La Comisión Europea y el Gobierno británico han retomado la negociación sobre la aplicación de los acuerdos del Brexit en Irlanda del Norte tras el descanso navideño y, aparentemente, parece que lo han hecho con buen pie. Este viernes, de hecho, el vicepresidente Maros Sefcovic y la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, han emitido un comunicado conjunto, algo inusual en los últimos meses, sobre el primer encuentro entre ambos después de que la británica se haya hecho cargo de estas conversaciones, que hasta el mes pasado llevaba David Frost, dimitido ministro para el Brexit del Ejecutivo de Boris Johnson. “La reunión se celebró en una atmósfera cordial. Ambos acordaron que los técnicos se reunirán la próxima semana en conversaciones intensas”, apunta el texto.
Con la salida de Frost del Ejecutivo se esperaba con cierta expectación este primer encuentro. Frost es uno de los miembros del partido conservador británico con posiciones más duras e ideologizadas sobre el Brexit, y su personalidad había marcado fuertemente las negociaciones por sus constantes amenazas a recurrir al artículo 16 del Protocolo norirlandés, que supone la suspensión unilateral del acuerdo que ambas partes suscribieron para que saliera adelante la totalidad del Acuerdo de Retirada británica de la UE, que regula las relaciones entre Londres y Bruselas. En Bruselas se esperaba que la nueva jefa del equipo negociador mantuviera una posición más pragmática, pero un artículo que publicó hace días en la prensa británica había reducido esta esperanza. Finalmente, parece que, al menos en este primer encuentro, este nuevo comienzo permite ver con cierto optimismo la posibilidad de que se encuentre una salida a este asunto.
El Protocolo fue un añadido a los acuerdos generales entre la UE y Londres que permitían dar con una solución al problema más espinoso del Brexit, el encaje del Ulster tras la salida del Reino Unido. Se evitaba así la posibilidad de que se levantara una frontera física entre los condados de Irlanda del Norte y del resto de la Isla, poniendo en riesgo la delicada convivencia en esa zona entre católicos y protestantes y los acuerdos de Viernes Santo de 1998, que pusieron fin a la violencia terrorista entre ambas comunidades. Pero la aplicación de este protocolo, especialmente en el tráfico de mercancías, creó algunos problemas cotidianos que el Gobierno de Londres utilizó para renegar de un pacto que había suscrito en noviembre de 2019 y exigir que se renegociara todo de nuevo.
Esta posición siempre ha sido rechazada por Bruselas, que rechaza empezar de nuevo. La Comisión Europea no niega que la aplicación del protocolo haya traído trastornos en el intercambio de mercancías y por eso ha ofrecido la reducción de muchos de los trámites burocráticos necesarios en la llegada de productos de Gran Bretaña a Irlanda del Norte, ya que esta zona está ahora dentro del mercado común. Pero a lo que se ha negado en redondo es a prescindir del papel del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, una exigencia de Londres que Truss reiteró en su artículo de prensa. El argumento de Bruselas es que supondría el fin de la unidad de mercado.
Hasta ahora, después de tres meses de negociaciones y consumido el primer plazo que fijaba antes de Navidad la resolución del conflicto, solo se ha avanzado bastante en el capítulo de llegada de medicamentos a Irlanda del Norte desde Gran Bretaña.
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