Una operación de comandos de fuerzas especiales de Estados Unidos transportados en helicópteros ha causado en la madrugada de este jueves una decena de muertos, entre ellos civiles, en Idlib (noroeste de Siria), último bastión de las milicias rebeldes. El Pentágono confirmó que la “misión contraterrorista”, en la que no se han registrado “bajas de EE UU”, fue “un éxito”, sin ofrecer más detalles por el momento. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, ONG que cuenta con informadores sobre el terreno, contabilizó al menos nueve cuerpos, entre ellos dos niños, en la población de Atmeh, en un área próxima a la frontera turca que acoge campamentos con decenas de miles de desplazados internos. Los denominados Cascos Blancos, equipos de rescate que operan en el bando insurgente, elevaron a 13 la cifra de fallecidos, en la que incluyeron a seis menores, informa Reuters.
Esta operación ordenada por el Pentágono es la más amplia desde el ataque en el que fue abatido en 2019 el jefe del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), Abubaker al Bagdadi, en una zona cercana de Idlib. Varios helicópteros aterrizaron a las afueras de Atmeh a primera hora de la madrugada del jueves. Los enfrentamientos en la zona se prolongaron durante más de dos horas, según testigos citados por Reuters que dieron cuenta de intensos intercambios de disparos y explosiones. El presunto objetivo del ataque era un líder yihadista, no identificado por ahora, que se encontraba durmiendo junto con su familia en una casa de la localidad.
El principal grupo yihadista que opera en Idlib es Hayat Tahir al Sham, que controla la mayor parte del territorio asediado por las tropas leales al presidente sirio, Bachar el Asad, con apoyo de sus aliados de Rusia. Se trata de herederos del Frente al Nusra, anterior filial de Al Qaeda en Siria, de la que también deriva Hurras al Din, grupo desplegado en la zona donde se ha registrado la operación este jueves y que cuenta con yihadistas extranjeros en sus filas.
EE UU suele atacar con drones a los grupos yihadistas en Siria, salvo en los casos en los que actúa contra destacados líderes cuya identidad busca confirmar mediante pruebas de ADN obtenidas de sus restos. Una arriesgada operación sobre el terreno, como la de Atmeh, apunta a la presencia de un objetivo de alto nivel dentro de Al Qaeda. Previsiblemente, un jefe regional o incluso el máximo líder de la organización, Ayman al Zawahiri, quien aparentemente impulsó la escisión de Hurras al Din en Idlib, según informa The New York Times.
Un asalto de células durmientes del ISIS a la prisión de Hasaka, en el noreste de Siria, para liberar a excombatientes yihadistas fue aplastado la semana pasada por las milicias kurdas de las Fuerzas Democráticas Sirias, que controlan la cárcel en la que están detenidos 3.500 yihadistas, con el apoyo de la aviación y fuerzas especiales de Estados Unidos, su aliado en la lucha contra el extinto califato. Esta ha sido la mayor acción armada del ISIS registrada en Siria desde su derrota en el campo de batalla hace casi tres años.
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