Hace justo un año, en marzo de 2021, el portavoz del Kremlin aplaudía que el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, hiciera pública su vacunación en plena lucha contra el coronavirus. “El ejemplo de gente que goza de autoridad y estima tiene un valor incalculable”, dijo entonces Dmitri Peskov sobre el alto cargo. Un año después, y sumergido el país en una guerra real sin final visible, la prensa rusa se pregunta dónde está el general que acompañaba a Putin en sus paseos por Siberia. “El ministro de Defensa tiene mucho trabajo, como ustedes comprenderán. Está en marcha una operación militar especial y no hay tiempo para la actividad en los medios. Es totalmente comprensible”, respondió este jueves a los medios el representante del Gobierno de Vladímir Putin.
Horas después de que los medios rusos planteasen qué pasaba con el general, el Kremlin difundió una imagen de la videoconferencia que mantuvieron el mismo jueves los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con el mandatario ruso. Shoigú, apenas reconocible al fondo de la imagen, aparecía por primera vez desde hace 13 días. Durante su ausencia de la escena pública ha pasado de todo: desde acusaciones del Kremlin contra Kiev de que desarrollaba armas biológicas para emplearlas contra eslavos, hasta las masacres de civiles en asedios como el de la ciudad de Mariupol, pasando por la confirmación de que habían sido abatidos generales y comandantes rusos bajo fuego enemigo.
Durante las primeras semanas de la ofensiva, el alto mando aparecía habitualmente en los medios, pero el 11 de marzo dejó de ser visto. La desaparición de la escena pública de Shoigú y del jefe del Estado Mayor, Valeri Gerásimov, fue destacada inicialmente por el diario independiente MediaZona, vetado por las autoridades tras ser declarado agente extranjero. En las últimas notas sobre él en la web del Ministerio de Defensa figura que el 11 de marzo conversó por teléfono con su homólogo turco, Hulusi Akar, y que visitó el hospital clínico-militar Madryk. Allí fue tomada la última imagen de él difundida: ataviado con el uniforme de general del ejército, condecoró a varios heridos con medallas al honor y al coraje. “¡Recuperaos, os esperamos!” dijo Shoigú a sus combatientes. “Gracias por vuestro servicio, por vuestra labor en el combate. No defraudaron ni a sus padres, ni a su familia, ni al ejército”, agregó.
El alto mando solo es superado en el escalafón por el comandante en jefe supremo de las Fuerzas Armadas de Rusia, Vladímir Putin. Su absentismo en medio de la campaña en Ucrania que parece enfangarse, ha alimentado los rumores un día después de la primera dimisión de un alto cargo del Gobierno. Anatoli Chubáis, representante del Kremlin ante la ONU para el cambio climático, abandonó el país este miércoles por su desacuerdo con la guerra de Ucrania.
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A pesar de que este jueves se cumplía un mes desde el inicio de la invasión de Ucrania, Shoigú tampoco compareció públicamente para hacer balance. El parte de guerra lo ofreció el portavoz de Defensa, Ígor Konashenkov, quien desglosa cada jornada los “objetivos destruidos” y su total acumulado. “Desde el inicio de la operación militar especial han sido destruidos 257 vehículos aéreos no tripulados; 202 sistemas de misiles antiaéreos; 1.572 carros de combate y otros blindados, 160 lanzacohetes múltiples, 633 cañones de artillería de campaña y morteros; y 1.379 vehículos especiales”, dijo este jueves.
Esta meticulosidad en el recuento del armamento destruido contrasta con el silencio que se guarda sobre las cifras de pérdidas humanas, especialmente las propias. La única vez que el Gobierno ruso ofreció un dato oficial de sus bajas fue el 2 de marzo, cuando anunció que había sufrido 498 fallecidos y 1.597 heridos. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU ha podido confirmar 977 civiles muertos y 1.594 heridos en Ucrania hasta el 23 de marzo, incluidos 55 fallecidos en territorio separatista de Donbás, aunque la cifra podría ser mucho más alta, ya que las dificultades para acceder a ciertas zonas dificultan el registro. “La mayoría de las muertes de civiles fueron causadas por armamento explosivo de zona, incluidos cohetes, bombardeos aéreos y artillería pesada”, constata Naciones Unidas.
Según el Kremlin, durante la reunión del Consejo de Seguridad celebrada este jueves y de la que difundió una imagen, Shoigú se encargó de “informar del progreso de la operación militar especial y de los esfuerzos en curso para brindar asistencia humanitaria, garantizar la seguridad y restaurar la infraestructura vital en los territorios liberados”. No hubo más detalles. El Ministerio de Defensa ruso también anunció que este jueves Shoigú además mantuvo un encuentro “con el complejo militar-industrial” del país para implementar las reformas exigidas por el Kremlin “ante la presión de las sanciones de los países occidentales” sobre la industria bélica rusa. “Como resultado del encuentro se desarrollaron propuestas concretas para ser entregadas a la dirección del país”, añadía brevemente el departamento que dirige el general, sin aportar imágenes de este encuentro.
La desaparición de Shoigú en la segunda mitad de la guerra contrasta con su visibilidad en las primeras fases de la campaña. El segundo día de la ofensiva, el 25 de febrero, Shoigú y Gerásimov se reunieron presencialmente con Putin en un encuentro retransmitido por televisión. Separados por una enorme mesa, los dos mandos comparecieron ante Putin y acataron la orden del mandatario de poner en “estado de combate especial” sus fuerzas de contención estratégica, el arsenal nuclear ruso.
El general Shoigú también conversó con varias personalidades extranjeras en aquella fase inicial de la guerra. El 25 de febrero recibió en Moscú al ministro de Defensa de Armenia, Suren Papikian, y el 1 de marzo habló de nuevo por teléfono con el turco. Tres días después lo haría con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a quien intentó convencer de que Moscú se vio obligada a atacar, porque Kiev alentó en los últimos ocho años “la entrada de nacionalistas y neonazis en todas las estructuras de poder e intensificó los bombardeos contra la población civil de Donbás”.
Shoigú también tuvo tiempo en esos primeros momentos de la guerra para felicitaciones y preparativos. El 27 de febrero agradeció su labor a militares y veteranos en el día de las Fuerzas Especiales, mientras que el 8 de marzo hizo lo propio con maestros y alumnos. Y el 3 de marzo pudo reunirse con la cúpula de las Fuerzas Armadas rusas para no solo abordar la evolución de su campaña, sino para preparar también la celebración del 77.º Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria, el nombre con el que se conoce en los territorios de la antigua URSS su triunfo sobre las fuerzas de Hitler. Un festivo que también se celebra el 9 de mayo en Ucrania, aunque desde 2015, a raíz de intervención rusa en Donbás, cambió su nombre por “Día de la Victoria sobre el nazismo en la II Guerra Mundial”.
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