Gardeazábal afirmó que el asesinato del periodista tulueño «advierte el peligro que se corre por emitir opiniones que generen controversia o le hagan cosquillas a los verdaderos dueños del poder en Tuluá».
Por Robert Posada Rosero
Que fuerte y contundente mensaje han enviado a Tuluá la noche del domingo los violentos. El vil asesinato del periodista Marcos Efraín Montalvo Escobar es un claro mensaje de las estructuras criminales que dominan al corazón del Valle, y que no están dispuestos a ser expuestos ni cuestionados por nadie y mucho menos por una prensa libre.
No basta con salir a decir que Marcos era irreverente o el maestro de maestros del periodismo local, o que enseñó el oficio a tantos que trabajaron a su lado en los diferentes espacios en los que compartieron con él. Hoy tenemos que alzar la voz para exigir JUSTICIA, así esta no llegue, pero nuestro mayor homenaje es exigir de las autoridades claridad sobre los perpetradores y las causas de su crimen.
Marcos era una voz solitaria, pero fuerte e incomoda en una ciudad en donde el periodismo se compra con monedas; no siempre coincidimos y no pocas veces fui blanco de su pluma mordaz, pero siempre respeté su carácter, estilo y capacidad para escribir y decir las cosas con la claridad y sabiduría que dan los años en este trabajo.
Escribo con dolor, rabia e impotencia. Escribo con lágrimas en los ojos al corroborar una vez más que nuestra ciudad perdió toda capacidad de asombro, y que duro es comprobar que esta gente no tiene límites, que son capaces de cualquier cosa, hasta de lo impensable. Sí, lo impensable, porque familiares y colegas coinciden en que es increíble que llegaran a tanto, pero lo hicieron.
Hace uno días, sostuve, por esas cosas del azar, una amena conversación con un concejal de la coalición de gobierno en la ciudad, a quien le dije que todos éramos responsables por la terrible situación que vivía Tuluá, y hablamos específicamente del tema de seguridad, en donde ya nadie se siente seguro. Esa tarde le manifesté que quienes teníamos la oportunidad de hacer algo teníamos la responsabilidad de hacerlo.
No me extrañó que esta mañana el alcalde de Tuluá, John Jairo Gómez, haya afirmado en Blu Radio que como autoridades locales no conocían de amenazas contra la integridad y vida de Marcos Efraín Montalvo, lo mismo manifestaron esas mismas autoridades locales a la Unidad Nacional de Protección, UNP, cuando esta entidad me realizó en el primer semestre de este año un estudio de seguridad, tras las amenazas que he recibido por mi ejercicio periodístico, concluyendo que como periodistas conocíamos los riesgos por lo que escribíamos y que debíamos asumirlos.
Hoy me reafirmo en mis convicciones y mi libertad para escribir y ejercer el periodismo. Cada tulueño sabe que grado de responsabilidad le cabe en la debacle de nuestra ciudad, cada uno sabe si quiere seguir mintiendo y mintiéndose, pero al final no habrá espacio para mentirle a la conciencia. El infame asesinato de Marcos Efraín Montalvo debería servir para que cada tulueño haga un mea culpa. Mataron a Marcos, pero no mataran la verdad ni al periodismo…
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