Un nuevo proyecto que comienza en Melbourne (Australia) pretende aprovechar la avalancha de datos que ofrecen las ciudades modernas para que, mediante el uso de la inteligencia artificial y modelos predictivos, para reducir los tiempos de los desplazamientos.
El Corredor Inteligente es una prueba de tres años que se llevará a cabo en un tramo de 2,5 km de la calle Nicholson, en Carlton, una de las vías más transitadas de Melbourne.
El sistema, presentado esta semana por la Universidad de Melbourne, se nutre de datos históricos y en directo procedentes de una enorme y variada red de sensores, como: cámaras de CCTV, sensores Bluetooth, monitores de calidad del aire, información en directo sobre el transporte público, datos de tráfico en directo de TomTom...
Algunos de estos datos ya están disponibles en toda la ciudad, mientras que otros se han preinstalado en la zona de Carlton en el marco del proyecto AIMES (Australian Integrated Multimodal EcoSystem).
Según el equipo del proyecto, es la primera vez que se ha reunido una gama tan amplia de datos reales e históricos en un proyecto de gestión del tráfico, para ser analizados en tiempo real por algoritmos de IA y aprendizaje profundo.
La información que aporte este sistema "EcoTrafiX" se utilizará para diversos fines. En primer lugar, y tal vez el más relevante, será capaz de controlar los semáforos en todas las intersecciones del corredor para lograr un flujo óptimo.
La lógica de los semáforos dinámicos no solo reducirá los atascos, sino que cada parada y arranque se cobra su propio peaje en la ciudad en forma de ruido y emisiones, sobre todo cuando se trata de camiones de carga pesada.
Pero las cosas van mucho más allá. El sistema tiene varias formas de comunicarse con los usuarios de la carretera y el transporte público, para influir en el flujo de tráfico, ya sea en respuesta a un incidente o simplemente como medio de equilibrar la carga y optimizar las cosas.
Si un accidente impide que los tranvías pasen por una intersección determinada, el sistema puede hacer coincidir cada uno de los tranvías que puedan verse afectados con recomendaciones que lleven a sus pasajeros al lugar al que se dirigen, ya sea cambiando de tranvía o dando un pequeño paseo hasta otra entrada.
También hay una vertiente de seguridad: el sistema puede vigilar las zonas de paso de peatones y dar información a los conductores a través de las comunicaciones entre la infraestructura y los vehículos conectados.
Como se puede comprobar, este es el futuro de las ciudades inteligentes y conectadas: más seguras, más eficientes y menos contaminantes.
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