Gabriel Boric es desde este viernes el presidente más joven de la historia de Chile. Con 36 años cumplidos en febrero, alcanzó por poco la edad mínima que la Constitución de su país exige a los jefes de Estado. Pero la edad no es el único hito de su presidencia. Boric está acostumbrado a romper las reglas. El atuendo informal que lució cuando juró como diputado en 2014 le valió el repudio de sus pares de traje. Ocho años después, Boric se puso camisa y saco, pero no una corbata. Son detalles, algunos pequeños, otros no tanto, cargados de simbolismo político. Chile tendrá que acostumbrarse a ellos.
Los tatuajes que luce Boric son toda una novedad para un presidente de Chile. Boric lleva grabados un árbol, un faro y el mapa de Magallanes, la región del extremo sur del país donde nació. Yumbel Góngora, una artista del tatuaje en Chile, contó en una entrevista reciente que diseñó el mapa que Boric lleva en el brazo cuando ya era diputado. “Todos sus tatuajes giran en torno a su región de origen”, contó. Los tatuajes van acorde con la generación del nuevo presidente, lo mismo que el uso que hace de las redes sociales. Una de las estrellas del mundo digital de Boric es Brownie, su perro, titular de sus propias cuentas en Instagram y Twitter. “Me encuentro aquí frente a ustedes, en la que es una de las grandes sorpresas del destino, yo, un perrito quiltro, me convierto, por elección popular en el Primer Perro de la República”, se lee en un mensaje publicado este mismo viernes en la cuenta de la mascota presidencial, que tiene más de 90.000 seguidores.
#CambioDeMando2022
Me encuentro aquí frente a ustedes, en la que es una de las grandes sorpresas del destino, yo, un perrito quiltro, me convierto, por elección popular en el Primer Perro de la Republica 🇨🇱. pic.twitter.com/0gcVIGRmqn— Brownie Boric Font (@BrownieBoric) March 11, 2022
Pero no solo se trata de tatuajes, vestuario y redes sociales caninas. Desde que ganase la segunda vuelta electoral, Boric y los integrantes de su Gobierno han sumado una serie de hitos que ya dan forma a una nueva forma de ejercer el poder. La elección de un Gabinete con mayoría de mujeres es la evidencia más obvia. La elección de algunos nombres no lo es tanto. Al frente del ministerio de Defensa, Boric nombró a Maya Fernández, nieta del presidente Salvador Allende. Fernández nació en Santiago, pero cuando Augusto Pinochet derrocó a su abuelo debió exiliarse en Cuba, donde vivió su infancia y su adolescencia.
Durante la investidura presidencial de este viernes se sumaron nuevos símbolos. Izkia Siches y Camila Vallejo, dos de las ministras más poderosas del Gabinete, eligieron para la ceremonia en el Congreso ropa morada, el color que identifica la lucha de las mujeres contra la violencia de género. La jefa de protocolo del presidente, Manahi Pakarati, se vistió de blanco, pero llamó la atención por su atuendo tradicional Rapa Nui, como también se conoce a la Isla de Pascua, donde nació. Los hombres también tuvieron un detalle particular en sus ropas: un prendedor en forma de ciprés que está inspirado en “el árbol de Boric”. El ciprés en cuestión está ubicado en Punta Arenas, región de Magallanes, y se hizo famoso por la afición del nuevo presidente a subirse a sus ramas. Para los seguidores de Boric, el árbol es símbolo de su meteórica carrera política.
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Boric rompió otra tradición con la elección del conductor del Ford Galaxie descapotable desde el cual los presidentes chilenos saludan a sus seguidores tras su investidura en el Congreso. Puso al volante a una mujer, la suboficial Lorena Cid, escolta del jefe de Estado desde noviembre del año pasado. La banda presidencial que lució Boric también fue fruto de una innovación. Si el presidente saliente, Sebastián Piñera, encargó la suya a un sastre de París, su sucesor optó por las mujeres del Sindicato Revolucionario Textil y su taller de Santiago. Otro detalle: en el menú que se sirvió a los presidentes invitados hubo una opción de comida vegana muy a tono con los tiempos.
El protocolo no será el fuerte de Boric. Tras la ceremonia de este viernes, la custodia de La Moneda habrá tomado nota del desafío que enfrenta. El presidente se esforzó por respetar las formas, pero las rompió en cuánto lo creyó necesario. A la salida del Congreso en Valparaíso, ya investido en el cargo, ordenó detener el auto para saludar con apretones de manos a la gente que le vitoreaba tras las rejas de seguridad colocadas por la policía. Más tarde, cuando atravesó la plaza de la Constitución para llegar a La Moneda se salió del libreto para sacarse selfies con sus seguidores.
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