El Alto Representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, enviará un equipo a Bamako para analizar, junto con las autoridades malienses, la situación sobre el terreno y si se dan las condiciones para que la misión europea EUTM-Malí pueda continuar en el país africano. Esta ha sido la principal conclusión de la videoconferencia que han celebrado este viernes 15 ministros de Defensa de la UE convocados por la ministra francesa de las Fuerzas Armadas, Florence Parly, que ejerce la Presidencia de turno de la Unión.
Francia ha decidido sacar a sus tropas de Malí, después de que las autoridades locales expulsaran el pasado 31 de enero al embajador francés en Bamako, Joël Meyer, en respuesta a unas declaraciones del jefe de la diplomacia gala, Jean-Yves Le Drian, quien calificó de ilegítima a la junta militar que gobierna el país y tachó de “irresponsables” sus decisiones. Pero París no quiere marcharse sola, por temor a que la imagen de la retirada de las tropas francesas perjudique al presidente Emmanuel Macron a solo dos meses de la primera vuelta de las elecciones al Elíseo y busca el acompañamiento de sus socios europeos.
En Malí coexisten cuatro misiones internacionales: las dos operaciones francesas de combate, Barkhane y Takuba, cuya evacuación de Malí se considera inminente, aunque puedan seguir actuando desde países vecinos; la misión de la ONU (Minusma), con más de 18.000 efectivos, tan voluminosa como poco operativa; y la misión europea EUTM-Malí, dedicada a adiestrar al Ejército maliense. Esta última cuenta con 1.100 militares de 25 países, aunque más de la mitad son españoles.
En la videoconferencia de este viernes, la ministra española, Margarita Robles, ha destacado la importancia y los logros de la misión EUTM y ha abogado por “perseverar en nuestros importantes objetivos de avanzar en la gobernanza democrática de Malí, fortaleciendo sus estructuras y capacidades como elemento indispensable para mejorar la seguridad en el país y la lucha contra el terrorismo en toda la región”, según ha informado su departamento.
El mandato de la misión europea no concluye hasta 2024, pero la retirada francesa ha puesto en entredicho su continuidad, ante el temor a que se produzca un rápido deterioro de la seguridad en todo el país. A ello se suma el rechazo europeo a la llegada de más de 1.000 soldados rusos a Malí en apoyo al Gobierno golpista de Bamako, muchos de ellos mercenarios de la empresa Wagner, próxima al Kremlin.
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En el origen del conflicto con Francia está el propósito de la actual junta militar de perpetuarse en el poder, posponiendo cinco años las elecciones presidenciales e incumpliendo su compromiso de celebrarlas en febrero. En mayo pasado, los militares, encabezados por el coronel Assimi Goïta, dieron el segundo golpe de Estado en nueve meses, interrumpiendo la transición iniciada después de que, en agosto de 2020, fuera derrocado el presidente Ibrahim Boubacar Keita.
En enero pasado, la Comisión Económica de Estados de África del Oeste (Cedeao), que agrupa a los países vecinos de Malí, adoptó duras sanciones contra el régimen militar de Bamako, que incluyen la retirada de embajadores, el cierre de fronteras y la suspensión de los intercambios comerciales, salvo productos básicos. La UE ha respaldado las sanciones de la organización africana, pero mantiene su misión de adiestramiento del Ejército que ocupa ilegalmente el poder. Fuentes militares admiten que, en el mejor de los casos, habrá que proceder a una “profunda revisión” de la misión europea, que estaba en fase de expansión, con el envío de patrullas móviles a distintos puntos del país, la construcción de nuevas bases y su ampliación a los otros países del G-5 del Sahel (Níger, Burkina Faso, Chad y Mauritania).
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