Era solo una escultura creada por el amor de unos abuelos hacia sus nietos, pero ha terminado convertida en un lugar de peregrinación turística. SI no has visto la película Mi Vecino Totoro, del maestro Hayao Miyazaki, te recomendamos hacerlo, porque es una obra maestra del cine de animación.
En una de las escenas icónicas de la película, las dos niñas protagonistas están esperando el autobús bajo una fuerte lluvia, cuando Totoro, un espíritu del bosque, se planta a su lado como si nada, mientras espera a su propio Gatobús, un autobús con forma de gato. En Japón Totoro es un ídolo nacional para niños y mayores, pero especialmente para los niños. Así que dos abuelos de la prefactura de Miyazaki (casualidades del destino), decidieron construir un Totoro a tamaño real, con parada de autobús y todo, para sus nietos, en los bordes de unas tierras de cultivo que tenían:
Era solo un regalo para sus nietos, pero al estar al aire libre, la hermosa escultura se convirtió en un lugar de peregrinación para los fans de la película, que acudían en docenas todos los días, para hacerse fotos con Totoro. La pareja de abuelos, lejos de molestarse, dejaron un paraguas rojo junto a la señal de la parada, para que las fotos salieran aún mejor ambientadas. En los días de lluvia, las visitas para hacerse una foto con el Totoro en las mismas condiciones atmosféricas que en la película, se multiplicaban.
La parada de autobús de Totoro se volvió tan popular entre los habitantes de la zona, que se ha convertido es una parada real del autobús turistico oficial inspirado en la mítica película. Un auténtico Gatobús, que recorre la prefactura de Miyazaki los fines de semana:
Una emotiva y entrañable historia que no es nueva, pero que si no la
conoces, y te gusta la película, resulta reconfortante en estos tiempos
oscuros en que vivimos. Mi Vecino Tororo se puede ver en Netflix, y también está disponible en Blu-ray, por apenas 12 euros.
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