Hay días en que los parlamentarios y los políticos hablan para los libros de Historia, no para el diario de sesiones. Este martes ha sido uno de esos días en el Parlamento Europeo. El que más lo ha subrayado ha sido el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. “Estamos peleando por la libertad que ustedes tienen”, ha proclamado en su comparecencia por videoconferencia ante los eurodiputados reunidos en pleno. En su emotiva intervención ha recordado a las víctimas del ataque de Rusia —este lunes murieron 16 niños— y ha reivindicado su incorporación a la Unión Europea. “Luchamos para ser miembros de pleno derecho de Europa. Demuestren que la UE está con nosotros y que no nos dejarán solos”, ha añadido vestido con una camiseta de un inconfundible color verde militar. Sus palabras han sido acogidas por el hemiciclo con una gran ovación, que ha durado un minuto justo, el tiempo que ha estado escuchándola antes de levantarse y salir del objetivo de la cámara.
El respaldo a su petición en la Eurocámara lo tiene asegurado. La expresión más escuchada al comienzo o el final de la cincuentena de discursos previstos es “Gloria a Ucrania”. La resolución que se votará al final de la sesión contiene un punto que “solicita a las instituciones de la Unión que trabajen para conceder el estatuto de país candidato a la Unión a Ucrania”. En un relevante gesto de unidad, populares, socialistas, liberales, verdes, ultraconservadores e izquierda, han suscrito un texto común. Además, nueve países de Europa central y del Este apoyan reconocer ya una candidatura de Ucrania a la UE.
Las apelaciones a la lucha de la democracia contra la autocracia, la libertad contra la sumisión o el Estado de derecho frente a la tiranía han salpicado todos los discursos de los líderes de la Unión Europea que se han escuchado en un hemiciclo plagado de banderas de Ucrania y lazos con la misma enseña en las solapas. “No miraremos a otro lado. Estamos ante una amenaza existencial de la Europa que conocemos”, ha clamado la primera oradora, la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola. “Proteger nuestra libertad tiene precio. Vamos a pagarlo porque la libertad no tiene precio”, ha advertido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Zelenski firmó el lunes la solicitud de esa candidatura, convencido de que el futuro de Ucrania, ahora más que nunca, depende de su integración europea. La aproximación de Ucrania a la UE en 2013 fue, precisamente, el desencadenante de la primera agresión rusa contra ese país. Zelenski lo hizo tomando la palabra a Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europa, que días antes había pronunciado una frase que ha repetido este martes: “Los ucranios son de los nuestros y los queremos dentro”. Una frase que explica mucho de lo sucedido estos días, incluso la diferente respuesta a los refugiados que está produciendo este conflicto bélico frente al de Siria en 2015, cuando varios países rechazaron la acogida de las personas que huían de la guerra.
En 2014, la intención de Kiev de firmar un acuerdo de asociación comercial con el club comunitario fue boicoteada por el presidente ruso, Vladímir Putin. Y poco después lanzó un ataque encubierto para anexionarse la península ucrania de Crimea y alentó militarmente el separatismo de las regiones del Donbás en el este de Ucrania. Zelenski aboga ahora por consumar la integración en la UE mediante un procedimiento acelerado de adhesión. Ocho países de Europa central y del Este, con Polonia a la cabeza, secundaron este lunes la petición y abogan por reconocer de inmediato la candidatura de Ucrania ―Hungría se ha sumado este martes—, un estatus que colocaría al país en la antesala de la entrada y le facilitaría el acceso a cuantiosos fondos europeos para impulsar la convergencia política y económica.
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Pero la mayoría de las capitales consideran que el debate sobre la candidatura ucrania es prematuro e, incluso, podría ser contraproducente porque la imposibilidad de colmarla a medio y largo plazo generaría frustración en la opinión pública de ese país.
El vicepresidente de la Comisión, Josep Borrell, resumía el sentir de muchos líderes europeos ante la posible candidatura. “Tenemos que trabajar en cosas más prácticas”, apuntaba el lunes el jefe de la diplomacia europea. “La membresía sería algo que, en cualquier caso, tardaría muchos años en producirse y lo que necesitamos son respuestas para las próximas horas, no para los próximos años”. Borrell cree que “Ucrania tiene una perspectiva que es claramente europea, pero ahora lo que toca es luchar contra la agresión”.
La experiencia de Turquía, con su candidatura estancada desde hace, al menos, más de una década, y el lento avance de los candidatos procedentes de la antigua Yugoslavia (como Serbia y Montenegro) impone la prudencia en las principales capitales europeas.
Ucrania, además, está lejos de cumplir los llamados criterios de Copenhague, que fijan los baremos políticos (democracia estable y Estado de derecho), económicos (una economía viable y competitiva) y legales (capacidad de asumir el acervo normativo de la UE) que deben cumplirse para iniciar la negociación previa al ingreso. Además, a petición de Francia se ha endurecido recientemente el examen previo y el proceso de negociación para evitar que se repitan casos como los de Hungría o Polonia, que una vez dentro del club han rebajado la calidad de su Estado de derecho y han adoptado políticas discriminatorias o xenófobas que Bruselas considera incompatibles con el Tratado de la UE.
Aun así, los principales grupos parlamentarios europeos consideran conveniente el reconocimiento de la candidatura solicitado por Zelenski como gesto de apoyo frente al ataque del gigante ruso. El partido liberal europeo (ALDE) incluso admitió el lunes el ingreso en la formación del partido del presidente ucranio.
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