Por una vez, oficialismo y oposición aparcaron sus diferencias y votaron de forma conjunta en la Cámara de Diputados de Argentina. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar el rescate de 45.000 millones concedido al Gobierno de Mauricio Macri en 2018 se aprobó esta madrugada con 202 votos positivos, 37 negativos y 13 abstenciones. Sólo los extremos se opusieron al acuerdo: 28 kirchneristas, que forman parte de la coalición de Gobierno, otros partidos de izquierda y la ultraderecha.
La maratónica sesión se extendió por casi 13 horas, hasta las 03.45 de la madrugada. Al inicio del debate, fuera del Congreso, miles de simpatizantes de partidos de izquierda protestaron contra el acuerdo, mientras un pequeño grupo de manifestantes quemó neumáticos y lanzó pedradas contra el edificio hasta que la policía lo desalojó de la plaza. Pero dentro del recinto reinó una calma inédita, sólo quebrada por la incertidumbre sobre el sentido del voto de Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que al final fue negativo, al igual que el de otros integrantes de la agrupación La Cámpora.
La Cámpora justificó su voto negativo a través de un extenso comunicado. A su juicio, el equipo económico liderado por el ministro Martín Guzmán “desarrolló una estrategia de ‘amabilidad’, secretismo, hermetismo, confusión y desinformación en las negociaciones”. Los legisladores afines a Máximo Kirchner criticaron el “grado de injerencia en la administración de la cosa pública que tendrá efectivamente el FMI” y el hecho de que en las negociaciones no se haya asegurado “la sostenibilidad del endeudamiento luego de 2025, momento en el que, una vez cumplido el período de gracia, se inicia la etapa de repago”.
Fernández de Kirchner rompió esta mañana el silencio para alinearse con su hijo en el rechazo al acuerdo y mostrar las tensiones internas en el seno de la coalición gobernante, el Frente de Todos. “Hoy como nunca recordé las palabras de Néstor respecto del FMI, cuando decía: ‘Siempre actuó como promotor y vehículo de políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino’. Otra vez. Inmensa pena”, dijo la vicepresidenta argentina en un vídeo publicado en sus redes sociales donde muestra los daños ocasionados por las piedras arrojadas contra su despacho.
Después de obtener la media sanción, desde el oficialismo se mostraron satisfechos por el resultado, que allana el camino a la aprobación definitiva en el Senado la próxima semana o, a más tardar, la siguiente. El tiempo apremia: faltan sólo 12 días para el primer gran vencimiento del año, cuando el Estado argentino debería pagar 2.800 millones de dólares al FMI, y necesita el primer desembolso del organismo para poder hacerle frente. Pese al rechazo de Fernández de Kirchner, titular de la Cámara Alta, el Ejecutivo peronista confía en contar con los votos suficientes y ha abierto ya el diálogo con los senadores opositores.
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En la Cámara de Diputados, los votos positivos de la alianza de Juntos por el Cambio (con algunas excepciones, como la del exministro de Economía Ricardo López Murphy) fueron posibles gracias a la negociación previa para consensuar el proyecto de ley, del que se eliminaron todos los detalles del programa económico pactado con el FMI pese a la resistencia de Guzmán, el principal negociador con el organismo. Los legisladores se limitaron a votar su apoyo a la reestructuración de la deuda contraída bajo el gobierno de Macri que Argentina no está hoy en condiciones de pagar. Argentina debía devolver 19.000 millones de dólares este año y cerca de 20.000 el año que viene, cantidades imposibles dadas sus escasas reservas.
Las dos grandes alianzas políticas de Argentina quedaron casi en igualdad de condiciones en la Cámara de Diputados tras las elecciones legislativas del pasado noviembre —118 bancas para el oficialismo frente a 116 para Juntos por el Cambio— lo que obliga al Gobierno a pactar cualquier ley que quiera sacar adelante. En esta ocasión, la oposición hizo valer su fuerza para no tener que apoyar el programa económico peronista. “Si no estábamos acá esta noche la Argentina entraba en default”, dijeron desde la coalición opositora tras la votación.
El presidente, Alberto Fernández, sostiene que la aprobación parlamentaria del acuerdo lo distingue del Gobierno anterior, que asumió la deuda actual por decreto. El visto bueno de ambas cámaras es además uno de los requisitos para que la reestructuración pactada entre en vigencia. El otro es que lo apruebe también el directorio del organismo internacional dirigido por Kristalina Georgieva.
El acuerdo firmado en Washington obliga al Gobierno de Fernández a someterse a revisiones trimestrales de las cuentas públicas. El desembolso de fondos pactado con el FMI está condicionado a que el país cumpla con las metas de déficit público acordadas (2,5% del PIB en 2022, al 1,9% en 2023 y 0,9% en 2024), limite la emisión monetaria y reduzca los subsidios a la energía, entre otras exigencias.
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