John Jairo Gómez en la ciudad de las maravillas

Hacía mucho tiempo no se lograba un consenso tan apabullante entre el pueblo tulueño, y lo logró John Jairo Gómez Aguirre con su inefable gobierno.

Los únicos que al parecer no se dan cuenta el estado de deterioro creciente en que se encuentra el corazón del Valle es su alcalde John Jairo Gómez Aguirre, sus secretarios de despacho y sus áulicos, quienes dan la impresión de vivir en la ‘burbuja’ creada por el eslogan chabacán de #YoSiQuieroGacheocha.

Regresar a Tuluá es volver a la tierra de nuestros ancestros, reencontrase con amigos y familia, es confundir la alegría de sus gentes con el calor de una ciudad que ahoga más por el sopor de su inseguridad, criminalidad y abandono, que por los insoportables climas que se registran en esta temporada del año.

Caminar por sus calles y el centro de la ciudad, una experiencia que debería ser un disfrute se convirtió en una sensación que solo trasmite desesperanza e incertidumbre, pues permite vivir de cerca la decadencia de una urbe que hasta hace muy poco nos hacía sentir orgullosos a los tulueños: “que fea, sucia y descuidada está la ciudad”, es el cometario generalizado.

No hay taxista o mototaxista, que se refiera en buenos términos al Mandatario local, todos al unísono consideran que ha sido una tragedia para el pueblo tulueño, que brilla por su ineptitud e incompetencia y que ha sido incluso más dañino que el covid-19 y el paro nacional con sus absurdos bloqueos.

Su gestión se agota en pequeñas obras de «cemento» que tanto criticó en el pasado.

La inseguridad campea a sus anchas, los homicidios son pan de cada día, y hasta los descabezados amenazan con volverse parte del paisaje, como cuando fungió como secretario de Gobierno en la Administración de José German ‘Chepe’ Gómez, ni para que hablar de la zona rural donde las disidencias de la Farc tienen el control, como dan cuenta de manera regular los medios nacionales.

Al regresar quise tomarme unas fotografías con las cacareadas “mega obras” o “super obras”, no vaya y se convirtieran en el futuro en sitios turísticos inaccesibles, pero solo encontré algunos reparcheos en las deterioradas vías, como un sastre desesperado remendando un pantalón viejo y ajado, pero nada espectacular que mostrar, sus ejecuciones se agotan en el palo de “selfie” y los videos para divertir a los tulueños.

El sistema semafórico cayéndose a pedazos por la falta de mantenimiento preventivo y la acción de los vándalos es el mejor reflejo de la incapacidad de un personaje que nos demuestra que tan nefasto es invertir en la práctica “la teoría de las ventanas rotas”, que sostiene que mantener los entornos urbanos en buenas condiciones puede provocar una disminución del vandalismo y la reducción de las tasas de criminalidad”.

En la Tuluá de Gacheocha sucede todo lo contrario, la fealdad de la ciudad es el reflejo de la creciente criminalidad, el desorden, el caos vial y la falta de autoridad, aquí nuevamente cada cual hace lo que se le viene en gana, porque desde la propia Administración Municipal se han encargado de apuntalar al Mandatario local como un mero chiste, un costoso hazmerreír para la ciudad.

About Jose Alexis Correa Valencia

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