Rusia y Ucrania han renovado este miércoles el compromiso hasta ahora fallido de acallar las armas para que los civiles puedan escapar de cinco ciudades bajo el fuego de los combates y de varias localidades cercanas a Kiev, la capital. En total, seis corredores humanitarios que, en principio, estarán en vigor entre las 9.00 y las 21.00, hora local, ha informado la vice primera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk. La tregua incluirá la asediada ciudad de Mariupol, en el sureste del país, un enclave estratégico sometido a un bombardeo constante desde hace días y donde apenas queda comida, según testimonios recogidos por EL PAÍS. La Cruz Roja ha calificado incluso de “apocalíptica” la situación que afrontan los civiles en Mariupol, según informa Reuters. La amenaza de la privación extrema no solo se cierne sobre esa urbe. La portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados en España (ACNUR), María Jesús Vega, ha señalado a este diario que, si la escalada prosigue, hasta 12 millones de ucranios necesitarán en breve ayuda humanitaria para sobrevivir.
En una declaración por vídeo, Vereshchuk ha confirmado que las fuerzas armadas ucranias habían acordado dejar de disparar en las zonas acordadas como corredores humanitarios en la franja horaria prevista para el alto el fuego e instó a las fuerzas rusas a cesar los ataques. “Hago un llamamiento a la Federación Rusa. Han asumido compromisos públicos oficiales de cese del fuego de nueve de la mañana a nueve de la noche. Hemos tenido experiencias negativas cuando los compromisos asumidos no han funcionado”, recalcó Vereshchuk.
La número dos del Gobierno ucranio aludía a los sucesivos intentos fallidos de los últimos cinco días de abrir corredores seguros para los civiles atrapados en los que ambas partes se han culpado mutuamente de no haber respetado las sucesivas treguas. El último de estos fracasos tuvo lugar este martes cuando apenas unos miles de personas lograron huir de la ciudad nororiental de Sumi (noreste) y de Irpin, en las cercanías de Kiev, a través de sendos corredores humanitarios, según datos oficiales de las autoridades ucranias. El Gobierno ucranio acusó posteriormente a las fuerzas rusas de haber atacado esas rutas, en las que la evacuación se produjo a cuentagotas, y sobre todo, la de la ciudad asediada de Mariupol.
Las seis vías de escape seguro que deberían permitir a los civiles ponerse a salvo este miércoles discurren entre Mariupol y Zaporiyia, Enerhodar a Zaporiyia; de Sumi a Poltava; de Izium a Lozova; de Volnovaja a Pokrovsk, y desde varias ciudades alrededor de Kiev ―Vorzel, Borodianka, Bucha, Irpin y Gostomel― en dirección a la capital. De momento, se desconoce si la evacuación está transcurriendo sin incidentes. Sí se sabe, según fuentes oficiales ucranias citadas por Reuters, que algunos coches particulares han logrado abandonar Sumi y que un convoy de refugiados, compuesto sobre todo por mujeres y niños, ha salido también de Enerhodar.
De acuerdo con las autoridades ucranias y testimonios desde dentro de la ciudad, la situación más grave es la que padecen los ciudadanos de Mariupol, la urbe en la costa del mar de Azov, en el mar Negro, cuya situación la Cruz Roja ha definido como “apocalíptica”: la ciudad está completamente sitiada por los soldados rusos desde hace más de una semana, el mismo tiempo que lleva sin agua, calefacción, suministro eléctrico, cobertura móvil ni conexión a internet, y con los civiles refugiados bajo tierra para guarecerse de unos bombardeos sin tregua. Las pocas informaciones que llegan desde dentro de la urbe confirman que su casi medio millón de habitantes ya está viviendo una tragedia humana. Unas 200.000 personas están tratando de huir de la ciudad, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Yulia, contable de 50 años que consiguió huir de la ciudad este lunes a pie, ha relatado a EL PAÍS que las tiendas de la ciudad ya no tienen suministros. Los habitantes han empezado a cocinar con la nieve que recogen del suelo en fogatas improvisadas en parques y jardines. Cada vecino trae lo poco que le queda en casa para poder cocinarlo y compartirlo con el resto. “La guerra me ha enseñado que en caso de necesidad te beberías hasta el agua de los charcos”, confiesa esta ciudadana ucrania, informa Margaryta Yakovenko.
En el centro de esta importante localidad portuaria y de producción metalúrgica del sureste de Ucrania, se acumulan las ruinas de los edificios destruidos y los cadáveres. Algunos coches se han quedado abandonados en medio de la carretera con sus ocupantes muertos por proyectiles en el interior. Las autoridades están enterrando a los muertos en fosas comunes porque es imposible hacerlo de otra manera por los bombardeos continuados. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, informó el martes de que, la víspera, una niña de 6 años de Mariupol había muerto de deshidratación por no haber conseguido agua para beber.
El diputado ucranio Dmitro Gurin, citando fuentes de la oficina del alcalde de esa ciudad, ha confirmado a la cadena BBC que la situación en la urbe costera, cuyo control es clave para cerrar el acceso marítimo de Ucrania al exterior a través del mar Negro, es dramática. “Solo queda comida para tres días”, recalcó Gurin.
Este diputado sostiene que el Ejército ruso está “arrasando” la ciudad con sus misiles y ha alertado de que, a su juicio, “la Tercera Guerra Mundial ya ha comenzado”, por lo que los países occidentales no deberían dudar en decretar una zona de exclusión aérea en los cielos ucranianos.
Uno de cada cuatro ucranios precisará ayuda
La oficina en España de ACNUR ha denunciado este miércoles, en declaraciones de su portavoz, María Jesús Vega, que “si la escalada no se detiene” en un “plazo breve de tiempo” entre “diez y 12 millones de ucranios necesitarán ayuda humanitaria de urgencia para sobrevivir”; es decir, comida, agua, suministros básicos y alojamiento. Este cálculo engloba a prácticamente un cuarto de una población de algo más de 44 millones de personas. La portavoz precisa que esa cifra se refiere a personas que permanecerán en Ucrania, no a los entre cuatro y cinco millones de refugiados ―más de 2′1 millones de ucranios han salido ya del país― que ACNUR calcula que huirán de la invasión rusa de la exrepública soviética.
“Hay que tener en cuenta que, ya antes de esta guerra, eran tres los millones de ucranios que precisaban de asistencia humanitaria para sobrevivir”, recalca Vega. A esta situación ya antes de urgencia, provocada por la contienda en el este del país, en la región del Donbás, en conflicto desde 2014, “se suma ahora esta nueva guerra y unos niveles de destrucción enormes”, recalca la portavoz. Vega aboga por no olvidar que si las consecuencias económicas de esta guerra serán sin duda graves, más aún lo serán “las consecuencias humanas”. “El impacto de esta guerra en vidas humanas, en personas refugiadas, en desplazados internos y en destrucción será sin duda brutal”, recalca la portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados.
Los corredores humanitarios se utilizan para permitir a los civiles una vía segura para escapar de la guerra. Según el Derecho Internacional Humanitario, no se trata de una concesión de los contendientes, sino de una obligación legal, establecida en la 4ª Convención de Ginebra de 1949 y en sus protocolos adicionales de 1977, que obligan a las partes a proteger a los civiles en tiempo de guerra, facilitar su retirada en condiciones de seguridad y permitir el libre paso de alimentos, material médico y otros bienes esenciales.
Estas vías de escape en teoría seguras consisten en un cese temporal de los combates para permitir la huida de la población civil por trayectos previamente acordados. El término se evocó por primera vez en los años noventa, durante la guerra de Bosnia, en la antigua Yugoslavia, cuando Naciones Unidas estableció lo que definió como “áreas seguras” para que los civiles salieran de las zonas de combate y, sobre todo, de las ciudades que, como sucede ahora en Ucrania, están bajo asedio. La Asamblea General de Naciones Unidas mencionó por primera vez de forma explícita estos corredores en 1990.
Sin embargo, organizaciones internacionales como Médicos sin Fronteras (MSF) han alertado del riesgo de que estos pasillos de salida de civiles se conviertan en un pretexto para redoblar los ataques, una vez que los corredores humanitarios se cierran, y para limpiar la imagen de quienes cometen crímenes de guerra, so pretexto de que los civiles han podido huir si así lo deseaban. En un comunicado difundido este domingo, MSF recordaba que los civiles “no deberían perder su condición” incluso si prefieren quedarse o si se ven imposibilitados de escapar y que nunca se debe atacar a los civiles, ni antes ni durante ni después del establecimiento de un corredor humanitario. La organización reclama que los pasillos humanitarios no tengan plazos y que los civiles puedan huir con seguridad en cualquier momento.
En Ucrania, muchas personas tienen además dificultades para emprender la huida: ancianos, discapacitados o simplemente personas sin medios que no tienen a dónde ir. Por ejemplo, uno de cada cuatro ucranios tiene más de 60 años, de acuerdo con la organización humanitaria HelpAge, que cita a fuentes oficiales del país. Muchos de ellos tienen problemas de movilidad, así como una mayor resistencia a dejar sus vidas atrás.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
0 Comments:
Publicar un comentario