Llegáis a casa de la universidad o del trabajo. Abrís el portátil y enchufáis el USB donde lleváis el trabajo de ese día. Os ponéis a trabajar, termináis de redactar el documento de Word y guardáis. Arrastráis el archivo al pendrive y ¿desconectamos con seguridad el pendrive?
En realidad, en ese momento podemos hacer dos cosas: ir a dispositivos conectados en Windows y darle al botón de expulsar de forma segura el USB o... desenchufar el pendrive del ordenador sin cuidado ni perdón.
Durante años la comunidad tecnológica ha discutido largamente sobre qué es mejor. Y la respuesta es la que no querías, ya que supone elegir el modo más lento y protocolario.
La forma correcta de desenchufar un USB es desconectándolo de forma segura del ordenador. Y tiene una explicación tecnológica que te convencerá de hacer cada vez que tengas que quitar el USB de tu ordenador.
Cuando conectamos un pendrive a un ordenador, en ese momento el USB y el PC están comunicados. Tanto a nivel de información como a nivel energético. Al enchufar se crea una unión que no se puede romper a la ligera.
Pese a que no estemos compartiendo archivos entre sí, hay una dependencia (sobre todo del USB al ordenador) en la que, para cortar ese lazo, se precisa de un aviso previo y de tiempo.
Desenchufar a las bravas el pendrive no solo puede hacer que tus archivos se rompan (o se vuelvan corruptos y por ende inservibles), sino que también puede traducirse en un pendrive que inútil porque algo en su interior se ha quemado (o roto).
Los USB que al poco de comprarlos empiezan a dar fallos de lectura, fallos de formato, errores aleatorios... suelen ser los que se utilizan a las bravas, sin llevar cuidado a la hora de desconectarlos del ordenador.
Al igual que Windows o Android necesitan tiempo para apagarse, los pendrive precisan de tiempo para desconectarse de forma segura y correcta.
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