La invasión rusa de Ucrania ha abierto los ojos a Alemania, donde hasta hace un mes era impensable que el Gobierno se planteara enviar armas ofensivas a un país en guerra o el rearme de su hasta ahora infrafinanciado ejército. Pero la escalada de violencia desatada por Putin ha marcado un punto inflexión. La época del apaciguamiento y de asumir un segundo plano en las cuestiones de política exterior y seguridad ha terminado para Berlín. “Ningún país, ni siquiera Alemania, puede ser neutral en cuestiones de guerra y paz”, afirmó este viernes la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock. El Gobierno se dispone a crear una estrategia de seguridad nacional —el primer proyecto de este tipo en la historia de la República Federal— y, entre otras cosas, este nuevo plan implicará asumir mayor responsabilidad dentro de la OTAN.
“Para nosotros, para mí, existe una responsabilidad especial por la culpa de Alemania en la guerra y el genocidio”, aseguró Baerbock durante la presentación de los trabajos para elaborar la estrategia que coordinará su ministerio, pero involucrará a varios departamentos del Gobierno. “Esto quiere decir que tenemos la obligación de apoyar a aquellos cuyas vidas, libertades y derechos están amenazados”, añadió. La ministra presentó su nueva estrategia al día siguiente de que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, criticara en el Bundestag la excesiva cercanía de Berlín al Kremlin, priorizando las cuestiones económicas sobre todas las demás.
La guerra que Vladímir Putin ha iniciado en Ucrania enfrenta a Alemania “a una nueva realidad en materia de seguridad”, aseguró la ministra, que adelantó que Berlín tendrá una postura clara, mayor capacidad de acción y unos instrumentos de política exterior y de seguridad más precisos. “A la luz de la ruptura radical de Rusia con nuestro orden de paz, debemos llevar los principios que nos guían a la práctica”, subrayó.
El giro radical de la política exterior y de defensa alemanas se produjo hace tres semanas, cuando el canciller, Olaf Scholz, pronunció en el Bundestag un discurso histórico en el que prometió 100.000 millones de euros para el Ejército. Las decisiones se van concretando desde entonces: Berlín ha anunciado esta semana la compra de 35 cazas de fabricación estadounidense F-35, considerado el avión de combate más moderno del mundo y capaz de transportar bombas nucleares.
La nueva política de seguridad irá más allá del renovado esfuerzo militar y de la diplomacia, apuntó Baerbock. La estrategia debe vincularse a las políticas de la Unión Europea y de la OTAN. Y aunque ha sido la invasión rusa lo que ha desencadenado el nuevo enfoque alemán, la creación de un plan de seguridad ya se contemplaba en el acuerdo de coalición que firmaron socialdemócratas, verdes y liberales en diciembre pasado.
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Un papel más activo
Alemania tomará un papel más activo y asumirá más responsabilidad en la Alianza Atlántica, dijo la ministra de Exteriores. La guerra muestra “una vez más que la seguridad depende de la capacidad de la OTAN para formar alianzas”. El fortalecimiento del flanco oriental y “ejercicios militares adaptados a las nuevas realidades” serán claves en esta etapa, porque “toda el área oriental de la Alianza está sujeta a una nueva amenaza”, subrayó. Por eso, es necesario establecer la presencia de la Alianza en los países del sureste de Europa, añadió, y asegurar que “la disuasión nuclear de la OTAN siga siendo creíble”. El anuncio de Baerbock se ha producido un día después de la visita a Berlín del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que ratificó una vez más su rechazo a la intervención de tropas en Ucrania porque, de hacerlo, la Alianza se convertiría “en parte del conflicto”.
La nueva estrategia de seguridad alemana abordará también las delicadas relaciones con China. Berlín debe independizarse de las importaciones de energías fósiles, aseguró Baerbock, pero teniendo cuidado de no caer en nuevas dependencias económicas. “Ahora hemos comprobado que una orientación económica unilateral nos vuelve vulnerables”, constató, en uno de los pocos ejemplos de autocrítica que se han escuchado estos días a los políticos alemanes. Alemania estas semanas ha empezado a revisar sus relaciones pasadas con Rusia, pero el debate se centra todavía más en el ámbito académico que en el de los responsables políticos. “Lo que es crucial es que no nos permitamos ser desterrados al silencio, que no nos traguemos las cosas porque somos dependientes económica o energéticamente, sino que tomemos una posición, incluso cuando sea difícil”, subrayó.
Scholz pide un alto el fuego a Putin
Los esfuerzos diplomáticos de los líderes occidentales para parar la guerra continúan. El canciller alemán ha sido el último en hablar con el presidente ruso. Olaf Scholz instó de nuevo a Vladímir Putin a declarar “un alto el fuego lo más rápidamente posible” durante una conversación telefónica que ambos mantuvieron a primera hora de la mañana del viernes. Según un comunicado del portavoz de la Cancillería, los mandatarios hablaron durante más de una hora sobre la guerra “y los esfuerzos para terminarla”. El canciller alemán insistió en que se debe mejorar la situación humanitaria y avanzar para encontrar una solución diplomática al conflicto, añadió el portavoz.
El relato de las agencias de noticias rusas aporta otro contenido. Putin le habría dicho al canciller alemán que Ucrania está tratando de retrasar las conversaciones con Rusia presentando propuestas poco realistas. Pese a ello, asegura estar dispuesto a continuar las negociaciones. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que la llamada de Putin con Scholz había sido dura, pero profesional, según recoge Reuters.
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