Rusia sufrió el miércoles una importante derrota política, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por amplia mayoría una resolución que condena la invasión de Ucrania. Hubo 141 votos a favor y 5 en contra, incluyendo el de Moscú. Se abstuvieron 35 países y otros 12 no votaron. La resolución no es vinculante, pero constituye un significativo revés y ofrece un retrato del estado de las relaciones internacionales en medio de este gran choque que redefinirá el orden mundial.
La lectura general es cristalina. Las democracias liberales lograron aglutinar tres cuartas partes de los Gobiernos del mundo contra la invasión rusa; el Kremlin solo obtuvo el respaldo de cuatro dictaduras, Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea. El campo de aquellos que optaron por abstenerse no llega al 20% en número de votos, pero supone una parte considerable de la población mundial, al figurar en él países como China, India, Pakistán, Irán o Sudáfrica. Por su importancia económica, este es el sector en el que Rusia puede encontrar oxígeno para hacer frente a las sanciones occidentales. También hay algunos países que han votado contra Moscú en la Asamblea General, pero que no avalan el cuadro sancionatorio. Entre los que directamente no votaron, llama la atención Marruecos, y también se encuentra Venezuela, aunque el país latinoamericano no tiene derecho a votar por impago de las cuotas de la ONU.
Detrás de este esbozo general hay muchos elementos significativos que describen la dinámica de equilibrios del mundo hoy, en un momento en el que se libra un pulso geopolítico de intensidad inaudita desde el fin de la Guerra Fría. A continuación, una descripción de algunos de los más relevantes.
El dilema de China
La invasión rusa ha colocado a China ante un complejo dilema. Pekín ha ido estrechando progresivamente lazos con Rusia en los últimos años. Llegó a declarar a principios de febrero que su alianza con el Kremlin “no tiene límites”. Pero ahora la agresión rusa incómoda al gigante asiático, y la abstención en la ONU es un claro reflejo de ello. China recela ante varias dinámicas que la invasión ha desatado: desde la desestabilización general que daña la economía mundial, hasta el fortalecimiento del vínculo occidental, pasando por el ensayo de andanadas de sanciones. El rechazo amplísimo en la ONU a la acción rusa complica enormemente su apuesta de presentarse como socio de un país considerado hoy un paria por gran parte del mundo. Previsiblemente, China no abandonará Rusia. Que el acercamiento entre las dos potencias haya sido una apuesta personal de Xi Jinping —que cultivó sus lazos con Vladímir Putin— consolida esa tesis. Pero, sin duda, China está recalibrando. La muestra más clara de ello ha sido la decisión de congelar las operaciones con Rusia y Bielorrusia adoptada este jueves por el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, liderado por Pekín.
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India no se mueve
El otro gigante asiático también se abstuvo en la votación de la ONU, una decisión que demuestra la pervivencia de los lazos históricos de la India con Rusia en el sector de la Defensa. Moscú ha sido el gran proveedor de armas de Nueva Delhi durante décadas y eso sigue pesando. La India tiene en China a su gran rival estratégico, pero su abstención indica que no acaba de alinearse plenamente con el bando de las democracias liberales —tanto las occidentales como las orientales de Japón, Corea del Sur, Australia, etc.— cuyo posicionamiento ha sido meridiano.
Europa unida
El continente ha votado de forma unánime contra Rusia. Resulta interesante que esto incluye incluso a Serbia, país con una fuerte conexión con Moscú, cuyo presidente había denunciado presuntas presiones occidentales en vísperas del voto. Hungría, socio europeo tradicionalmente más próximo al Kremlin, también ha votado a favor de la condena de Moscú. Esto muestra la pérdida de simpatías que sufre Rusia por la invasión de Ucrania. Turquía, país euroasiático que desde hace un tiempo intenta mejorar sus relaciones con Rusia, tampoco ha titubeado.
La frialdad de potenciales aliados rusos
La resolución votada en la ONU en 2014 para condenar la anexión de Crimea arrojó un resultado de 100 votos a favor, 11 en contra y 58 abstenciones. La brutalidad del ataque hoy ha propiciado un significativo desgaste de la diplomacia rusa. Entre los países que apoyaron hace 8 años al Kremlin y han optado ahora por la abstención figuran Cuba, Nicaragua, Bolivia o Armenia.
Los vínculos africanos del Kremlin
El continente africano ha registrado una veintena larga de abstenciones o no votos, lo que refleja la fuerte influencia de Rusia en la región. Este es sin duda el caso de países como Argelia, Malí o República Centroafricana, con los que el Kremlin cultiva una estrecha relación, a veces incluso ofreciendo seguridad a sus respectivos Gobiernos.
Marruecos calla
Muy llamativa es la decisión de Rabat de no ejercer su derecho de voto. Las explicaciones oficiales no dan pistas acerca de los verdaderos motivos. Cabe pensar que es una iniciativa diplomática vinculada al principal objetivo político de Marruecos: el Sáhara Occidental. Rabat, en plena ofensiva para avanzar sus intereses en ese asunto, reclama nuevos gestos a la Administración estadounidense. Es posible que denegar su apoyo a una iniciativa tan importante para Washington como la votada este jueves en la ONU pudiera complicar las cosas para Rabat en la Casa Blanca de Joe Biden, menos favorable que la de Donald Trump.
Abstenciones antioccidentales
Países de cierto peso como Irán, Pakistán, Vietnam o Sudáfrica también se han abstenido. En muchos de estos casos, la lectura principal no es tanto una especial cercanía estratégica con Rusia, como más bien un persistente reflejo del recelo que sienten a alinearse con Occidente. Hay países, como evidentemente es el caso de Sudáfrica, cuya postura podría bascular.
América Latina
La región ha votado de forma muy mayoritaria contra Rusia, con la excepción de las abstenciones de Cuba, Nicaragua, Bolivia, El Salvador (y el no voto de Venezuela). Tanto Brasil, el gigante de la zona, como Argentina, han acabado votando contra Moscú, pese a ciertos amagos de neutralidad al principio de la invasión y a los lazos que los unen al Kremlin. En el caso de Brasil casi más de corte ideológico-personal, por la sintonía de su presidente, Jair Bolsonaro, con Vladímir Putin; en el de Argentina estos vínculos tienen una dimensión geopolítica mayor. Los mandatarios de estos dos países han sido recibidos recientemente en el Kremlin, pero finalmente se han alineado con el campo de las democracias, aunque con matices y escepticismo hacia sanciones aplicadas a Rusia.
Países del Golfo
Llamativo es el cambio de posición de los Emiratos Árabes Unidos, que en la votación en el Consejo de Seguridad se abstuvo y, en cambio, votó contra Rusia en la Asamblea General. Es posible que en el primer voto pesara cierto malestar por la posición adoptada por EEUU en los ataques lanzados por los huthis de Yemen. En los días siguientes han reconsiderado su postura. Resulta significativa la abstención de Irak, país invadido por Estados Unidos hace dos décadas, y que ha consolidado en estos años sus lazos con China, Rusia e Irán, aunque en medio de fuertes turbulencias internas.
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