La invasión rusa de Ucrania ha despertado de golpe a Alemania, que en dos días ha tomado decisiones trascendentales que cambian de forma radical políticas asentadas desde hace décadas. Este domingo, en un discurso histórico en el Bundestag, el canciller, Olaf Scholz, ha anunciado una partida extraordinaria de 100.000 millones de euros para mejorar el Ejército alemán y un aumento de la inversión anual en Defensa de más del 2% del producto interior bruto. “La guerra de Putin”, ha dicho Scholz, supone “un punto de inflexión”. “Tendremos que invertir significativamente más en la seguridad de nuestro país para proteger nuestra libertad y nuestra democracia”, ha asegurado.
Este giro respecto a la política de Defensa alemana viene precedido de las críticas al “abandono” de la Bundeswehr (Fuerzas Armadas) que en los últimos días han expresado políticos de distintos partidos y altos mandos militares. El teniente general Alfons Mais, el oficial de mayor rango, lamentó públicamente que décadas de escuálida inversión han provocado que el Ejército alemán no esté preparado para defender al país de un ataque. “Todos lo vimos venir, pero no hemos podido sacar las conclusiones necesarias de la anexión de Crimea. ¡Esto no está bien! ¡Estoy muy enfadado!”, escribió en una publicación de LinkedIn.
La decisión de Scholz de inyectar a las Fuerzas Armadas una cantidad de dinero inaudita se produce solo un día después de que Berlín diera otro giro de 180 grados a su restrictiva política de envío de armas a zonas de conflicto. Tras semanas resistiéndose y siendo objeto de críticas de los aliados, el canciller anunció la entrega a Ucrania de 1.000 misiles antitanque y de 500 misiles tierra-aire Stinger de las existencias de la Bundeswehr para apoyar a las fuerzas armadas ucranias. “Es nuestro deber hacer todo lo posible para ayudar a Ucrania a defenderse del Ejército invasor de Vladímir Putin”, justificó Scholz el cambio radical de Berlín, que hasta ahora incluso vetaba la reexportación de armamento a través de terceros países.
Ambas medidas son polémicas en un país en el que todavía pesa su sangrienta historia del siglo XX y cuya población es mayoritariamente pacifista. El líder de la oposición, el democristiano Friedrich Merz, dio su apoyo explícito a Scholz, aunque le instó a no aumentar en exceso la deuda para que no recaiga en las generaciones jóvenes. “Recorreremos juntos este camino”, aseguró. Merz retomó una polémica declaración del excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder, que calificó a Putin de “impecable demócrata” en 2004, durante su intervención: “Ese perfecto demócrata, que nunca lo fue, se ha convertido ahora en un criminal de guerra”.
Hasta ahora Alemania se resistía a aumentar el presupuesto de Defensa como le pedía la OTAN y ha estado posponiendo la necesidad de replantearse su papel en el mundo y su responsabilidad como potencia europea. Scholz precisó que su decisión no se debe a la promesa hecha a los aliados, o no solo: “También hacemos esto por nosotros mismos, por nuestra propia seguridad”, dijo en el Bundestag. El canciller mencionó también la cooperación con los socios europeos. Dijo que es importante para la UE mantenerse al día tecnológicamente y construir la próxima generación de aviones de combate y tanques. “Estos proyectos tienen la máxima prioridad para nosotros”, aseguró.
Putin ha creado una nueva realidad en Europa, dijo Scholz este domingo en una sesión especial del Parlamento alemán. Y eso lo cambia todo: “Ha iniciado una guerra de agresión a sangre fría”. “Es inhumano. Va en contra del derecho internacional. Nada ni nadie puede justificar lo que está pasando”, aseguró el canciller, que recibió aplausos de los diputados en varios momentos de su discurso. “No podía haber otra respuesta a la agresión de Putin”, subrayó. Con la inyección de fondos, que se incorporará al presupuesto de 2022, y el aumento anual del presupuesto de defensa, el objetivo de Berlín es conseguir un Ejército “eficiente y moderno”. Costará mucho dinero, advirtió el canciller: “Pero tiene que ser factible para un país de nuestro tamaño e importancia en Europa”.
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Independencia energética
El punto de inflexión que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania no se limita a las capacidades militares de Alemania. Berlín quiere garantizarse la independencia energética de Moscú lo antes posible. Scholz anunció este domingo que el Gobierno construirá dos nuevas terminales de gas licuado que le permitan importar gas por barco y asegurarse el abastecimiento de este carburante en caso de que en un futuro se vea mermado. Alemania no tiene ahora ninguna regasificadora en su territorio, en un ejemplo más de que su política energética de las últimas décadas ha mirado casi exclusivamente al este, al gas que llega por gasoductos desde Rusia.
Los aliados occidentales de Berlín han estado presionando a Alemania para que acelere su desenganche del gas ruso, pero la tarea no es nada fácil para un país que ha cerrado casi todas sus centrales nucleares y que pretende abandonar el carbón antes de 2030. Actualmente el 55% del gas que consume la potente industria alemana y que alimenta las calefacciones del país procede de Rusia. A principios de esta semana Berlín paralizó el proceso de certificación del gasoducto Nord Stream 2, el proyecto energético más controvertido del mundo, en respuesta a las acciones de Rusia.
El canciller ha advertido a Putin de que las sanciones acordadas el sábado por los aliados –la exclusión selectiva del sistema interbancario SWIFT, la congelación de los activos del Banco Central Ruso y de los oligarcas cercanos a Putin- no serán las últimas. “Nos reservamos el derecho a imponer otras más adelante”, dijo. “Seamos realistas: Putin no cambiará de rumbo de la noche a la mañana, pero pronto los líderes rusos notarán el alto precio que van a pagar”, añadió. También en la imposición de sanciones ha habido un cambio de rumbo del Gobierno alemán, que se resistía a imponer medidas como la salida de SWIFT por miedo a las repercusiones para la economía alemana.
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