Diecisiete capítulos para tronar, 140 paginas de superficie textual útil para aumentar los grados de libertad conceptual, de desligue de murallas encementadas de la mente.
Por: Daniel Potes Vargas.
Con diecisiete capítulos, Robert Posada Rosero, incursiona por cuarta vez en ese género imperialista que se apoderó de los recursos expresivos de los restantes matices literarios.
No lleva numeración sino nombres, desde El miedo, hasta Frenesí. Entre ambos extremos, corren quince descansillos capitulares que hablan de la pasión entre chicos, de la fiebre erótica entre adolescentes.
Dedicado a Gustavo y Luz Elena, esta obra, editada por Fallidos de Medellín, continúa la línea de El infierno según Lucas, Danza de muerte y La familia real. Sobre los drogadictos, sobre los sicarios la segunda y la tercera sobre una familia casi real, aquí se destapa Robert sin ningún tapujo, sin ninguna consideración seudo moralista.
Es la cofradía de Oscar Wilde en todo sus Ángeles en la cama. Recuerda la enjundia de Jean Genet, en Journal du voleur, el ajetreo amazónico de El sueño del celta, El fuego secreto de Vargas Llosa, Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, locas de felicidad de John Better.
No hay temor de cruzar una línea expresiva o temática. En la contraportada se alude al sexo oral o la elección y se dice sin alusiones perifrásticas todo el relato.
Con ilustraciones del pintor y fotógrafo de chicos desnudos, el británico Henry Scott Tuke, esta obra de ángeles en plena acción de travesura, será tema de comentarios y núcleo radiactivo de ideas sobre este asunto que comienza a salir del closet tanto sus autores como sus personajes.
Como historiador de la literatura tulueña, doy la bienvenida al reino de las letras a estos ángeles cachondos. Diecisiete capítulos para tronar, 140 paginas de superficie textual útil para aumentar los grados de libertad conceptual, de desligue de murallas encementadas de la mente.
0 Comments:
Publicar un comentario