La invasión rusa de Ucrania ha provocado el mayor flujo de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 3 millones de personas han escapado del país desde el pasado 24 de febrero, pero la Unión Europea calcula que el número podría llegar a superar los 6,5 millones. Estos son los planes de los países europeos para gestionar la llegada de refugiados a partir de la aprobación de una directiva comunitaria de acogida ilimitada de los que huyen de las bombas.
Polonia, un permiso de 18 meses
Polonia, el país que más refugiados ucranios ha recibido desde el inicio de la guerra (dos millones de un total de 3,3 millones), ha aprobado una ley por la que podrán permanecer legalmente durante 18 meses, prorrogables a tres años. El Senado, con mayoría opositora, propuso otorgarles el derecho indefinidamente, pero lo rechazó la otra Cámara, el Sejm, dominada por el gobernante partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS).
Los refugiados ucranios están obteniendo un número de identificación nacional conocido como Pesel y podrán trabajar y acceder a los servicios sanitarios y educativos. Decenas de miles de niños ucranios ya están matriculados en las escuelas del país. Cada uno recibirá, además, 300 eslotis (unos 64 euros), y las personas e instituciones que los alojan, 40 eslotis (ocho euros) al día con retroactividad.
Polonia —cuya población, ONG y administraciones locales se han volcado en la ayuda a los refugiados— es en bastantes casos un país de paso hacia otros más ricos de la UE, como Alemania o Italia, pero se calcula que la mitad de huidos, en torno a un millón, sigue en el país, principalmente en las grandes ciudades. La población de Varsovia ha aumentado un 17% por la presencia de 300.000 refugiados, informó su Ayuntamiento la semana pasada. Tiene que ver en parte con la tupida red de acogida que conforma la presencia, previa a la guerra, de otro millón de ucranios, principalmente migrantes económicos atraídos en los últimos años por salarios más altos, facilidades con el visado y una lengua similar. Sus visados y permisos de residencia serán prorrogados hasta final de año si expiraron durante la guerra. Polonia necesita mano de obra en aquellos empleos que sus emigrantes cubren, por ejemplo, en Francia o España.
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Italia: un presupuesto de 400 millones
En Italia se concentra la comunidad de ucranios expatriados más grande de la Unión Europea, con unos 236.000 inmigrantes. Desde el inicio de la ofensiva rusa y hasta este sábado, han llegado a Italia casi 56.000 personas procedentes de Ucrania, de las cuales cerca de 29.000 son mujeres, 22.000 menores y unos 5.000 hombres, según el Ministerio de Interior.
El Ejecutivo, que se está preparando para recibir a unos 83.000 refugiados ucranios, declaró a inicios de mes el estado de emergencia humanitaria hasta el 31 de diciembre, una fórmula que le permite movilizar recursos con mayor rapidez y facilidad.
El plan para acoger a los refugiados que ha preparado el Gobierno de Mario Draghi prevé destinar en total 400 millones de euros a su acogida. La semana pasada aprobó un decreto para crear 75.000 nuevas plazas en la red nacional de centros de acogida, que se suman a las 8.000 ya disponibles. Las asociaciones, comunidades de acogida de ONG y otras organizaciones voluntarias, así como las familias que alojen a refugiados, recibirán una contribución diaria de unos 35 euros por cada refugiado hasta el 31 de octubre. Los refugiados que soliciten protección internacional y se encarguen de su propio alojamiento recibirán también una asignación, variable en función de su situación familiar, durante 90 días. Además, los titulares de protección internacional y los médicos y personal sanitario ucranios tendrán permiso inmediato de trabajo.
Francia: subsidios de 426 euros
Aunque Francia tiene una comunidad ucrania menor que países como España —unos 18.000 permisos de residencia concedidos—, el flujo de ucranios que huyen de la ofensiva rusa en su país no para de crecer y más de 30.000 refugiados, sobre todo mujeres y niños, han llegado ya a Francia, que está dispuesta a acoger hasta a 100.000. Los refugiados ucranios podrán acceder a cuidados médicos, recibir el subsidio para demandantes de asilo (alrededor de 426 euros mensuales, aunque la cifra varía según la composición familiar) durante el tiempo que estén bajo la protección oficial y también tendrán derecho a solicitar ayudas personalizadas para el alojamiento como muchos ciudadanos franceses. Las autoridades trabajan, además, para escolarizar rápidamente a los menores y ya 650 acuden a una escuela en sus lugares de acogida, según el Ministerio del Interior. La compañía nacional ferroviaria, la SNCF, les permite viajar gratis en sus trenes regionales y de alta velocidad.
España: papeles en 24 horas
España ha sido uno de los primeros países en adoptar la directiva de protección temporal para los desplazados de Ucrania. También es uno de los pocos que la ha interpretado de forma más generosa y ha incluido, por ejemplo, a los ucranios en situación irregular. España, a diferencia de otros países como Alemania, Italia o Grecia, no tiene “datos fiables” sobre el número de desplazados que ya han llegado al país y mantiene un sistema “flexible” de acogida que permita adaptarse a la afluencia de refugiados.
El plan de recepción en España se sustenta en dos pilares: la obtención de la documentación, en un procedimiento exclusivo de apenas 24 horas, y la ampliación de la red de acogida con más de 21.000 camas, gracias, en buena parte, a la colaboración de las comunidades autónomas. El Ejecutivo ha abierto cuatro centros de recepción y derivación en Madrid, Barcelona, Málaga y Alicante. Las comisarías provinciales de toda España también están tramitando los papeles necesarios.
La primera acogida de los desplazados se ha delegado en tres ONG (ACCEM, CEAR y Cruz Roja) que gestionan los recursos estatales. Se estudia también la creación de un programa nacional de acogimiento familiar. La gran comunidad ucrania, de 112.000 personas, está de momento absorbiendo a la mayor parte de los recién llegados, pero ya son al menos un millar los que han solicitado acogida en diversas partes del país.
Reino Unido: más voluntarismo que realidad
La presión de la opinión pública ha empujado desde el primer momento al Gobierno de Boris Johnson para que tuviera con los refugiados de Ucrania mucha más generosidad que la que mostró en un principio. Mientras la UE abría sus puertas, sin reclamar visado, a los cientos de miles de personas que huían de la guerra, el Reino Unido ofrecía un plan cicatero de acogida al que prácticamente solo podían acogerse los ucranios que tuvieran familiares en territorio británico. Y aun así, debían someterse a los trámites burocráticos de inmigración y a los controles de seguridad pertinentes. La ministra del Interior, Priti Patel, llegó a estimar en 200.000 las personas que se beneficiarían del plan de reagrupación familiar. Hasta la fecha, apenas han sido 6.000.
Las duras críticas de las organizaciones de ayuda a los refugiados de la oposición política forzaron a Johnson a cambiar de estrategia. Puso la gestión de la crisis en manos de su ministro para todo, Michael Gove —hoy al frente del departamento de Reequilibrio Económico Territorial del Reino Unido—, quien enseguida lanzó una campaña con una mezcla de populismo, solidaridad y falta de previsión. El Gobierno ofreció 350 libras mensuales (unos 415 euros) a los ciudadanos que acogieran en su hogar un refugiado ucranio o una familia entera (la cifra no variaba, al margen del número de huéspedes). La estancia mínima debían ser seis meses. La máxima, 12. Pero el proceso de llegada no se simplificó en absoluto. El primer día en que se lanzó la página web de Homes for Ukraine (Hogares para Ucrania), cerca de 90.000 personas registraron su interés en participar. La página se colapsó durante horas. El Gobierno remitía a las ONG para el proceso de selección de las personas, y era incapaz de solucionar las miles de dudas que surgían sobre la marcha. Ya son más de 120.000 las solicitudes de los ciudadanos, pero de momento, el proceso de acogida es más voluntarista que real.
Rumania y Moldavia: alojamiento, permiso de trabajo, sanidad y educación
En Rumania, por donde han huido de la guerra medio millón de ucranios, se calcula que hay alrededor de 100.000 refugiados. El lazo familiar constituye el principal motivo de su marcha hacia otros países, pero quienes permanezcan en Rumania —hasta ahora solo han pedido la acogida poco más de 4.000— se beneficiarán de comida, ropa, alojamiento, permiso de trabajo, acceso a la sanidad pública y a la educación, transporte gratis y ayuda psicológica y jurídica, además de un apoyo financiero de unos 120 euros al mes, según el Gobierno. Las familias que acojan a ucranios también recibirán esa misma suma de dinero por persona, según el Consejo Nacional Rumano para Refugiados. También se les proporcionará traductores para agilizar su proceso de integración en la sociedad.
En la vecina Moldavia hay 99.475 ciudadanos ucranios, casi la mitad de ellos menores, y las autoridades aseguran que dispondrán de todos los derechos de los ciudadanos del país, con la sola excepción de que no podrán participar en la vida política. Más de 700 niños ucranios ya están inscritos en centros educativos moldavos.
Con información de Antonio Pita (Lublin, Polonia), Lorena Pacho (Roma), Silvia Ayuso (París), María Martín (Madrid), Rafa de Miguel (Londres) y Raúl Sánchez Costa (Bucarest).
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