Occidente gasta sus últimos cartuchos diplomáticos para evitar una invasión rusa de Ucrania mientras crece la tensión entre ambos países. Tras una noche de tensos combates y preocupantes intercambios de artillería en el este del país entre los separatistas prorrusos y el Ejército ucranio, cuyas escaramuzas siguen, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha convocado este viernes a un grupo de líderes europeos y de la OTAN a una videoconferencia para analizar las últimas informaciones de los servicios de inteligencia, que insisten en que el ataque militar puede llegar “en los próximos días”. Fuentes oficiales estadounidenses han advertido a los medios de que esa operación podría incluir el empleo de aviones de combate, tanques, misiles balísticos y un ciberataque coordinado.
La lista de convocados por la Casa Blanca la forman los miembros del G-7 salvo Japón —el canciller alemán, Olaf Scholz; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; y los primeros ministros británico, Boris Johnson, italiano, Mario Draghi, y canadiense, Justin Trudeau—, así como los presidentes de dos países limítrofes con Ucrania, el de Polonia, Andrzej Duda, y el de Rumania, Klaus Iohannis. También se han sumado los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del Consejo Europeo, Charles Michel, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Cabe encuadrar esa videollamada y su posterior comparecencia en la Casa Blanca, la segunda en esta semana, en la apuesta de Biden por mostrarse durante esta crisis como un líder con las lecciones de 2014 ―cuando Rusia se anexionó la península ucrania de Crimea― aprendidas y con iniciativa. También con un plan: su Administración ha decidido compartir casi al minuto con periodistas, senadores y el público en general la información de la que disponen sobre las intenciones de Rusia para, por ese medio, detener las aspiraciones expansionistas del presidente Vladímir Putin.
Entre tanto, Washington no hace sino aumentar sus cálculos sobre las tropas desplegadas por Moscú en su frontera con Ucrania, en Bielorrusia y en la Crimea ocupada. Michael Carpenter, embajador ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), ha elevado este viernes en Viena, en una reunión convocada por el organismo multilateral para tratar la crisis, a entre 169.000 y 190.000 el número de esos soldados. Es una cifra sensiblemente superior a la ofrecida el martes por Biden en una comparecencia en la Casa Blanca, cuando habló de 150.000. “Estamos ante la movilización militar más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”, ha asegurado Carpenter, que ha recordado que Estados Unidos fijaba el pasado 30 de enero en 100.000 el número de tropas.
La acumulación observada por Washington contrasta con los mensajes de Moscú de los últimos días sobre una supuesta retirada de sus tropas. Esos pronunciamientos contribuyeron a aflojar momentáneamente la tensión al principio de una semana decisiva, pero la Casa Blanca y la OTAN han insistido en estos días que no han podido verificar su veracidad.
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Putin ha afirmado este viernes que está preparado para seguir por el camino de la diplomacia. “Estamos listos para negociar, con la condición de que todas las aspiraciones se consideren por igual, sin separar las principales propuestas de Rusia”, ha dicho el presidente en una conferencia de prensa junto a su aliado, de visita en Moscú, Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, país en el que el Ejército ruso inició la semana pasada operaciones militares.
Mientras, se ha confirmado una reunión “para la próxima semana” entre el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. El anuncio de esa reunión contribuyó a calmar a los mercados. El secretario de Estado ha explicado que la conversación llega en un “momento peligroso para la vida y la seguridad de millones de personas”.
“Pretexto”
Blinken ha viajado a Múnich para participar en la Conferencia de Seguridad, foro que reúne con carácter anual en la capital bávara a decenas de líderes y ministros de Exteriores y Defensa. El jueves compareció en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a petición de Biden. En ese foro, detalló los escenarios que Estados Unidos baraja para que Rusia “construya un pretexto” que justifique el ataque. Funcionarios estadounidenses han trasladado a los medios la sospecha de que algunas de las noticias que llegan desde el Este de Ucrania podrían ser parte de una operación de “falsa bandera” destinada a montar un escenario propicio para la invasión.
A Múnich ha viajado también la vicepresidenta Kamala Harris, en una de las misiones de más alto perfil desde que tomó posesión hace un año. Se ha visto ya con Stoltenberg y con los líderes de los países bálticos, claves en la crisis, y está previsto que se reúna durante varios días con Scholz, la ministra de Exteriores del Reino Unido, Liz Truss, o el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Harris ofrecerá este sábado un discurso en el que se espera que incida en que la OTAN y Estados Unidos están perfectamente alineados en esta crisis, y que las consecuencias para Rusia si invade Ucrania serán severas.
Blinken, que ha adoptado una actitud más beligerante en los últimos días, ha calificado en Múnich de “cínica” la evacuación de civiles del Este de Ucrania hacia Rusia, anunciada por los líderes separatistas prorrusos de las provincias ucranias de Donetsk y Lugansk. “Es cínico y cruel utilizar a seres humanos como peones, con el fin de distraer la atención del hecho de que Rusia está reforzando a sus tropas de cara a un ataque”, ha declarado Blinken. “Este tipo de anuncios constituyen nuevos intentos de tapar, con mentiras y desinformación, que Rusia es el agresor en este conflicto”, añadió.
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