Arabia Saudí ha excarcelado a la princesa Basmah y a su hija Souhoud después de casi tres años detenidas sin que se presentaran cargos contra ellas. No está claro a qué obedece su repentina puesta en libertad, que se produjo el pasado jueves, pero no ha trascendido hasta ahora. Las autoridades saudíes, que desde el asesinato del periodista Jamal Khashoggi sufren un grave problema de imagen, no se han pronunciado al respecto.
Basmah Bint Saud, de 57 años, fue detenida junto a una de sus hijas, Souhoud al Sharif, en 2019 cuando se disponía a viajar a Suiza para recibir tratamiento por una afección cardiaca. Su encarcelamiento solo se conoció nueve meses después cuando sus familiares lo filtraron a la prensa. La misma opacidad que rodeó a su caso entonces se mantiene ahora. Al anunciar su excarcelación en la noche del sábado, el grupo de derechos humanos saudí ALQST recordaba que “en ningún momento durante su detención se ha presentado ningún cargo contra ella”.
Un asesor de la princesa, Henri Estramat, ha confirmado a Reuters que “las dos mujeres fueron liberadas de su detención arbitraria y llegaron a su casa de Yeda el jueves 6 de enero”. Según esta fuente, “la princesa se encuentra bien, pero va a buscar asesoramiento médico”. En su opinión, “da la impresión de encontrarse agotada, pero está de buen humor y agradecida de poder reunirse con sus hijos”.
El Gobierno saudí, que afronta un grave problema de imagen desde el asesinato de Khashoggi en su Consulado de Estambul, no ha hecho ningún anuncio o comentario. Tampoco lo hizo cuando la familia de la princesa reveló su detención o la propia interesada pidió clemencia a su tío el rey Salmán y a su primo, el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, en una inusitada carta abierta en abril de 2020. Como resultado de aquel atrevimiento, difundido por su familia en las redes sociales, las autoridades le cortaron el contacto con sus hijos.
La ausencia de información llevó a especular sobre los motivos de que se la privara de libertad. Algunos allegados de la princesa lo atribuyeron a su defensa de una reforma constitucional y los derechos de las mujeres. En una declaración escrita ante la ONU en 2020, su familia dijo que se debía a que “había criticado los abusos” del régimen y a una disputa por la herencia de su padre (tierras que le habrían sido requisadas cuando se vio obligado a abdicar y dinero congelado en cuentas suizas). Otras fuentes vinculaban el caso a su amistad con el príncipe Mohamed Bin Nayef, el heredero desplazado por Mohamed Bin Salmán y luego acusado de traición.
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Fuera cual fuera la causa, daba la impresión de que Basmah había quedado atrapada en una querella familiar. Ella siempre fue una princesa diferente, profesionalmente activa y con una inusual presencia en los medios de comunicación. Tal vez influyera el hecho de que la menor del centenar de hijos del rey Saud nació poco antes de la muerte de este y creció entre Beirut y Londres al lado de su madre siria. Aunque tras su boda con un prominente saudí en 1988 se instaló en el Reino del Desierto, después de divorciarse en 2007 empezó a escribir artículos para diversos medios, emprendió varios negocios y volvió a la capital británica.
Su denuncia de la corrupción y las desigualdades económicas en Oriente Próximo le dieron cierta fama de “abierta y mediática”, aunque nunca criticó a la familia real de la que se sentía parte. Pero esa actividad se hizo más complicada cuando regresó de nuevo a Arabia Saudí en 2016. Dos años más tarde, una entrevista con la BBC en la que hizo un llamamiento al fin de la intervención en Yemen fue su última aparición pública, antes de su detención justo el día en que cumplía 55 años.
Desde que el príncipe Mohamed Bin Salmán tomó las riendas del poder, numerosos críticos han sido detenidos, incluidos una docena de príncipes. Varios de ellos habían tenido cargos importantes al frente de las agencias de seguridad, como gobernadores o en los negocios. La princesa no encajaba en ese perfil. Además, fue encerrada en Al Hair, una cárcel de las afueras de Riad conocida por albergar a criminales y yihadistas, frente al habitual arresto domiciliario que solía emplearse con las mujeres de la familia real. Durante el reinado de Abdalá (2005-2015) salió a la luz el extraño encierro de cuatro de sus hijas en un palacio de Yeda. Tras la muerte del rey, no volvió a saberse de ellas.
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