Las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania empiezan a sentirse en Cuba. El cierre del espacio aéreo europeo a los aviones rusos ha supuesto la cancelación de los vuelos regulares entre Moscú y La Habana y el fin de los viajes de turistas procedentes de Rusia, que en el último año se habían convertido en el principal país emisor de turismo hacia la isla y en tabla de salvación de una de las más importantes industrias cubanas, en momentos en que el país atraviesa por una aguda crisis y las tensiones financieras son extremas.
El turismo ruso a Cuba se incrementó casi un 200% en dos años, al pasar de 74.019 viajeros en 2020 a 146.151 en 2021, cuando la isla recibió 573.000 viajeros, un 87% menos que en 2019 (ese año visitaron Cuba 4.200.000 turistas). La Asociación de Operadores Turísticos de Rusia ha informado de que el cierre del espacio aéreo de la Unión Europea y Canadá para los aviones rusos obligó a los operadores a suspender la venta de los viajes a América Latina y el Caribe.
En un comunicado, la asociación ha informado de que a partir del 28 de febrero cancelaba todos los viajes a Cuba, República Dominicana, México y Venezuela. En estos momentos, en la isla pasan sus vacaciones miles de turistas del país euroasiático. Fuentes de Moscú han dicho que las aerolíneas de ese país volarán a la isla a recogerlos en vuelos chárter por rutas que hacen trayectos más largos y costosos, pero en estos aviones no podrán viajar nuevos turistas.
Los medios de comunicación cubanos han informado el viernes de que los 5.500 rusos que estaban en el balneario de Varadero regresarían a su país en chárter de Nordwind Airlines. Nordwind ha suspendido sus vuelos regulares a Cuba, junto con las también compañías rusas Aeroflot y Azur Air. El domingo regresaron a Moscú 900 turistas en vuelos de esa compañía.
La noticia para Cuba es nefasta. Con el turismo en números rojos, la temporada alta finalizando y sin perspectivas de mejora, fuentes del sector han cifrado en alrededor de 30.000 las cancelaciones de viajes de turistas rusos, lo que provocará perdidas de varios millones de dólares, en momentos en que cada dólar en Cuba cuenta.
“La guerra de Ucrania ha venido a complicar todavía más las cosas cuando la economía cubana atraviesa una situación muy difícil y los pronósticos de este año son pésimos para otros dos rubros económicos exportables cubanos, el azúcar y el tabaco”, señala un economista cubano.
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La que fuera la columna vertebral de la economía cubana, la producción azucarera, que llegó a lograr zafras de ocho millones de toneladas en los años ochenta, ha caído en picado. El año pasado se produjeron sólo 800.000 toneladas, la cifra más baja desde 1908, debido a la falta de fertilizantes y otros insumos y la ineficiencia del sistema productivo. La previsión oficial para la zafra 2021-2022 era producir 900.000 toneladas —de las que 500.000 se dedicarían al consumo nacional y 400.000 a honrar contratos con China—, pero según diversos expertos la cosecha actual podría ser un 30% inferior a la meta trazada.
La producción de tabaco, cuya exportación aportó al país 500 millones de dólares el año pasado, no es mucho mejor. Directivos cubanos admitieron que este año se reducirán de nuevo las áreas de cultivo debido a la falta de insumos y “el recrudecimiento del bloqueo norteamericano”. Según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas, la recogida de 2018 fue de unas 29,000 toneladas; en 2019 de 28,000 toneladas y en 2020 de 25,000. Según el diario oficial Granma, la situación económica ha llevado a no plantar 2.450 hectáreas de las 25.000 inicialmente previstas en todo el país para la producción de tabaco en esta temporada.
Los males de la economía cubana, agravados por la caída del turismo y las restricciones al envío de remesas debido a las medidas coercitivas norteamericanas —se calcula en 3.000 millones de dólares anuales el dinero que enviaban los emigrados a sus familiares—, han generado una complejísima situación financiera en la isla, desabastecimiento y una asfixiante falta de liquidez, que se ha traducido en numerosos impagos a proveedores extranjeros y una drástica reducción de las importaciones. Y con la guerra de Ucrania en marcha, todavía peor.
Cuba ha cerrado filas con Moscú en la crisis ucrania, pero con matices. Por un lado, ha asegurado que “el empeño estadounidense en continuar la progresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras de la Federación de Rusia ha conducido a un escenario, con implicaciones de alcance impredecible, que se pudo evitar”, señalando que “los movimientos militares realizados por los Estados Unidos y la OTAN en meses recientes hacia regiones adyacentes a la Federación de Rusia, precedidos de la entrega de armas modernas a Ucrania”, equivalen a “un cerco militar progresivo”, ante lo cual Moscú “tiene derecho a defenderse”. Sin embargo, se ha mostrado en desacuerdo con el uso de la fuerza “y la no observancia de principios legales y normas internacionales que Cuba suscribe y respalda con todo vigor y son referencia imprescindible, particularmente para los países pequeños, contra el hegemonismo, los abusos de poder y las injusticias”.
“Cuba es un país defensor del Derecho Internacional y comprometido con la Carta de las Naciones Unidas, que siempre defenderá la paz y se opondrá al uso o amenaza de la fuerza contra cualquier Estado”, señaló el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores en una declaración la semana pasada. La Habana se abstuvo en la reciente votación de condena a la invasión rusa en la Asamblea General de la ONU, algo que sorprendió “positivamente” a varios embajadores europeos en La Habana, que creían que Cuba iba a votar junto a Rusia y habían hecho gestiones ante la Cancillería cubana para que no se produjera este alineamiento.
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