El Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido este lunes en Nueva York para abordar la crisis humana provocada por la invasión rusa de Ucrania. Los 15 miembros del máximo foro de Naciones Unidas han recibido información de Martin Griffiths, responsable de la oficina humanitaria del organismo (OCHA, en sus siglas inglesas), y Catherine Russell, la directora ejecutiva de Unicef, el fondo para la infancia. A la sesión informativa seguirán consultas a puerta cerrada. Es la enésima vez que el Consejo se reúne en las últimas semanas, sin resultado práctico hasta la fecha por el derecho de veto de Rusia a cualquier resolución de condena.
Con 1,7 millones de desplazados, entre los refugiados huidos a los países vecinos y los internos, la convocatoria urgente del Consejo no planteaba hoy ninguna acción concreta, sólo un intercambio de información sobre el estado de la cuestión humanitaria en Ucrania, con llamamientos unánimes -salvo el representante de Rusia- a la inmediata apertura de corredores que permitan la salida segura de civiles. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmaba al menos 13 ataques contra hospitales y centros de salud en Ucrania, con nueve muertos y 16 heridos, los países miembros del Consejo seguirán negociando un borrador de resolución, propuesta la semana pasada por Francia y México, para garantizar el suministro de ayuda.
Griffiths urgió a todas las partes a facilitar a los civiles que huyen una salida segura en la dirección que elijan -Moscú ha planteado corredores sólo a Rusia y Bielorrusia, una oferta que el embajador de Francia calificó de “cínica”-, así como el suministro de ayuda a esas áreas. “Las partes deben velar constantemente por evitar a los civiles, las zonas residenciales y las infraestructuras de uso civil en sus operaciones militares”, ha dicho. La OCHA ha enviado un equipo a Moscú para trabajar en una mejor coordinación de la ayuda entre instancias militares y civiles.
En el mismo sentido se ha manifestado la embajadora de EE UU, Linda Thomas-Greenfield, que recordó que más de la mitad de los desplazados son menores. “EE UU está indignado por el aumento de los ataques a civiles”, dijo la diplomática. “Mi colega polaco justo acaba de informarnos de que cien refugiados ucranios cruzan a Polonia cada minuto y la situación va a deteriorarse aún más; la cuestión es cuánta devastación está dispuesto a causar el presidente Putin por este enorme error”, ha subrayado, en alusión a la invasión de Ucrania. La protección a los civiles debe reforzarse en el caso de las mujeres y las niñas, incidió Thomas-Greenfield, “especialmente vulnerables a la violencia de género”, las personas del colectivo LGBTQI, “así como los adultos mayores y las personas con discapacidad”. “Necesitamos el compromiso firme, claro, público e inequívoco de Rusia de permitir y facilitar el acceso humanitario inmediato y sin trabas para los socios humanitarios en Ucrania”, ha concluido.
El embajador de Ucrania, Sergii Kislitsia -siempre el más enérgico y combativo, sobre todo ante su antagonista, ante quien se encara habitualmente-, ha acusado a Moscú de romper el acuerdo alcanzado en las últimas horas al insistir en que los corredores humanitarios deben desembocar en Rusia y Bielorrusia. “Insto a los rusos a retractarse y volver a lo acordado previamente para permitir a los civiles ucranios y extranjeros [residentes en Ucrania] ir a Europa”, pidió el diplomático.
El embajador de Rusia, Vasili Nebenzia, no se ha apartado un milímetro del discurso del Kremlin. “Sabemos que sigue instrucciones, pero recuerde lo que escribió [el disidente soviético y premio Nobel de la Paz] Aleksandr Solyenitsin: al ser humano no sólo le ha sido dada la vida, también la conciencia”, le interpeló su colega británica, Barbara Woodward. Sin inmutarse, Nebenzia repitió el argumentario de Moscú como salvador de los ucranios prorrusos, objeto de un “genocidio” por parte del Gobierno de Kiev según el Kremlin. “Rusia ha declarado un alto el fuego, pero Kiev no coopera, los radicales no dejan salir a la población civil de Mariúpol. Tienen a los civiles como escudos humanos, además de mantener como rehenes a más de 1.500 extranjeros, africanos incluidos; hemos lamentado la muerte de estudiantes indios… El uso de armamento pesado en áreas pobladas se ha convertido en una práctica para los batallones nacionalistas” de Ucrania, a los que calificó también de neonazis.
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El mensaje del máximo órgano de la ONU parece ir desinflándose a medida que la guerra se enquista y degenera, con el considerable impacto en los civiles. La resolución que se negocia deberá hacer un ejercicio de contorsionismo léxico para vencer la oposición de Rusia, que siempre tiene listo el botón del derecho de veto.
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