Un grupo de patriotas, como se llaman a sí mismos los simpatizantes de Donald Trump, se reunió el pasado 6 de enero en el centro de Phoenix, la capital de Arizona, para celebrar un año de la toma del Capitolio. Para muchos estadounidenses aquel fue un oscuro episodio en la historia del país, pero para los más fervientes seguidores del expresidente fue un momento de “orgullo” y defensa del voto ante lo que consideran el fraude de 2020.
“Aquel fue un día como ningún otro. Tuvimos una epifanía… Fue una protesta pacífica en su mayoría a excepción de la brutal paliza a algunos manifestantes”, afirma Patrick Mcelroy, de 65 años, quien estuvo presente en la vigilia frente al Capitolio local, donde estuvo acompañado por simpatizantes que gritaban con un megáfono “Trump ganó” y mostraban carteles de “Biden no es mi presidente” a otro colectivo que celebraba un homenaje pacífico en memoria de los fallecidos en la insurrección. Entre los trumpistas había también hombres con armas largas, defensores del derecho a llevar pistolas o escopetas en un Estado que permite llevar armamento en público.
“Desde ese día estoy convencido que debemos luchar por nuestro país, que está en peligro”, asegura Mcelroy, originario de la ciudad de Blythe, en California, pero que vive desde hace más de 30 años en Arizona, un Estado que hace varios años era profundamente republicano, pero cuyos cambios demográficos lo han convertido en púrpura, el color del Partido Demócrata. Jubilado y propietario de un negocio de servicio eléctrico, Mcelroy dice estar preocupado por la “invasión” en la frontera entre EE UU y México. “Me siento ofendido con que Kamala Harris [la vicepresidenta] haya mencionado a Pearl Harbor y la protesta del Capitolio en una misma oración. Supongo que como la frontera, tampoco ha visitado el memorial de los caídos en Scottsdale”, afirma.
Mcelroy esperaba con ansías el primer mitin de Trump de 2022. El expresidente eligió Arizona, el Estado de siete millones de habitantes que perdió en las presidenciales ante Joe Biden por solo 10.457 votos, para comenzar el año electoral en el que los republicanos pueden arrebatar a los demócratas el control de la Cámara de Representantes y el Senado en los comicios del 8 de noviembre. En Arizona están en juego nueve distritos de la Cámara Baja, cinco en manos de los demócratas. También se decidirá el escaño del senador demócrata y astronauta Mark Kelly. La polémica Kyrsten Sinema, demócrata centrista que se ha convertido en un obstáculo para Biden y su agenda, culmina su periodo en 2025.
El exmandatario pretende usar el escenario está noche en Florence, 80 kilómetros al sureste de la capital de Arizona, para dibujar las que serán las líneas de discurso de su año político: “Las elecciones amañadas de 2020, los corruptos medios de comunicación, el desastre de Afganistán, la inflación y la falta de respeto que se le tiene a nuestra nación y sus líderes”, según informó la campaña Save America.
Para su primera aparición en público, Trump tenía previsto rodearse de varios miembros de su corte. Entre ellos, el legislador de Arizona, Paul Gosar, que provocó un escándalo a finales del año cuando publicó en las redes sociales un video de animación donde asesinaba a la estrella progresista, la parlamentaria Alexandria Ocasio-Cortez. También del empresario Mike Lindell, un vendedor de almohadas de posturas radicales, que es una celebridad entre los fanáticos del expresidente.
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Trump, quien ya ha anunciado que su segundo mitin se celebrará el 29 de enero en Texas, está usando estos eventos para respaldar públicamente a sus candidatos rumbo a las elecciones de medio mandato. Como candidata a gobernadora de Arizona ha elegido a Kari Lake, una veterana presentadora con 22 años de trayectoria en la pantalla de la cadena conservadora Fox News. “Las redacciones de este Estado y de este país están llenas de activistas liberales, lo que hace que la gente común no tenga información de calidad. No les dicen la verdad. Era poco ético e inmoral quedarme en los medios”, contaba recientemente Lake sobre qué le llevó a dejar el periodismo y saltar a la política. La aspirante va a la cabeza de los sondeos entre los republicanos para relevar al gobernador conservador Doug Doucey, quien no puede presentarse a la reelección después de dos mandatos.
Doucey, aunque republicano, cayó de la gracia de Trump porque validó los resultados electorales que dieron el triunfo a Biden, el primer demócrata que ganó el Estado desde 1996. A pesar de esto, legisladores de su partido en el Senado local ordenaron una auditoría de 2,1 millones de votos en el condado de Maricopa, el más grande de Arizona, con la esperanza de que reflejara el supuesto robo. No hubo tal. La revisión arrojó incluso 99 votos más para el actual presidente y 261 menos para Trump. Y estos resultados se obtuvieron a pesar de que la empresa encargada de hacer el nuevo recuento no tenía experiencia en la materia y está financiada por grupos republicanos. Lejos de haberse ido evaporando con el tiempo, la gran mentira de que Biden ganó con un fraude se ha enquistado en la mente de los trumpistas.
Lake ha sido criticada por sus declaraciones extremistas sobre varios temas. Ha reclamado la encarcelación de Katie Hobbs, la secretaria de Estado de Arizona que validó los resultados de 2020 y que podría convertirse en su rival demócrata para gobernar el Estado. Lake sigue a rajatabla el guion que Trump escribió desde la Casa Blanca. Ha prometido que si llega al poder continuará la construcción del muro fronterizo y ejercerá mano dura ante la inmigración que llega de México y Centroamérica, que superó los 1,7 millones de detenciones, una cifra que rompió los récords de ingresos ilegales en la frontera sur.
“Hay tantos menores que están siendo alquilados o prestados a otros individuos para cruzar. Nadie en Estados Unidos haría eso. Si pones a tu hijo en peligro te enfrentarías a cargos penales, pero aquí tenemos gente que presta a sus hijos a los carteles y traficantes de personas”, explica Art del Cueto, que forma parte de un sindicato de agentes de la patrulla fronteriza que simpatiza con las políticas de mano dura de Trump. Del Cueto y los 14.000 integrantes del grupo afirman que Biden ha abierto las puertas del país a los inmigrantes y piden la ampliación de los centros de detención para lo que llaman “una crisis sin precedentes”.
Arizona también es escenario de una de las reformas republicanas que dificultan el voto. En mayo de 2021, los legisladores aprobaron una norma que les permite depurar el padrón de votantes por correo, compuesto por tres millones de personas. Los críticos de la norma aseguran que esta eliminará entre 100.000 y 200.000 votantes en los próximos comicios, principalmente negros y latinos. Los hispanos, que representan el 24% de los votantes del Estado y han sido claves para las victorias demócratas en la entidad, estarían entre los principales afectados. En julio, la mayoría conservadora del Tribunal Supremo se negó a anular esta reforma.
El activista Martin Luther King III, hijo del fallecido líder de los derechos civiles, encabezó el sábado en Phoenix una protesta en contra de lo que considera la supresión de un derecho para las minorías. “Los latinos están votando y cada vez se involucran más. Pronto tendremos los números para arrebatar el Estado a los conservadores. Están muy preocupados, por eso no quieren que voten”, dice Dan O’Neil, que encabeza una coalición progresista en Arizona que busca arrebatar el escaño a la senadora Sinema y lograr el primer gobernador demócrata en el Estado desde 2009.
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