Una elección vergonzante - Al Instante

Concejales de Tuluá hicieron uso del voto secreto para intentar pasar de agache frente a una elección que hiere la dignidad y decencia del pueblo tulueño, agobiado por una criminalidad rampante ante la permisividad de quienes tienen la obligación de impulsar acciones para protegerlos.

Por: Robert Posada Rosero

La elección de Heyber Rivera Padilla como nuevo secretario general del Concejo de Tuluá con el apoyo de doce de los ediles, es la demostración que la política tulueña no puede ser más decadente y pasa por su peor momento, una situación proporcional a la que vive el municipio en materia de criminalidad, considerada hoy la mayor problemática que afrontan los tulueños.

Y es que incorporar al “Honorable” Concejo Municipal a un personaje con tantos y tan delicados cuestionamientos envía un mensaje que no podría ser más negativo para una ciudadanía que clama porque cesen las extorsiones, los asesinatos y los hurtos de toda clase, pues ya ni en los propios hogares ni los sitios para salir a compartir en familia se puede estar tranquilos.

John Jairo Gómez Aguirre tiene el mérito de haber devuelto a Tuluá a sus tiempos más oscuros en todos los aspectos, una vergüenza que nadie quiere cargar sobre sus hombros, de ahí que no se explique que la prematura campaña para sucederlo, cuando le quedan más de dos años largos de desgobierno, tenga enfrentados a sus propios aliados.

Con que cara van a salir a pedir el respaldo de los tulueños personajes como los secretarios de Gobierno y Educación, coronel (R) Jorge Gallego Chávez y Ever Villegas, cuando ellos desde la Administración Municipal y sus ediles desde el concejo también son responsables directos de la debacle que sufre el corazón del Valle. Cómo lo hará Hernán Cifuentes, cuando Consuelito ha sido protagonista de primer orden en este desbarajuste administrativo y social.

Acaso creen que los tulueños son tan torpes para dejarse embaucar desde Guacarí durante dos periodos seguidos para imponerles una caterva de incompetentes e ineptos para que los mal gobiernen, una camarilla incapaz de asumir su turbio proceder, como sucedió con la elección de Rivera Padilla, quien logró los votos en secreto, pero sobre quien en público guardan grandes recelos.

Es tan vergonzosa la actuación del concejo que el nuevo flamante secretario general retiró su hoja de vida aduciendo problemas personales, pero solo dos horas después la colocó nuevamente a consideración de la Corporación edilicia, y desde Cali la ‘Mona’ habría tenido que esforzarse para que, pese a los reparos de varios concejales, conseguir los doce votos que aseguraban su espuria elección.

La situación es tan bochornosa que los concejales Cristian Hernández, Oscar Oswaldo Gómez y Sandra Arrubla habrían votado en blanco, aunque el conteo de la votación solo arrojó dos votos en blanco. Alguien miente, amparado en las bondades del voto secreto, ese que tanto gusta y al que recurren en la Corporación para intentar tapar su cinismo para con los ciudadanos que padecen la insoportable ola de violencia que ya deja tres descabezados.

En comunicación con este periodista, haciendo uso de su derecho al voto secreto, la concejal del partido Verde, Sandra Arrubla, me manifestó que no podría votar por una persona como Rivera Padilla, porque a ella la apoyaron muchos vendedores y comerciantes de la galería, golpeados duramente por el flagelo de la extorsión y apoyarlo sería un mensaje muy negativo para sus electores.

Curiosamente, este mismo día, cuando llegaba a Tuluá, el conductor que me transportó desde la nueva Terminal de Transporte hasta mi lugar de residencia se quejó porque un familiar con el que trabaja en las mañanas en galería debe pagar 200 mil pesos mensuales a las estructuras criminales que manejan el lugar, 800 mil pesos al mes, que sumados al arriendo del puesto y el pago de servicios públicos eleva los costos de poder trabajar a 2.000.000 millones de pesos al mes; “Toca pagar, lo matan o se tiene que ir”.

Que le dirán los concejales Consuelo Cifuentes, Diego Fernando Suaza, Javier Jaramillo, Robinson Rengifo, Brian Andrés Avilez, Sulay Córdoba, Julio Cesar Morán, Albeiro Quintero, Ivon Karime Toledo R., Alexander Agudelo, Carlos Arturo Londoño Marín y el concejal número doce a estos tulueños que viven agobiados por la aparente connivencia de destacados actores de la sociedad civil tulueña con los criminales.

La del pasado martes es una sesión para el olvido, una “elección vergonzante” y ustedes concejales son una vergüenza para la ciudad, pueden intentar esconderse todo lo que quieran detrás del voto secreto, pero esa artimaña digna de una clase mafiosa no les servirá para pasar de agache antes los tulueños. Si en verdad son “honorables” actuarían de cara a la ciudad y no entre sombras como lo vienen haciendo sin sentir un poquito de asco por su propia conducta.

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