La Unión Europea ha dado este lunes otro paso al frente para defender a Ucrania del ataque de Vladímir Putin con la creación en Bruselas de una célula encargada de dirigir y coordinar la compra de armamento que solicite el Gobierno ucranio de Volodímir Zelenski. La Comisión Europea también ha decidido movilizar el centro de satélites comunitarios situado en Madrid para prestar servicios de inteligencia a Kiev. Los movimientos han provocado las iras de Moscú, que ha advertido que atacará cualquier convoy europeo que entre con armas en territorio ucranio.
La guerra lanzada por el presidente ruso empuja así a la Unión a un salto histórico como fuerza geoestratégica y a dejar atrás su vocación pacifista para implicarse en un conflicto militar que ha hecho trizas el marco de seguridad del Viejo Continente. El giro de Bruselas llega tras otro cambio histórico en Berlín, donde el canciller alemán, Olaf Scholz, anunció este domingo un rearme de su país de proporciones nunca vistas desde el final de la II Guerra Mundial.
“Estamos ante un punto de inflexión en la historia de la integración europea”, ha asegurado el alto representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, tras presidir un consejo extraordinario de ministros de Defensa de la UE celebrado por videoconferencia. El encuentro ha entregado al departamento de Borrell la competencia de coordinar la compra de armas que están llevando a cabo los países de la UE para ayudar a Ucrania a defenderse.
Los ministros de Exteriores aprobaron el domingo, además, que el presupuesto comunitario financie parte de esas compras, una decisión sin precedentes en la historia de la Unión. La medida, impensable hace solo unas semanas, fue respaldada por los gobiernos de la UE, aunque Austria, Irlanda y Malta se abstienen de participar. “En poco más de 24 horas cayó el tabú de que la UE no puede implicarse en temas militares”, ha señalado Borrell, quien ha recordado que la autorización para financiar la compra de armas con fondos europeos empezó a fraguarse este sábado, después de la cumbre europea extraordinaria del día antes.
La Unión movilizará 450 millones de euros para material de combate y otros 50 millones para material defensivo y combustible. El dinero ayudará a los Estados a financiar la compra de armamento y su envío a las fuerzas armadas ucranias. Borrell ha reconocido que no será una tarea fácil, sobre todo, después de que Rusia haya calificado como “inamistosa” la decisión europea.
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“Con dinero no se combate, se combate con armas y trasladarlas requiere una operación logística muy potente”, ha señalado el jefe de la diplomacia comunitaria. El español se ha negado a concretar las vías o calendario de entrega “para no dar pistas a la otra parte”. Pero ha asegurado que el material llegará, previsiblemente a través de los países de la UE que tienen frontera con Ucrania, es decir, Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania. El Gobierno de Viktor Orbán, sin embargo, ha anunciado inmediatamente después de la reunión de ministros de Defensa que no permitirá el paso por Hungría de armas o tropas hacia territorio ucranio. Orbán, con estrechos lazos comerciales y financieros con la Rusia de Putin, ha secundado todas las sanciones adoptadas contra el Kremlin, pero no parece dispuesto a sumarse a una medida que puede ser interpretada por Moscú como una hostilidad directa a sus fuerzas militares.
La ayuda financiera y armada al Ejército ucranio aumenta el riesgo de que la UE o la OTAN se vean arrastradas a un conflicto armado que podría alcanzar dimensiones pavorosas. Fuentes comunitarias aseguran que ese socorro europeo “es compatible con la legalidad internacional, que permite ayudar a un país para defenderse por sí mismo de una agresión”. Pero la posibilidad de un choque entre efectivos de la Unión o de la OTAN y fuerzas rusas aumenta considerablemente si la entrega del armamento se hace en zonas ocupadas.
La célula que creará la Comisión Europea se encargará de que la ayuda de los países de la UE responda a las necesidades del Ejército ucranio. “Se trata de evitar duplicidades o que algunas demandas se queden sin cubrir”, ha explicado Borrell. La tarea otorga al organismo comunitario un papel crucial en una tarea que hasta ahora era eminentemente nacional y ajena casi por completo a un organismo centrado en actividades civiles. Bruselas se coloca así en el centro de una operación sin precedentes, como ya hizo con la coordinación de la compra de vacunas para la pandemia a pesar de no tener competencias sanitarias.
Los Estados, encargados de llevar a cargo las compras y el envío de armamento, comunicarán a la célula comunitaria sus planes de adquisición, para que el equipo comunitario compruebe su idoneidad. El objetivo es evitar que llegue material innecesario o que se solapen los envíos. La operación se coordinará, además, con la OTAN.
Los aliados de la Alianza atlántica también han redoblado el apoyo a Ucrania, con envíos tan significativos como misiles Javelin y misiles antiaéreos, según ha detallado el organismo presidido por Jens Stoltenberg. Hasta ahora, 17 de los 30 aliados han enviado, o están a punto de hacerlo, importantes cantidades de material militar. La asistencia financiera también se eleva a centenares de millones de euros.
Las autoridades ucranias también han solicitado a la UE el apoyo de sus servicios de vigilancia espacial. Y Borrell ha anunciado que se va a movilizar el centro de satélites con sede en Madrid para prestar esa ayuda, lo que previsiblemente permitirá al Ejército de Zelenski anticipar en parte los movimientos de las fuerzas rusas de invasión.
La ayuda financiera y militar coloca así a casi todos los países europeos en una clara confrontación con Moscú, lo que augura, según fuentes comunitarias, ataques híbridos, represalias comerciales o el uso de la energía como instrumento de agresión. Borrell ha reconocido que “la energía no va a quedar fuera de este conflicto”. La dependencia energética de la UE del gas y el petróleo ruso hace inevitable, según el alto representante, “que haya turbulencias, que suban los precios y que ese precio lo paguen los consumidores”.
Borrell ha pedido que se comunique a la opinión pública esas consecuencias con franqueza y pragmatismo. “Si no pagamos hoy este precio, pagaremos mañana un precio mucho más alto”, ha advertido el dirigente comunitario. Y ha recordado que los ucranios ya están pagando una factura mucho más elevada, en forma de muerte y destrucción. Su lucha, ha dicho, no es solo por Ucrania, “también depende de ella la seguridad de Europa”.
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