Si el acercamiento entre Estados Unidos y el Gobierno de Nicolás Maduro se traduce en los resultados esperados, algunas compañías petrolíferas internacionales obtendrán licencias especiales para incrementar su volumen de producción petrolera en Venezuela, país que hace esfuerzos por regresar al mercado internacional del crudo, recuperar sus ingresos ordinarios y retomar presencia internacional.
Aún no parece realista plantearse el fin de las sanciones estadounidenses al Gobierno de Nicolás Maduro, pero si gana terreno la tendencia a la flexibilización en el contexto de los problemas energéticos planteados con la guerra entre Rusia y Ucrania.
Entre estas corporaciones sobresale especialmente el caso de Chevron, una de las pocas petroleras estadounidenses que no ha abandonado el país, y que ha ejecutado, de acuerdo a fuentes conocedoras de sector, un largo lobby para que Washington concrete algún acuerdo político aperturista con las autoridades nacionales. Cálculos de analistas vinculados al negocio petrolero estiman que esta corporación podría aumentar su producción en Venezuela en un rango que va de los 200 a los 300 mil barriles adicionales diarios de petróleo para fines de este año. Lo mismo podría estar planteado, en el mediano plazo, para otras compañías, como la India Reliance, que tiene un interés especial en el crudo extrapesado nacional.
Hace dos meses, Nicolás Maduro anunció que Venezuela había arribado al millón de barriles diarios de producción petrolera, pero todas las fuentes vinculadas a la industria reseñan que el promedio de los últimos tres meses está cercano a los 800.000, independientemente de que, en diciembre, como afirma el economista petrolero Rafael Quiroz, “se llegó al millón de barriles por uno o dos días.”
Sin haber llegado al millón, ya Maduro está prometiendo que a fines de este año la producción de petróleo estará en dos millones. “Este año vamos a dos millones de barriles diarios, llueva, truene o relampaguee. Recuperamos la producción petrolera de la mano de la clase obrera”, dijo en una alocución televisiva en la cual comentó que su Gobierno estaba “muy atento” para intervenir y estabilizar favorablemente el mercado energético internacional.
Luego de un escandaloso derrumbe a causa de la corrupción desbordada, la ausencia de mantenimiento y las sanciones internacionales, el Gobierno de Nicolás Maduro ha venido incrementando trabajosamente los niveles de producción de crudo venezolano –que llegó a estar en apenas 300 mil barriles diarios en 2020- otorgando campos a compañías operadoras totalmente desconocidas en el negocio de la industria. Ha contado también con la ayuda de Irán, aliado estratégico de Caracas. El mercado interno de combustibles, en grave situación de escasez durante cuatro años, va camino a normalizarse, y se ha acometido trabajos parciales de reparación de refinerías nacionales.
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La circunstancia, de acuerdo a lo que informan las fuentes, ha permitido a la estatal Petróleos de Venezuela mejorar su capacidad productiva, recuperar sus cuentas internas y pagar algunas deudas en un contexto de altos precios internacionales.
Sancionada, la estatal ha comercializado en este tiempo su crudo en alta mar de forma subrepticia, apoyándose en intermediarios desconocidos, particularmente en los mares de Asia. Estas operaciones se ejecutan en el marco de la Ley Antibloqueo, sancionada por el parlamento chavista.
“Las sanciones contra Maduro no han tenido los resultados esperados, y ese tema es materia de análisis en el Gobierno de Estados Unidos”, comenta un importante ejecutivo vinculado a la industria que prefirió mantener su nombre en la reserva. “Con sanciones, Maduro ha recuperado la producción local, tiene identificada una ruta para comercializar el crudo nacional y ha logrado recuperar ingresos trabajando con actores desconocidos.”
Los socios internacionales tradicionales y las firmas privadas, incluyendo compañías rusas y chinas, han continuado produciendo, pero PDVSA no puede pagarles, ni ellos recibir ingresos a causa de las sanciones. Lo mismo sucede con empresas operadoras petroleras venezolanas privadas.
“Ninguna empresa internacional seria, obligada a rendir cuentas de todos sus procesos, se atrevería a firmar contratos de servicios en el marco de la Ley Antibloqueo”, comenta otra fuente que prefiere el anonimato. “No hay capacidad técnica ni músculo financiero para que estas empresas que trabajan con PDVSA, y que nadie conoce, aumenten la producción solas. No tienen recurso humano y no atienden normativas”.
Fuentes consultadas estiman que, sin las sanciones de Estados Unidos, la producción venezolana de petróleo podría estar arribando al millón 600.000 barriles diarios. En tiempos de normalidad, el promedio de la producción nacional de petróleo rondaba los 3 millones de barriles. La presencia de la estatal PDVSA en la gestión del actual aumento petrolero constituye un punto a favor del Gobierno chavista. En el alto Gobierno revolucionario hay un claro interés por modificar el marco legal actual para favorecer la actividad privada.
“Por sí sola, Venezuela podrá aumentar apenas muy moderadamente los 700.000 – 800.000 barriles diarios de petróleo que produce”, opina el economista Orlando Ochoa. Para Ochoa, la producción local de petróleo “tiene un techo” si no se concretan licencias internacionales en el contexto de un acuerdo político.
“La responsabilidad social empresarial debe tener amor por el ambiente, pero también por la dignidad de las personas y la democracia”, comentó por su parte el líder opositor Juan Guaidó. “Una cosa es comprarle petróleo a Maduro y otra a Venezuela. ¿Dónde están los ingresos petroleros venezolanos de estos años? El otorgamiento de licencias debe estar vinculado a los compromisos de Maduro por regresar a la legalidad”.
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