El equipo de Gobierno de Boris Johnson ha confirmado a media mañana de este lunes que la vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete, Sue Gray, ya había entregado al primer ministro su informe sobre las fiestas prohibidas en Downing Street durante el confinamiento. Gray ha preferido quitarse cuanto antes un asunto que le quemaba en las manos, a pesar de que su decisión no dejará satisfecha a la oposición laborista. Gray ha atendido la exigencia de New Scotland Yard (como se conoce a la Policía Metropolitana, por su sede central) y el texto contiene “referencias mínimas” a las ocho fiestas que investiga la policía, por presuntas infracciones penales. De ese modo, el informe queda expuesto de modo incompleto a la opinión pública, y tiene casi más relevancia por lo que oculta que por lo que revela. Si la famosa fiesta del 20 de marzo de 2020 a la que Johnson asistió, o el cumpleaños sorpresa que le preparó su esposa, Carrie Symonds, en el Cabinet Room (la sala con la mesa ovalada donde se reúne el Gobierno en pleno) no aparecen reflejadas en detalle, la implicación evidente será que hay serios indicios de que se quebró la normativa legal.
La intervención, a mediados de la semana pasada, de la Policía Metropolitana de Londres introdujo más confusión al escándalo que ha paralizado en las últimas semanas la actividad política británica. Si en un principio puso contra las cuerdas a Johnson, al anunciar que abría su propia investigación y dar la gravedad de una presunta infracción penal a todo el asunto de las fiestas en Downing Street, contribuyó paradójicamente a liberar la tensión a la que se enfrentaba el político conservador. Por dos motivos. En primer lugar, porque las autoridades policiales exigieron que el informe de Gray omitiera referencias a las fiestas que Scotland Yard aún está investigando, para evitar posibles injerencias. De ese modo, el primer ministro puede acudir este lunes a la Cámara de los Comunes con un informe descafeinado que le permite salir airoso del lance. El retraso producido por este enfrentamiento burocrático ha proporcionado además oxígeno extra a Johnson, con un fin de semana por medio que ha desinflado pasiones y calmado ánimos, especialmente entre los diputados conservadores.
Es prácticamente seguro que el primer ministro anunciará una seria remodelación de su actual equipo de Gobierno. Rodarán cabezas para transmitir sensación de arrepentimiento y de castigo, después de un escándalo que ha irritado a la mayor parte de la ciudadanía y que ha desplomado la credibilidad y popularidad de Johnson, según las últimas encuestas. Y habrá anuncios del gusto del ala dura de los conservadores, como nuevas leyes para explotar las consecuencias del Brexit, de cuya entrada en vigor se cumplen dos años este lunes. Sanciones y mano dura contra Rusia, por la crisis de Ucrania. Y una baza extra: la decisión de eliminar la obligatoriedad de la vacuna contra la covid-19 del personal sanitario, una medida que provocó una de las mayores rebeliones hasta la fecha entre los diputados conservadores.
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