más de una situación inesperada. En Francia todos recuerdan la ocasión en la que regañó a un chaval por llamarle “Manu”, o la vez que un hombre le abofeteó. En Dijon, flanqueado por veteranos políticos locales procedentes del Partido Socialista, dio una rueda de prensa a pie de calle, lo que le permitió hacer algo, que, como presidente de la República, quizá eche de menos: bajar al barro partidista.

Macron, en otras palabras, hizo campaña de verdad. Debería ser lo natural a menos de dos semanas de la primera vuelta de las elecciones, y cuando oficialmente la campaña se da por iniciada, aunque hace meses que arrancó. No lo es. Porque no hay nada normal en esta campaña desde que Vladímir Putin lanzó sus tanques, misiles y aviones contra Ucrania.

La guerra tuvo dos efectos. Primero, anuló la campaña. Los mítines escasean y los debates y polémicas tiene poco recorrido. Segundo efecto: el centrista Macron consolidó su condición de favorito. El sondeo más reciente del instituto Ifop da al presidente vencedor en la primera vuelta, el 10 de abril, con un 28% de votos, seguido de Marine Le Pen, líder de la extrema derecha, con un 21%. Ambos se clasificarían para la segunda vuelta, el 24 de abril, y Macron derrotaría a Le Pen.

Y este es el peligro, según los macronistas: confiar en exceso en estos escenarios. Lo avisaba la semana pasada el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en la cadena France 5: “Siempre he pensado que la señora Le Pen, con quien me cruzo desde que me dedico a la política, es peligrosa, es peligrosa para el presidente de la República, puede ganar estas elecciones”.

El frente ultra

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Hay táctica movilizadora en la apelación a la amenaza ultra. Pero también es cierto que, después de un quinquenio marcado por las reformas económicas, las protestas sociales y la pandemia, nadie quiere dar nada por seguro. Existe un fondo de descontento en Francia: detestan a Macron en sectores de la sociedad, que lo ven como el presidente de los ricos, una figura arrogante y desconectada de la Francia de a pie.

El candidato a la presidencia de Francia, Eric Zemmour, en un acto de campaña en la plaza de Trocadero de París el 27 de marzo.
El candidato a la presidencia de Francia, Eric Zemmour, en un acto de campaña en la plaza de Trocadero de París el 27 de marzo. BERTRAND GUAY (AFP)

En las anteriores presidenciales, en 2017, Macron también se enfrentó a Le Pen en la segunda vuelta. Macron sacó un 66% de votos. Le Pen, un 34%. Esta vez el margen sería mucho más estrecho. Marine Le Pen, desde entonces, ha suavizado su imagen, marcada por su padre, Jean-Marie Le Pen, patriarca de la ultraderecha europea. La hija ha repudiado el antisemitismo del padre y sus posiciones abiertamente xenófobas y racistas. Ha adquirido experiencia y pone tanto o más el acento en temas sociales y económicos que en la inmigración. La candidatura, en la campaña actual, del tertuliano ultra Éric Zemmour, le ha ayudado a parecer moderada.

“La extrema derecha sigue ahí y la sigue representando un clan”, dijo Macron en Dijon, en alusión a los Le Pen (a Jean-Marie y Marine hay que añadir Marion, la sobrina, que apoya a Zemmour). Y, en alusión a la doble candidatura ultra, Le Pen y Zemmour, añadió: “Ya sabemos qué sucede con estas cosas: acabará en tándem”.

La campaña, aunque en tono menor, por momentos se enciende. Sucedió el domingo, durante un mitin de Zemmour en la explanada de Trocadero, en París, la multitud gritó: “Macron, asesino”. Zemmour no hizo nada para acallarla. Después alegó que no había oído los gritos.

“Hay dos hipótesis. La primera es la indignidad, y es la que me parece más creíble, no me parece una sorpresa”, reaccionó Macron en Dijon. “La segunda”, bromeó, “es el desconocimiento de una reforma muy importante del quinquenio (…). Ahora la seguridad social reembolsa las prótesis auditivas, las gafas y las prótesis dentales (…). Invito al candidato que oye mal a equiparse a un coste menor”.

Fue una excepción en una campaña en el que el presidente prefiere mantenerse en el pedestal de la jefatura de Estado: mientras sus rivales se pelean en debates televisivos o en los mítines, él participa en cumbres de la UE y de la OTAN, hablan con Putin y con Joe Biden. Mientras el presidente se ocupa de la paz y la guerra mundiales, sus rivales se patean Francia.

La estatura internacional es una ventaja. Y un inconveniente. ¿Cómo entusiasmar a Francia con tan pocos mítines y escasos actos públicos? ¿Cómo recobrar el entusiasmo de 2017? Entonces Macron era el cambio; ahora, es la continuidad. En tiempos de crisis, nada de experimentos: este es su mensaje.

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Elecciones 2022: Luis Gilberto Murillo: “Pasar a segunda vuelta prácticamente garantiza la presidencia de Colombia” | Internacional


A Luis Gilberto Murillo se le iluminan los ojos y le brota una amplia sonrisa cuando le preguntan por Andagoya, en el departamento del Chocó, en el Pacífico colombiano, el lugar donde nació hace 55 años. “Es un pueblito donde se da el matrimonio entre el río San Juan y el río Condoto. Fue un campamento minero, ahora es un pueblo como cualquier otro en el Chocó, en medio de la selva. Somos cultura del río, del agua”, relata en esta entrevista en un hotel de Bogotá. Con una inusual biografía que lo ha llevado a vivir también largos años en Moscú y Washington, donde estuvo radicado hasta enero, el exministro de Ambiente es la flamante fórmula de Sergio Fajardo, el candidato del centro político en la campaña presidencial.

Cuando se graduó del colegio, Murillo logró el mejor puntaje en las pruebas estatales de su departamento, el más pobre de Colombia, y eso le permitió obtener una beca para estudiar ingeniería de minas en la antigua Unión Soviética, donde vivió en tiempos de la perestroika que puso en marcha Mijaíl Gorbachov. Tras la caída del muro de Berlín regresó a Colombia para participar en el movimiento estudiantil que llevó a la Constitución de 1991, y después se refugió la primera década de este siglo en Estados Unidos, luego de haber sido víctima de un secuestro. Ya establecido como experto en asuntos medioambientales, Andagoya fue una fiesta el día en que se posesionó como ministro de Ambiente para los últimos dos años del Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018).

Fajardo y Murillo estrecharon relaciones desde que coincidieron hace una década como gobernadores de Antioquia y Chocó, respectivamente. “Significa para el país diversidad, inclusión, defensa de nuestra biodiversidad, el poder y potencial de las regiones, y la decencia”, le exaltó Fajardo este miércoles, cuando inscribieron su candidatura conjunta ante la registraduría, acompañados por los demás precandidatos de la Coalición Centro Esperanza que han quedado por el camino.

Pregunta. Las candidaturas de Gustavo Petro y Federico Gutiérrez, en los extremos ideológicos, sumaron más votos en las primarias de sus coaliciones que el centro. ¿Cuál es la estrategia para remontar esa desventaja?

Respuesta. Tenemos las propuestas más viables para el país, y las más apropiadas para este momento específico. En ese sentido, el punto de partida es muy importante, porque son más de dos millones de votos, además de una representación importante en el Congreso. La estrategia está más orientada a convencer a un sector del electorado que aún no se ha definido por una alternativa presidencial, porque está esperando propuestas por fuera de la polarización que generan las candidaturas que menciona. Estamos seguros de que, en esta nueva etapa de la campaña, con un relanzamiento que comenzó con el anuncio de mi candidatura a la vicepresidencia, se inicia un proceso de generación de entusiasmo en ese electorado, que nos permita crecer, porque hoy Sergio tiene el mayor espacio para crecer, y que ese crecimiento llegue a punto en las elecciones del 29 de mayo para pasar a segunda vuelta. Yo creo que el paso a segunda vuelta prácticamente garantiza la llegada a la Presidencia de la república.

P. En una campaña en que están en juego tantas emociones, ¿cómo despertar entusiasmo desde el centro?

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R. Ese ha sido un desafío, no solo para el centro ideológico en Colombia sino en general. Hay ejercicios electorales recientes en el contexto internacional que muestran que sí se puede hacer, si se hace una campaña pragmática con soluciones concretas. La gente lo que quiere es vivir en paz y tranquilidad. Eso requiere la capacidad del Gobierno para implementar soluciones efectivas, y las soluciones efectivas requieren mínimos acuerdos y consensos. Las propuestas que polarizan a la sociedad colombiana generan mucha preocupación en un gran sector del electorado, porque saben que ninguna de las dos va a tener la capacidad de generar esos consensos necesarios.

P. ¿Qué ejemplo internacional tiene en la cabeza?

R. Yo participé en la campaña de Joe Biden en Estados Unidos, y después con Kamala Harris. Había el planteamiento muy polarizante de Donald Trump, pero también un planteamiento muy llevado hacia las tendencias más de izquierda del Partido Demócrata. Biden logró amalgamar el centro, y así pudo lograr la nominación y después el triunfo. El país quería avanzar por una ruta más tranquila. Colombia puede estar en un contexto similar.

P. ¿Cuál es el nuevo paradigma de desarrollo que están planteando?

R. He venido diciendo que Colombia tiene que ser una potencia ambiental y climática, y que su desarrollo debe basarse en su patrimonio natural. Sergio ha venido planteando que Colombia debe ser una potencia en bioeconomía. Ahí hay una coincidencia grande, y esa es la base del desarrollo. Sin desconocer el papel central que en un marco de sostenibilidad debe jugar el sector minero energético.

Luis Gilberto Murillo, fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, durante una entrevista en el hotel Casa Dann Carlton, Bogotá, Colombia, el pasado 22 de marzo.
Luis Gilberto Murillo, fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, durante una entrevista en el hotel Casa Dann Carlton, Bogotá, Colombia, el pasado 22 de marzo.Juan Carlos Zapata (EL PAÍS)

P. ¿Cuál es ese papel?

R. El sector minero energético es accesorio a este nuevo modelo de desarrollo, el principal criterio es la conservación de los activos naturales. Sin embargo, hay un espacio para este sector porque la misma transición energética implica la demanda de nuevos minerales, en los cuales Colombia puede tener una buena oferta en un marco de sostenibilidad.

P. ¿Qué opina de la idea de Petro de frenar la exploración petrolera?

R. Su propuesta de transición energética tiene dos elementos que no son convenientes para el país en este momento. El primero, que Gustavo hace un gran énfasis en la explotación y producción de combustibles fósiles, pero Colombia emite solamente el 0.4 % de las emisiones globales. Y la mayor parte de esa emisión, casi un 60%, proviene del sector agrícola y forestal. Entonces el énfasis en el sector petrolero, de hidrocarburos, puede llevar a sofismas de distracción. Hay que concentrarse en la deforestación, porque realmente las emisiones colombianas tienen que ver con deforestación y cambios de uso del suelo. El próximo gobierno debe calibrar muy bien cómo se transita hacia energías renovables de fuentes no convencionales. El contexto hoy, en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, lleva a que los países tengan que tener mucho cuidado con sus posibilidades de explotación de hidrocarburos.

P. Su candidatura representa las regiones y la periferia de Colombia. La de Francia Márquez en el Pacto Histórico, también. ¿Qué diferencia sus aspiraciones?

R. Hay diferencias sustanciales. Yo coincido con Francia y otros candidatos en que falta mucho para ser un país incluyente. Hay unas secuelas enormes de la discriminación racial y el racismo estructural, no solamente en el caso de poblaciones negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras, también en las comunidades indígenas, campesinas, parameras o ribereñas. Coincidimos en que hay que avanzar en la autonomía e inclusión de estas comunidades, la diferencia puede ser en el camino que hemos escogido. Francia, que es una lideresa muy respetable que ha tenido un gran impacto en la política colombiana, escogió el camino de la izquierda; nosotros escogimos recorrer el camino del centro ideológico, esa especie de tercera vía. Creemos que ese camino es más seguro y más expedito para la inclusión de poblaciones que han estado en desventaja y excluidas, pero también para que se sienta con mayor fuerza la voz de las regiones.

P. ¿Colombia sigue siendo un país racista?

R. Sí, claro. Es un país de contrastes. Tiene secuelas, el racismo estructural y la discriminación racial son históricas. La condición en que vive la población del Pacífico, del Magdalena, del sur de Bolívar, o en el Urabá antioqueño o el Darién, son una muestra viva de que Colombia es un país donde el impacto del racismo es alto. También se ve en la cotidianidad. Sin embargo, en medio de ese contraste, el país también ha avanzado.

Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo, la fórmula presidencial de la Coalición Centro Esperanza.
Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo, la fórmula presidencial de la Coalición Centro Esperanza.
Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

P. Usted es de Chocó y lideró el programa presidencial para la región Pacífico. ¿Qué hace falta para que deje de ser una de las regiones más olvidadas del país?

R. Desde el centro se han impuesto visiones del desarrollo que no se acomodan a la realidad de las poblaciones en el Chocó. La gente está buscando un desarrollo más articulado a la conservación de sus activos naturales porque es algo muy ligado a lo cultural. Y acá están viendo más la economía muy clásica. Entonces llega una empresa minera, como a mi pueblo, extrae el mineral y se va, y la riqueza no se asienta. Por otro lado, no se comparte valor, no se dejan allí inversiones y el Estado no ha tenido una política de desarrollo económico realmente incluyente del Pacífico, ha tenido más política asistencialista y casos aislados de desarrollo industrial. Eso debe cambiar. Hay que generar nuevos liderazgos, muy bien formados, que puedan servir de faros del desarrollo de la región.

P. Hay un deterioro de la seguridad en Colombia ¿Se ha cerrado la ventana para alcanzar la paz en Colombia que abrió el acuerdo negociado en La Habana?

R. Estamos planteando que vamos a implementar el acuerdo de paz de manera responsable, prioritaria y con sentido de urgencia, porque sino esa ventana se puede cerrar. El descuido y la falta de implementación en este Gobierno ha sido catastrófica. Estuve revisando los datos del Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, y en la reforma rural integral o en el capítulo étnico –que tiene que ver con comunidades indígenas y negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras– se ha hecho muy poco, casi nada. El acuerdo es el único en el mundo con un capítulo étnico, se está desaprovechando una gran oportunidad para que Colombia le muestre el camino a la comunidad internacional.

P. El presidente Iván Duque acaba de lograr su esperada audiencia con Joe Biden en la Casa Blanca, después de que la relación se tensó por la injerencia del actual partido de Gobierno a favor de la fallida reelección de Donald Trump. ¿Colombia ha logrado normalizar las relaciones?

R. Son heridas muy difíciles ya de cerrar, sobre todo en este Gobierno. El presidente Duque ideologizó las relaciones internacionales de Colombia, y las alineó con la derecha internacional, sobre todo esa derecha liderada por Trump. Eso llevó a que con la llegada de Biden se requería un cambio urgente de las prioridades y los énfasis de la relación entre Colombia y Estados Unidos, y el presidente Duque no tomó esas decisiones a tiempo. Esta visita tiene mucho que ver con lo protocolario, con el contexto internacional. Pero ya es tarde, Estados Unidos se está preparando para un nuevo Gobierno.

P. ¿Colombia debería restablecer algún tipo de relación con Venezuela?

R. Sí, bajo ciertas condiciones lo debe hacer. Colombia debe ser muy pragmática en su política exterior, que obedezca a intereses del país, y es difícil pensar que Colombia va a tener condiciones tranquilas, va a poder superar ciertos desafíos de seguridad, si no tiene al menos unas relaciones pragmáticas con Venezuela.

P. ¿La política antidrogas ha fracasado? El Gobierno Duque ha insistido en retomar las fumigaciones aéreas con glifosato.

R. La mal llamada guerra contra las drogas fracasó, y lo reconocen en Estados Unidos. En cuanto a la aspersión aérea con glifosato, no debe tener lugar en Colombia. Hay que buscar otras maneras de luchar contra el avance de cultivos ilícitos de coca. Aunque costosa, la erradicación manual es más efectiva que el uso del glifosato. Es contradictorio que, en un ecosistema tan importante, en uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo, se esté fumigando con glifosato de manera indiscriminada.

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