Con el combustible a precio de oro, no estamos como para que se nos estropee el motor del coche, y llevarnos el disgusto del año.
Si queremos evitar averías, a un coche hay que cuidarlo, como si fuésemos nosotros mismos. Tratarlo con cariño, con un correcto mantenimiento y, sobre todo, con paciencia.
La paciencia es clave para aplicar la regla del minuto que evita averías en los motores turbo. Es lo único que necesitas para alargar su vida y obtener un rendimiento óptimo.
Hoy en día casi todos los coches modernos tienen turbo, porque se ha bajado la cilindrada para reducir las emisiones, y para no perder potencia, se añade la turbocompresión.
Lo que hace el turbo es comprimir el aire que circula hacia el motor, lo que permite que más oxígeno llegue a más combustible. Esto consigue que el motor ofrezca más potencia.
Por su propia naturaleza y función, el turbo de un motor está sometido a una gran presión y estrés. Para reducir este desgaste, es necesario que funcione en condiciones óptimas. Y eso va en contra de la prisa.
Siempre vamos con prisa al trabajo, a recoger a los niños, a hacer tareas.... lo que repercute en la salud de los motores turbo.
Por eso los expertos de Top Gear recomiendan aplicar la regla el minuto para evitar averías en el motor turbo.
Es tan sencillo como, al arrancar, mantener un minuto el motor al ralentí. Esto le ayuda a coger temperatura, evitando los sobreesfuerzos. También permite que el turbo obtenga la lubricación que necesita, por lo que evitaremos que haya daños por rozamiento en zonas como el eje de la turbina.
Otro beneficio adicional es que el aceite y el agua obtendrán la temperatura de trabajo recomendable para que cumplan a la perfección su función: lubricar y refrigerar.
Después, durante los primeros minutos, es recomendable circular a bajas revoluciones.
Por último, conviene aplicar esta regla del minuto también cuando paras el coche: deja en reposo el turbo antes de apagar el motor, para evitar que el aceite acabe carbonizado al detenerse repentinamente la lubricación y encontrarse la turbina a una temperatura muy alta.
Es una regla sencilla, pero no es fácil aplicarla: esperar un minuto dentro del coche en estos tiempos de prisas en que vivimos, puede hacerse eterno.
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