Los coches clásicos gustan a todo el mundo (o deberían). A lo largo del siglo XX se han creado verdaderos iconos cuya estética, muchos años después, volvió para triunfar. Bugatti es uno de esos casos, o las diferentes generaciones de Porsche que se suceden cada pocos años.
Sin embargo, hay coches que habría estado bien que hubiesen seguido enterrados en lo más profundo de los almacenes de algunas marcas. Vehículos que volvieron para atormentar a los aficionados, periodistas... Su alto precio, sus prestaciones, su alto consumo y su estética tiraban para atrás a cualquiera.
Hoy repasamos tres de ellos, con la esperanza de que en un futuro no se sume un Fiat Multipla, el Nissan Cube o el Kia Soul al elenco.
Nadie entendió a este Chrevolet. Se trató de un monovolumen que parecía un híbrido entre un Chrysler PT Cruiser y un Citroën, y con menos visibilidad que un tanque de la Segunda Guerra Mundial. Sí bueno, quizá es exagerar un poco, pero miradlo. Es sencillamente horrible.
Se presentó allá por 2005 en el Salón del Auto móvil de Los Ángeles y se inspiró en las camionetas y coches monovolumen de los años 40', y de hecho se concibió como respuesta al PT Cruiser. Ofrecía un motor de gasolina de 4 cilindros que desarrollaba 170 CV, tenía un par máximo de 222 Nm a 4.800 RPM con una transmisión manual de cinco relaciones.
Desarrollaba una velocidad máxima de 180 km/h y tenía una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,1 segundos. Su consumo mixto era de 8,6 litros a los 100 km.
Otro bofetón al buen gusto. Otra sangría para los ojos. Este hot rod (vehículos estadounidenses antiguos, clásicos o modernos, con un motor grande y que además habrá sido modificado con el objetivo de que el coche alcance unas mayores velocidades), que bien podía haber salido en Mad Max o cualquier película futurista de los 90, no dejó indiferente a nadie.
El Plymouth Prowler se presentó en el Salón de Detroit de 1993 y su diseño apenas varió hasta el inicio de sus ventas en 1997. Todo el coche tenía forma de flecha y su zaga estaba situada a la altura mucho mayor que la parte delantera. Su estética la seguía rompiendo dos tubos de escape y unos pilotos traseros, casi imperceptibles.
Bajo su caparazón tenía un propulsor V6 de 3,5 litros y 254 CV con un par máximo de 340 Nm a 3.850 RPM. Mandaba toda su potencia al tren trasero, a través de una caja de cambios de cuatro relaciones automática. Logró una aceleración de 0 a 96 km/h en 5,9 segundos y tenía un con sumo mixto de 12 litros a los 100 km.
Hubo una época en la que General Motors tenía un equipo de diseñadores sin miedo, noticias /motor/5-tecnologias-formula-1-puede-lleves-coche-saberlo-1043895">dispuestos a experimentar, pero hubo veces en las que se les fue de las manos. El ejemplo es este Chevrolet SSR. Sólo se produjo y se vendió entre 2003 y 2006. Puede haber gente que le guste, evidentemente, pero el hecho de estar en el mercado tan poco tiempo, igual sería por algo...
Se trataba de una pick-up deportiva biplaza con techo duro retráctil. Una versión deportiva de un vehículo destinado para el trabajo, descapotable y que se presentó en el Salón de Detroit en el año 2000. Tiene un diseño inspirado en el de los Chevrolet Advance Design de finales de la década de 1940.
El año de su lanzamiento equipó un bloque 5.3 V8 con 300 CV con caja de cambios automática de cuatro relaciones. Pero Chevrolet tardó poco en rectificar y lo sustituyó por el motor 6.2 V8 LT2 del mismísimo Chevrolet Corvette de sexta generación, que entregaba 400 CV de potencia y se le añadió la opción de tener una transmisión manual de seis velocidades.
Con el motor de 400 CV tenía un par máximo de 549 Nm a 4400 Rpm, tenía un consumo mixto de 14.7 litros a los 100 km y su aceleración de 0 a 100 km/h era de 5,9 segundos.
Este contenido fue publicado originalmente en TopGear España.
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