La cumbre europea extraordinaria celebrada este jueves en Bruselas ha lanzado una batería de sanciones sin precedentes contra Rusia como castigo a una invasión de Ucrania que, a juicio de los dirigentes europeos, marca un antes y un después en la relación con Moscú y en la historia del Viejo Continente. Las represalias pactadas pretenden aislar la economía rusa del resto del mundo y suponen un golpe brutal a las principales entidades financieras del país agresor y al entramado industrial y militar que sostiene al régimen de Vladímir Putin. Casi ningún sector estratégico quedará a salvo del impacto en Rusia. Bancos, empresas de defensa y aeroespacial, constructoras de infraestructuras, grandes compañías de transporte y logística o aerolíneas perderán o verán limitado el acceso a los mercados europeos de financiación y sufrirán la prohibición de adquirir tecnología y componentes esenciales para su modernización.
Entre las medidas contempladas, figura que las compañías públicas rusas no podrán a salir a Bolsa en Europa y los grandes magnates no podrán abrir cuentas en los bancos europeos, según un borrador del documento de sanciones al que ha tenido acceso EL PAÍS. Se ampliará además la lista negra que impide viajar a la UE y condena a la congelación de los bienes en territorio comunitario para incluir a los oligarcas más próximos a Putin, que hasta ahora se habían librado de toda represalia por no tener una implicación directa en las repetidas agresiones del ejército ruso contra algunos de sus vecinos.
El castigo de la UE, concertado con países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Noruega, busca dañar gravemente la economía rusa. Pero el objetivo final es someter a Putin a una pinza de descontento y protesta por parte de una población que sufrirá las consecuencias más dolorosas y de una oligarquía que verá drásticamente reducido su potencial de enriquecimiento a costa del régimen. La falta de libertades permite al mandatario ruso reprimir a la opinión pública. Pero Bruselas confía en que el sufrimiento a largo plazo y la posible revuelta de una élite frustrada acaben erosionando a un presidente que controla el país desde hace 22 años y ha reformado la Constitución para atrincherarse en el Kremlin al menos hasta 2036.
“Estas medidas incluyen amplias sanciones financieras y estrictos controles a la exportación que tendrán un profundo impacto en la economía, el sistema financiero y el acceso a la tecnología punta”, asevera el borrador. El objetivo, prosigue el texto, es imponer “graves costes a las principales instituciones financieras rusas” que “aislarán aún más a Rusia del sistema financiero mundial”.
Los líderes se citaron a las ocho de la tarde del jueves en Bruselas y prolongaron la discusión hasta la madrugada del viernes, en un encuentro sin teléfonos y a puerta cerrada. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha participado brevemente por videoconferencia, de forma emotiva y vestido con camiseta de color caqui, para reclamar ayuda al bloque comunitario, a medida que avanzaban las tropas rusas en su país y crecía su sensación de aislamiento. El presidente ucranio se mostraba después decepcionado. “Nos han dejado solos para defender nuestro Estado”, ha dicho Zelenski en un vídeo publicado en la cuenta presidencial, según ha recogido la agencia France Presse. “¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo para dar a Ucrania la garantía de una adhesión a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo”, ha lamentado.
Varios dirigentes europeos también han expresado durante el encuentro la necesidad de ir aún más allá con las sanciones, reclamando medidas drásticas como sacar a Rusia del sistema SWIFT de transacciones financieras, algo que finalmente se ha descartado, al menos de momento, con países como Alemania en contra, según fuentes conocedoras de la negociación. “Veremos cómo evoluciona la situación [en Ucrania], pero estamos dispuestos a ir más lejos”, ha asegurado una fuente comunitaria presente en las negociaciones de los dirigentes, que ha subrayado que tanto el primer como el segundo paquete de sanciones han sido aprobados en 24 horas. “Y ya estamos pensando en el tercero”. Entre las opciones para ir más allá también se contempla cercar aún más al círculo de oligarcas próximo a Putin. E incluso al propio Putin. La idea de los Veintisiete es guardarse ases en la manga porque se pisa un territorio ignoto, con escenarios apenas imaginables hace unos días, y cuyo desenlace resulta oscuro e impredecible.
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“Es una primera respuesta”, ha asegurado el presidente francés, Emmanuel Macron, en una comparecencia al término de la cumbre, a las dos y media de la madrugada, junto al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Cariacontecido, Macron ha explicado su último intento de frenar a Putin a través de una infructuosa llamada telefónica este jueves. El intercambio, a petición de Zelenski, ha sido “franco, directo y rápido” para pedirle que frene lo antes posible los combates. “No ha producido efectos, como ven, por el momento”, ha dicho con gesto grave. “El presidente ruso ha elegido la guerra”.
La batería de medidas finalmente adoptada ataca a dos de los principales bancos del país (Alfa Bank y Bank Otkritie), según el citado borrador, un zarpazo que se suma a la sanción ya impuesta en el primer golpe de esta semana a otras tres instituciones —Bank Rossiya, Promsvyazbank y VEB—, y prohíbe también nuevas salidas a Bolsa de compañías estatales rusas en parqués de la UE. También corta el flujo financiero con el bloque comunitario de compañías del Estado ―como Almaz-Antey, Kamaz, Rostec o Russian Railways― presentes en sectores vinculados a la capacidad militar, como el aeroespacial, el naval, el de automoción y el armamentístico.
El azote financiero afectará “al 70% del mercado ruso de la banca”, ha asegurado Von der Leyen en la comparecencia. El paquete, ha añadido, “tendrá máximo impacto en la economía rusa y la élite política”.
Las sanciones previstas también cercan por primera vez de forma tangencial a la oligarquía rusa, al prohibir que ciudadanos o personas jurídicas de este país puedan abrir nuevos depósitos bancarios superiores a 100.000 euros en la UE, “por lo que repercute claramente en la élite rusa”, asevera el borrador, una medida, añade, coordinada con Suiza. Y se impone además una prohibición de exportaciones de la UE a Rusia en el sector energético, impidiendo el comercio de equipos y tecnología europeos necesarios para la modernización de las refinerías rusas. Elementos “únicos y que no pueden ser sustituidos”, según Von der Leyen, por lo que acabará afectando en el medio plazo a un sector que aporta 24.000 millones de euros al país. Se toma idéntica medida en el sector aéreo y aeroespacial restringiendo la exportación de aeronaves y piezas y tecnología claves.
Con el nuevo paquete, que aún deberá ser formalmente adoptado, algo que está previsto a lo largo de este viernes, la UE quiere restringir además la exportación de productos de doble uso militar y civil y de otros productos de tecnología avanzada con decenas de usuarios finales en Rusia vinculados al sector militar, incidiendo así sobre sectores que puedan ayudar, directa o indirectamente, a mejorar la capacidad militar y tecnológica de Rusia. Esta medida se aplicaría, según el borrador, “a todos los usuarios finales de artículos de los siguientes sectores: electrónica, informática, telecomunicaciones y sensores y láseres, aplicaciones marinas”.
Las sanciones también azotan a nuevos grupos de individuos, a los que se prohíbe viajar a la UE y cuyos bienes en el bloque comunitario quedan congelados, entre los que destacan ciudadanos bielorrusos del ámbito militar y del Ministerio de Defensa que hayan “facilitado la invasión de Ucrania”, según el borrador. Y estas medidas se hacen extensivas a todos los miembros de la Duma (el Parlamento ruso), más allá de los 351 parlamentarios que habían sido castigados con el primer tramo de sanciones, y a miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia.
Los Veintisiete se reservan todavía la posibilidad de endurecer el golpe, pero están convencidos de que pueden desestabilizar a Putin con esta segunda batería de sanciones, después de la aprobada el miércoles tras el reconocimiento de la independencia de las provincias separatistas del Donbás por parte de Moscú. Pero algunos países de la UE creen que la sacudida no es suficiente y que el presidente ruso dispone de recursos financieros suficientes para sostenerse en el poder. A ello se añaden los resortes políticos que han impuesto en su entorno un régimen de terror que Putin se ha cuidado de escenificar: el vídeo editado de la última reunión del consejo ruso de seguridad antes del ataque a Ucrania mostró a unos altos cargos totalmente sometidos a la autoridad del presidente. Y Putin ni siquiera se ahorró difundir la humillación en público al jefe de sus servicios de espionaje en el exterior, balbuciente y atemorizado ante el interrogatorio de un presidente que dudaba de su alineamiento con la posición oficial del Kremlin.
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