Si has visto la televisión o tienes acceso a internet sabes que Rusia decidió hace tres semanas invadir Ucrania. Los motivos son irrelevantes, porque la realidad es que no hay justificación, solo excusas para invadir a un país vecino indefenso.
Esta guerra (donde unos atacan y otros solo se defienden) ha hecho que Occidente tome cartas en el asunto. Enviando armas a Ucrania y cortando todo tipo de relación contractual con Rusia. La idea es ahogarla en su soledad. Así han reaccionado las grandes empresas tecnológicas.
Ante este hecho, y con el peligro de que se desate una guerra nuclear a gran escala, muchos ciudadanos han decidido comprar pastillas de yodo. Pero ¿para qué sirven? Vamos a explicarlo.
Tras un accidente nuclear (como el de Chernóbil que tan bien presentaron en la serie de HBO Max) por una explosión o una fuga de material radioactivo se libera, entre otros elementos, yodo radioactivo (I131).
Si el tiroides capta ese yodo radiactivo, explican en la OCU, se incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de tiroides. Esto se puede prevenir forzando que la glándula se sature por completo de yodo no radiactivo, de forma que no capte el yodo radiactivo.
Esto se consigue, en caso de necesidad, ingiriendo una dosis muy elevada de yoduro potásico. Pero ¿esto es bueno para nuestro cuerpo mientras no hay peligro real de explosión nuclear?
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recomienda evitar el uso de comprimidos de yoduro potásico preparados para accidentes nucleares sin una indicación expresa de las autoridades.
Además, los expertos recuerdan que ingerir yodo en exceso también puede acarrear riesgos para la salud. Un exceso de yodo, por ejemplo, puede generar una producción excesiva de hormonas tiroideas (tirotoxicosis) y también puede ocasionar hipotiroidismo.
Desde OCU animan a los consumidores a no dejarse llevar por las informaciones alarmistas y a menudo interesadas que solo contribuyen a empeorar la situación.
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