La entrada a París de los autodenominados convoyes de la libertad, el movimiento motorizado francés contra el pasaporte de vacunación inspirado en los bloqueos camioneros canadienses, se convirtió este sábado en un juego del gato y el ratón con el fuerte dispositivo policial desplegado desde la noche del viernes para impedir su entrada en la capital francesa, donde quieren manifestarse en contra de lo que definen como “tiranía” de las restricciones sanitarias o del alza de los precios de la energía, entre otros.
La Prefectura de Policía de París ―que el jueves anunció la prohibición de las manifestaciones previstas este fin de semana antes de la partida planeada de los convoyes hacia Bruselas, que también ha tomado medidas para impedir su ingreso en la capital europea— ha movilizado a 7.200 agentes, con especial atención a sus principales accesos. También ha cerrado vías clave con furgones policiales y hasta tanquetas y camiones de remolque para controlar los vehículos y evitar que los manifestantes bloqueen la urbe. Parte de este dispositivo fue desplegado a lo largo de la icónica avenida de los Campos Elíseos y su Arco de Triunfo, símbolo de las protestas de los chalecos amarillos que hace tres años pusieron en jaque al Gobierno de Emmanuel Macron y en las que se inspiran también los nuevos convoyes, muchos de los cuales están integrados por miembros de ese movimiento.
“En sus instrucciones, el ministro del Interior [Gerald Darmanin] ha sido muy claro sobre la necesidad de que París no puede quedar bloqueado (…). Vamos a trabajar para que se pueda ejercer la libertad de circulación”, explicó la víspera el prefecto de policía de París, Didier Lallement. También el primer ministro, Jean Castex, prometió “firmeza” ante este movimiento que busca bloquear la capital como hacen desde finales de enero en Ottawa miles de camiones. “Si bloquean la circulación o intentan bloquear la capital, habrá que mostrarse muy firmes”, dijo en la cadena France 2.
La policía anunció, a media mañana de este sábado, que había multado a más de 200 personas por “participación en manifestación prohibida” e interceptado numerosos convoyes a las entradas de París. Uno de los más grandes, de unos 450 vehículos, fue detenido y controlado a la altura de Porte de Saint Cloud, al suroeste de la capital. Otros convoyes, de entre 20 y 30 vehículos, también fueron interceptados en distintos puntos de entrada a la capital. En total, la prensa calcula que unos 3.000 vehículos —turismos, caravanas y furgonetas— y motos avanzan, desde mediados de la semana pasada y desde toda Francia, rumbo a París para participar en la protesta, organizada por redes sociales y servicios de mensajería como Telegram.
Sylvie, que participó en las protestas de los chalecos amarillos de 2018 y 2019, acudió la noche del viernes a Porte d’Orléans, en el sureste de París, para saludar y darle la bienvenida a los miembros de los convoyes que se acercaban hasta la ciudad a pesar de las restricciones. “Estamos hartos de todo lo que pasa en Francia, sobre todo del pasaporte de vacunación y del aumento de los precios, sobre todo de la energía. Esto no puede seguir así, tiene que parar, es demasiado”, explicaba el motivo de su apoyo a los convoyes. Esta mujer, residente en las afueras de París, considera que estas concentraciones dan un “nuevo aliento” a las protestas sociales de los chalecos amarillos.
Cerca de ella, Danielle —“Chaleco amarillo desde el primer momento”, como se reivindica— agitaba un cartel con la palabra “libertad” desde el puente que cruza el péripherique, la vía que circunvala la capital francesa. Para esta mujer, de unos 50 años, los convoyes de la libertad muestran la “cohesión nacional contra la tiranía” que dice rige en Francia y buena parte del mundo desde el comienzo de la pandemia. “Tenemos que luchar contra la tiranía, recuperar nuestra democracia. El hecho de que el pueblo, de manera pacífica, se levanta en todas partes para reivindicar sus derechos y libertades es histórico”, celebraba.
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En una carta abierta dirigida al presidente, Emmanuel Macron, y al primer ministro, Jean Castex, los miembros del Convoy France, una de las cuentas de Telegram más seguidas por los manifestantes, reclaman que se les devuelva “la libertad de la que durante dos años” se les “ha privado por circunstancias excepcionales que ya no se dan hoy” y que se ponga fin a “toda obligación de vacunarse o de certificado covid o de vacunación”, entre otros.
En una entrevista con el diario regional Ouest-France, Macron llamó el viernes a la “calma”. “Todos estamos fatigados de forma colectiva por lo que vivimos desde hace dos años. Esa fatiga se manifiesta de diversas maneras: en algunos es la angustia, otros la depresión. Vemos un sufrimiento mental muy fuerte en nuestros jóvenes y en los menos jóvenes. Y a veces, ese cansancio se traduce también en cólera. Lo entiendo y lo respeto, pero llamo a la calma”, declaró.
El Gobierno francés anunció el viernes que, a partir del 28 de febrero, se acabará la obligación de portar mascarilla en aquell, una de las cuentas Telegram más seguidas por los manifestantes, reclaman que se les devuelva “la libertad de la que durante dos años” se les “ha privado por circunstancias excepcionales que ya no se dan hoy” y que se ponga fin a “toda obligación de vacunarse o de certificado covid o de vacunación”, entre otros. de la primavera y, también, de las elecciones presidenciales.
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