El presidente de EE UU, Joe Biden, fue tajante este lunes al asegurar que los norteamericanos no debían de temer que la invasión rusa de Ucrania desemboque en una guerra nuclear mundial a pesar de que Moscú haya activado su fuerza nuclear como respuesta a las duras sanciones aplicadas por los principales países de la OTAN. “¿Deberían los estadounidenses estar preocupados por una guerra nuclear?”, le preguntó un reportero al presidente tras un evento en la Casa Blanca. “No”, respondió Biden, sin asomo de duda.
Putin ordenó el pasado domingo al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y al jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, que pusieran las fuerzas de contención del Ejército ruso en “un modo especial de servicio de combate”. “Los países occidentales no solo están tomando medidas hostiles contra nuestro país en la esfera económica, sino que altos funcionarios de los principales miembros de la OTAN han hecho declaraciones agresivas con respecto a nuestro país”, dijo Putin.
El mandatario demócrata no hizo más declaraciones al respecto, justo cuando el mundo contempla expectante en qué dirección se moverá un conflicto bélico que ha acabado con el orden internacional imperante tras la Segunda Guerra Mundial. Quien sí se pronunció fue su portavoz, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, que consideró que “la retórica provocativa sobre las armas nucleares es peligrosa y amplía el riesgo de cometer errores de cálculo”. “Debe evitarse, y no vamos a darle pábulo”, declaró Psaki en su rueda de prensa diaria.
“Estamos evaluando la directiva del presidente Putin y en este momento no vemos ninguna razón para cambiar nuestros propios niveles de alerta”, agregó Psaki. Cuando se le preguntó si Washington estaba haciendo algo para reducir el riesgo de una guerra nuclear, la portavoz respondió que lo que estaban tratando de hacer era “reducir la tensión”. Psaki enfatizó que “una guerra nuclear no puede ganarse”.
La retórica era exactamente la misma desde el Departamento de Estado, donde su portavoz, Ned Price, consideraba que no sería prudente por su parte “interpretar o tratar de leer lo que el presidente Putin podría haber estado señalando” al ordenar a sus militares poner las fuerzas de contención del Ejército ruso en “un modo especial de servicio de combate”.
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“Claramente esto es retórica provocativa”, dijo Price en rueda de prensa. “Compartimos la opinión con nuestros socios y aliados en todo el mundo de que este tipo de retórica provocativa, además de innecesaria, es peligrosa”, prosiguió el portavoz de la diplomacia norteamericana. “Se suma al riesgo de error de cálculo”, dijo casi utilizando las mismas palabras que la portavoz de la Casa Blanca. “Debe evitarse”, advirtió. “Estamos evaluando la directiva del presidente Putin en este momento. Como creo que nos han oído decir, no vemos ninguna razón para cambiar nuestros propios niveles de alerta”, finalizó Price, al igual que finalizó la portavoz Psaki.
Según informa la agencia Efe, una fuente de Defensa citada por la cadena CNN dijo este lunes que las palabras que usó Putin para describir su orden -poner las fuerzas de disuasión rusas “en modo especial de combate”- no están en la doctrina militar rusa, y Washington sigue estudiando lo que significan. Las fuerzas de disuasión de Rusia la componen las estratégicas nucleares, incluidos los misiles intercontinentales, así como fuerzas no nucleares, y la defensa antimisiles, el sistema de alerta temprana y la defensa antiaérea.
Según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac publicada este lunes, el 63% de los estadounidenses están “preocupados de que Rusia pudiera usar armas nucleares” si la OTAN intenta intervenir en el conflicto. Casi las tres cuartas partes de los demócratas (74%) dijeron que estaban preocupados por la guerra nuclear, en comparación con el 65% de los republicanos y el 57% de los independientes. El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, un aliado clave de Putin, afirmó el domingo que las sanciones contra Rusia podrían provocar una tercera guerra mundial, a pesar de que Estados Unidos aún no ha apuntado a industrias rusas clave, como las exportaciones de petróleo y gas.
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