Durante décadas, Renault ha lanzado al mercado todo tipo de coches emblemáticos, pero no siempre han creado modelos que hayan obtenido el resultado esperado. No quiere decir que hayan sido malos, pero simplemente no funcionaron. Eso es lo que define la historia del Renault 10.
En los años 60, la firma francesa quiso ofrecer algo nuevo. El R8 que lanzaron a comienzos de la década gozaba de una buena acogida, por lo que surgió la idea de utilizarlo como base para concebir una berlina más lujosa y potente. Sobre el papel, podía obtenerse un buen resultado, así que se dio luz verde al denominado 'Proyecto 119'.
En esencia, el coche era estéticamente similar al Renault 8, pero con unos nuevos grupos ópticos y más espacio. Además, se le intentó dar un toque más premium, especialmente en el interior. Aquí se utilizaron materiales de mayor calidad, con acabados que imitaban a la madera y nuevos asientos. De esta forma, se intentaba ofrecer un modelo para la clase media-alta.
Con 4,20 metros de longitud, motor trasero y la posibilidad de albergar a 5 ocupantes, el Renault 10 se empezó a fabricar en 1965. Eso sí, no fue hasta 1967 cuando llegó a España, donde fue fabricado por la filial FASA Renault. Inicialmente, se ofreció con un motor de 4 cilindros con 46 CV, pero más tarde llegaron otros con hasta 53 CV.
Junto a estas versiones, se llegó a crear una variante eléctrica por parte de la compañía Electric Fuel Propulsion. Solo se fabricaron 45 unidades, pero fue una manera de investigar otras formas de propulsión en un momento en el que los coches eléctricos estaban 'en pañales' y aún no podían lograr grandes resultados.
Un concepto que no cuajó
Con todas sus cualidades, parecía que el Renault 10 iba a cosechar el mismo éxito que el R8, pero esas ilusiones se disiparon pronto. Las razones de su fracaso pueden ser varias, pero la más mencionada fue que su configuración no era la más correcta, al contar con motor trasero. Entonces, se consideraba que esa opción ya estaba anticuada y era algo peligrosa, por lo que no fue apreciada.
Más allá de esto, lo cierto es que esta berlina francesa fue bien valorada por su espacio y por su buen comportamiento en marcha, donde destacaba su manejo y baja rumorosidad. No obstante, eso no fue suficiente y como más se pudo ver el R10 en nuestro país fue como coche de la Guardia Civil.
De esta forma, en 1970 cesó la producción de este modelo en España y un año después lo hizo en Francia. Fue sustituido por el Renault 12, que se presentó como un coche mucho más moderno y avanzado, lo que le hizo gozar de una popularidad claramente mayor que la de su predecesor.
Este artículo fue publicado en Top Gear por Sergio Ríos.
0 Comments:
Publicar un comentario