A TULUÁ LE GUSTA “VIVIR SABROSO”

Atrás quedaron las afugias económicas generadas por la pandemia o el alza de precios ocasionado por el paro, en Tuluá no se habla de extorsiones, decapitados o cartelización de alimentos, anunciado el cartel de la feria llegó el momento de “vivir sabroso”.

Editorial

“Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”, es una frase manida que se trae a colación cada vez que nos encontramos con un mandatario incompetente que, de alguna manera, termina representando a la minoría que lo eligió confiando ingenuamente en sus propuestas populistas.

Para nadie es secreto que Tuluá va por mal camino, que John Jairo Gómez Aguirre como gobernante ha sido muy inferior a las responsabilidades que le tocó asumir y que su gestión es tan ineficiente, pobre de resultados y caótica, que a su lado José Germán ‘Chepe’ Gómez, luce como un verdadero estadista y hasta está dispuesto a volver a salir a la calle sin tener que pasar vergüenzas.

“Vivir sabroso”, dicen los entendidos, en una frase acuñada en las profundidades de nuestras comunidades afros para significar una forma de vida cotidiana construida a través “del trabajo colectivo, la lucha y la resistencia de las comunidades” para enfrentar el peligro, el riesgo y la tensión generado por la violencia, más allá de los lineamientos jerárquicos definidos desde la capital del país.

Pues bien, Tuluá volvió a presentar índices de violencia que habían sido superados, y que fueron escabrosos en el periodo 2011-2015, con decapitaciones de seres humanos, extorsiones generalizadas, cartelización de productos básicos de la canasta familiar y una guerra no tan silenciosa entre estructuras criminales por el control de todas las economías ilegales.

La infraestructura pública luce en el abandono, es una suerte encontrar un semáforo en buen estado, las calles sucias, las vías desechas, como lo evidencia el barrio Villa Campestre o el corregimiento de Tres Esquinas y comunidades enteras incomunicadas, como lo vienen denunciando habitantes de La Rivera y El Picacho.

Los piques ilegales de motocicletas, que hoy se realizan cualquier día de la semana y en por toda la ciudad, son la demostración indiscutible de la falta de autoridad; ni Gómez Aguirre ni el cuestionado secretario de Gobierno, coronel (R) Jorge Gallego Chávez, han podido o querido responder al sentir de las comunidades, quienes se están resignando a verlos como unos ineptos en la materia.

El Palacio de Justicia sigue destruido y pocos se atreven a denunciar hechos de corrupción pública o las extorsiones, el asesinato del periodista Marcos Montalvo, mandó un mensaje claro y fuerte, y no son pocas las veces que quienes se atreven alzar la voz reciben mensajes o llamadas “invitándolo” a “despublicar”.

Precios de palcos entre los 6 y los 10 millones de pesos en Feria de Tuluá.

Sin embargo, todo esto quedó atrás, los tulueños tienen su propia identidad, y al parecer, también han construido una cotidianidad que les permite “vivir sabroso”, sin importar los múltiples problemas que los aquejen. El anuncio del cartel de la feria así lo evidenció.

Atrás quedaron las quejas por las precarias condiciones generadas por la pandemia y hasta el mismo paro. Hoy hacen cuentas para adquirir las costosas entradas al evento musical que, muy seguramente, volverá a dejar al municipio un déficit superior a los 2 mil millones de pesos, mientras los empresarios se soban las manos. “Igual se van a robar esa plata, que por lo menos hagan conciertos”, me expresó un ciudadano.

Desprecian el orden, la autoridad y el cumplimiento de las normas por considerarlos “activos” de la “gente de bien”. Al igual que en Cali, pareciera que el desorden, el abandono y la destrucción del municipio fuera el ideal que se quiere alcanzar, un fin montado sobre el reclamo de igualdad y equidad, pero que, en realidad, y a juzgar por los comentarios cargados de rabia y odio, solo se sustentan en la frustración, la envidia y el resentimiento.

Ese pensamiento privilegia el pan y circo sobre la gestión seria, desprecian a buenos gobernantes como Enrique Peñalosa o Gustavo Vélez para arropar a mandatarios populistas como Jorge Iván Ospina y John Jairo Gómez Aguirre, quienes han hecho de Tuluá y Cali dos ciudades invivibles, pero hacen ferias y alumbrados, dejan a la gente “vivir sabroso”.

Es difícil entender este nuevo y revolucionario modelo de pensamiento y sociedad, pero más desesperanzador es encontrar que personas con cierta capacidad de raciocinio y lógica no se arriesguen a pensar, y muy triste tener que aceptar que Gardeazábal tenía razón al afirmar que “para la estupidez no hay cura”, y lo peor, descubrir que al parecer esta cualidad es contagiosa y no se salvan ni reconocidos opinadores.

About Jose Alexis Correa Valencia

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