Venezuela ha liberado este martes a al menos dos prisioneros de Estados Unidos, un gesto más que confirma el acercamiento entre dos países cuyas posturas parecían irreconciliables hasta hace unos días. El fin de semana pasado, funcionarios de la administración de Joe Biden se reunieron por sorpresa en Caracas con el presidente Nicolás Maduro para hablar de seguridad energética, en un momento en el que el precio del petróleo se ha disparado por la intervención militar de Rusia en Ucrania.
El Gobierno chavista era hasta ahora el aliado más incondicional de Vladímir Putin en este lado del mundo. El cambio de rumbo de Caracas y Washington, en una fase exploratoria, ha agarrado a todo el mundo desprevenido. Maduro ha dado ahora un paso más en este entendimiento al dejar en libertad a uno de los seis ejecutivos de la refinería Citgo que fueron detenidos arbitrariamente en noviembre de 2017 y a un cubano-americano arrestado en 2021 por llevar encima un dron, por lo que se le acusaba de terrorismo.
La invasión de Rusia ha dado un vuelco al contexto geopolítico. La delegación estadounidense que viajó en secreto a la capital venezolana tenía como prioridad absoluta abordar la crisis energética. Estados Unidos ha prohibido la importación de petróleo y gas de Rusia, un golpe directo a la principal financiación del gigante euroasiático. En ese contexto, busca otras formas de abastecerse. Y ahí es donde entra en juego Venezuela.
Para mejorar unas relaciones que no existían hasta hace nada, la administración de Biden considera fundamental la liberación de los presos estadounidenses. El comisionado de Rehenes del Departamento de Estado, Roger Carstens, ha insistido en la liberación de los seis venezolanos-estadounidenses por razones médicas. Tras el encuentro entre los funcionarios de Biden y Maduro, se supo que Carsten estuvo en diciembre negociado la liberación y que fue incluido en la reciente comitiva y todavía estaría en el país esperando respuestas de parte del chavismo.
El caso de los seis de Citgo ha sido una fuente de tensión constante entre Caracas y Washington. El chavismo ha endurecido las condiciones de reclusión de los ejecutivos cada vez que la relación con Estados Unidos se deteriora. En 2020, tras el encuentro entre Donald Trump y Juan Guaidó en la Casa Blanca, se les levantó la medida de prisión domiciliaria y se les llevó a la cárcel de El Helicoide, en Caracas. Volvieron después a cumplir prisión domiciliaria, pero la extradición de Álex Saab, presunto testaferro de Maduro a Miami, provocó que los ejecutivos fueron devueltos a la cárcel de nuevo.
Los directivos de la empresa fueron detenidos en noviembre de 2017. Los habían llamado de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) a una reunión de urgencia en Caracas. En el aeropuerto de Maiquetía los apresaron y los trasladaron a los calabozos de la Dirección de Contrainteligencia Militar. Se les acusó de peculado doloso, legitimación de capitales, asociación para delinquir y concierto de funcionario con contratista por supuestamente acordar el refinanciamiento de la deuda de esta compañía, el activo más valioso de la petrolera venezolana en el extranjero. Ellos siempre han negado las acusaciones y Estados Unidos considera que fueron encarcelados por motivos políticos.
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Maduro parece decidido a aprovechar la crisis. El lunes aseguró que PDVSA está preparada para producir entre uno y tres millones de barriles de petróleo diarios si fuera necesario. Sin embargo, existen dudas al respecto. El declive de la empresa pública por su mala administración y las propias sanciones de Estados Unidos ha provocado que el año pasado llegara a su mínimo histórico de producción. Se cree que Venezuela todavía no está en condiciones de suplir la cuota de mercado que hasta ahora tenía Rusia.
El presidente norteamericano ha advertido que el castigo a Rusia no saldrá gratis a los estadounidenses, que viven la peor escalada inflacionista en 40 años. “Defender la libertad tiene un coste, también para nosotros”, ha dicho. Reino Unido ha secundado la sanción, pero el resto de países europeos no se ha sumado, por el momento, dada su alta dependencia de la energía rusa.
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