Sleiman Iskandar, contratista de 28 años, tenía este sábado su camioneta aparcada, bloqueando el paso en el puente internacional que une Windsor, del lado canadiense, con Detroit, en Estados Unidos. Ante sí, permanecían apostados las decenas de coches y un par de camiones que llevan seis días obstruyendo el tráfico en señal de protesta contra la orden de vacunación obligatoria para conductores comerciales en trayectos transfronterizos. Un agente de la policía local se ha acercado a la ventana de Iskandar y le ha dicho: “Se acabó el juego, tienen que moverse”. El joven ha obedecido. No quería que lo “llevaran preso”. Cuando ha empezado a mover con estudiada parsimonia su vehículo, que le ha servido de refugio en las últimas y gélidas noches, el agente ha regresado. “Oye, ¿manejas tan lento porque esta mierda no soporta más velocidad?”, le ha preguntado a Iskandar. Y ambos se han echado a reír. Así es como se resuelve un conflicto a la canadiense.
Centenares de agentes de la policía de Canadá ha desalojado pacíficamente a quienes bloqueaban desde hace días el puente Ambassador, una de las vías de unión comerciales más ajetreadas entre ambos países. La rebelión de los camioneros por las medidas sanitarias impuestas el 15 de enero en Canadá ha tensado la relación entre el Gobierno de Justin Trudeau y el de Joe Biden, que ha visto con preocupación las consecuencias millonarias del bloqueo. Más del 25% del comercio bilateral pasa por aquí. Entre 8.000 y 10.000 camiones transportan a diario bienes por valor de 300 millones de dólares (unos 264 millones de euros). El subjefe de policía de Windsor, Jason Bellaire, ha asegurado este sábado que, pese a que han podido descongestionar el paso, no está claro aún cuándo se reabrirá el eje comercial.
Una de las industrias más afectadas por la caravana de la libertad, formada en esta tranquila localidad por no más de 10 camiones, decenas de camionetas y centenares de manifestantes, fue la automovilística, que tuvo que reducir su producción y enviar a los empleados de ambos lados de la frontera a casa. Los activistas antivacunas de este rincón de Ontario han protagonizado un sonoro spin off de la protesta madre, que desde hace 15 días tiene bloqueada Ottawa, la capital de Canadá, y ya ha sido replicada en lugares como Francia, Países Bajos o Nueva Zelanda. El departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos se teme que una protesta similar estropee la gran fiesta de la Super Bowl, que se celebra este domingo en Los Ángeles.
Con el termómetro clavado en los 6 grados bajo cero y azotados por una impiadosa nieve, decenas de manifestantes se daban por vencidos al mediodía ante el despliegue policial. Han cantado el himno canadiense un par de veces, emocionados hasta el punto de las lágrimas. “Yo conducía un camión hasta que las restricciones obligaron a cerrar restaurantes y mi empleador ya no me necesitaba”, comentaba Daniel Dalryple, de 54 años, plantado junto a una tranquila muchedumbre que pedía a la policía que se apartara de su camino. “Son mejores que esto. Los amamos, pero… compórtense como canadienses”, decían a los manifestantes. La mayoría no eran camioneros, pero apoyaban la causa contra las restricciones sanitarias.
Después de que un tribunal de Ontario ordenara el viernes el desbloqueo del puente fronterizo, los policías se acercaron a la autodenominada caravana de la libertad repartiendo panfletos en los que advertían de que si no se movían, se enfrentarían a consecuencias legales. Esa noche, la del viernes al sábado, hubo música y bailes. Por la mañana, la flota de coches en el puente se había reducido. Los que persistían lo hacían motivados por un declarado anhelo de “recuperar su libertad”. Entre bocinazos y gritos, han cedido sin que se registraran episodios de violencia ni detenciones.
Entre banderas canadienses colgadas en las camionetas y agitadas por los manifestantes, aparecía una de Trump 2024. “Él es maravilloso, es lo que necesitamos aquí”, ha afirmado un constructor de 22 años, que habló bajo condición de anonimato. También ha aprovechado para dejar una advertencia: “Que nos vayamos no significa que esto se acabe. No hemos terminado aún”. Nasir, de 28, comparte esa visión: “Vamos a seguir. Esto solo va a acabar cuando levanten el mandato de la vacuna obligatoria. Mucha gente vino a este país para ser libre y ese no está pasando en este momento. Tienen que vacunarse para continuar con su vida y asegurarse de que puedan alimentar a su familia”, agrega. Una pegatina en la ventana de su camioneta decía: “Fuck Trudeau”.
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La policía local informó este sábado de que habían arrestado a 26 personas y emitido más de 2.600 multas relacionadas con la protesta. El jefe de policía Ottawa, Peter Sloly, reconoció que sus agentes están cansados y que necesitan refuerzos. “Haremos cumplir [la ley] en la medida en que nuestros recursos nos lo permitan”, dijo el viernes.
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