El diseño se ha ido conociendo por capítulos y ya casi no quedaba nada nuevo que revelar. Pero el Vaticano ha publicado hoy por sorpresa, día de San José y noveno aniversario del Pontificado de Francisco, el texto de la Constitución apostólica con la que certifica la reforma de la curia y de su estructura. Un nuevo modelo de organización querido por el Papa desde hace ocho años que intenta descentralizar el poder que ha acumulado desde hace tiempo, especialmente en organismos como la Secretaría de Estado, que perderá peso de forma significativa. La punta de la pirámide pasa a ser el dicasterio para la Evangelización de los pueblos, que otorga un espíritu de misión a la curia, tal y como explica el preámbulo del documento. Además, este espacio se abrirá de forma estructural a laicos y mujeres, que ya no tendrían ningún impedimento formal para presidir los grandes ministerios.
La nueva Constitución (Praedeicate Evangelium), de 52 páginas, modifica oficialmente el organigrama de la Curia romana —la mayoría de reestructuraciones ya se habían implementado y están funcionando con normalidad—, entrará en vigor el 5 de junio, fecha en la que sustituirá a la “Pastor Bonus”, promulgada por Juan Pablo II en 1988. La confección del diseño ha durado alrededor de ocho años y se ha configurado en las reuniones del llamado C9, el consejo de cardenales que el Papa nombró a su llegada para llevar a cabo esta misión. Más allá de ese espíritu de colaboración, Francisco ha tenido un papel fundamental en la nueva organización.
La apertura a laicos y mujeres supone una de las principales novedades del documento. La idea, que ya se ha empezado a implementar en departamentos como la comunicación y estuvo a punto de hacerse en el de Economía —se valoró seriamente nombrar a una mujer al frente— se incluye entre los principios generales. “Es la especificación de que todos —y por lo tanto también los laicos y los fieles laicos y laicas— pueden ser nombrados en funciones de gobierno de la Curia romana, en virtud del poder vicario del Sucesor de Pedro”. “Todo cristiano, en virtud del Bautismo, es discípulo misionero en la medida en que ha encontrado el amor de Dios en Cristo Jesús. No puede ser ignorado en la actualización de la Curia, cuya reforma, por tanto, debe incluir la implicación de laicos y laicas, también en roles de gobierno y responsabilidad”, se apunta.
La descentralización buscada por el Papa se explica en el documento subrayando que la Curia es un instrumento al servicio del obispo de Roma y “también en beneficio de la Iglesia universal y, por lo tanto, de los episcopados y de las Iglesias locales”. La norma, de este modo, señala que “no se sitúa entre el papa y los obispos, sino que se pone al servicio de ambos en las formas propias de la naturaleza de cada uno”. “En el espíritu de una sana descentralización, se propone dejar la competencia de los pastores diocesanos la facultad de resolver en el ejercicio de su propia tarea de maestros y de pastores las cuestiones que conocen bien, que no tocan la unidad de la doctrina, de la disciplina y de la comunión”, apunta el texto legislativo
Organigrama del gobierno vaticano
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La creación del gran dicasterio para la Evangelización, en el que se engloba la Congregación para la Evangelización de los pueblos y el Pontificio consejo para la nueva evangelización, y que será presidido directamente por el papa. Además, este ministerio se sitúa como el principal en el organigrama del gobierno vaticano, mientras que hasta ahora era el de la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio. Justamente, este departamento también sufrirá importantes cambios, dividiendo en dos su estructura (la parte doctrinal y la que se ocupa de juzgar los delitos de abusos a menores) y asumirá en su interior a la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, “cuya tarea es asesorar y aconsejar al pontífice y proponer las iniciativas más adecuadas para la protección de los menores y las personas vulnerables”, se lee en el texto.
La apertura a laicos y mujeres supone una de las principales novedades del documento. La idea se incluye entre los principios generales. “Es la especificación de que todos —y, por lo tanto, también los laicos y los fieles laicos y laicas— pueden ser nombrados en funciones de gobierno de la Curia romana, en virtud del poder vicario del Sucesor de Pedro”. “Todo cristiano, en virtud del Bautismo, es discípulo misionero en la medida en que ha encontrado el amor de Dios en Cristo Jesús. No puede ser ignorado en la actualización de la Curia, cuya reforma, por tanto, debe incluir la implicación de laicos y laicas, también en roles de gobierno y responsabilidad”, se apunta.
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