Los aliados han decidido mantener la presión contra Vladímir Putin a través de las sanciones. Y lo han hecho pese a las turbulencias que esas sanciones generan en sus propias economías y las diferencias que suscita un asunto crucial como el veto a las importaciones rusas de petróleo. Un tema especialmente lesivo para los europeos, mucho más dependientes de esas importaciones, que para los estadounidenses. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, mantuvo el lunes una videollamada con los líderes de Francia, Emmanuel Macron; Alemania, Olaf Scholz; y el Reino Unido, Boris Johnson, en la que compartieron su “determinación en continuar elevando los costes” contra Rusia por la invasión de Ucrania, según el resumen hecho público por la Casa Blanca, que señaló que se trata de una invasión “injustificada y no provocada”.
En el duodécimo día de agresión, en el que las fotografías de civiles muertos tratando de huir de las bombas rusas han causado estupor en medio mundo, los dirigentes también subrayaron su compromiso de continuar proporcionando ayuda económica, humanitaria y en materia de seguridad a Ucrania. La cuestión es cómo se materializará todo este respaldo.
El Congreso de Estados Unidos impulsará una votación de carácter bipartito para prohibir las importaciones de crudo de Rusia y el secretario de Estado, Antony Blinken, aseguró el domingo que los países occidentales están negociando intensamente esta medida con el fin de endurecer la respuesta a Vladímir Putin. Pero Alemania recalcó este lunes que no planea suspender las compras del petróleo ruso. Dicha medida dispararía aún más los costes de la energía, ya en máximos históricos antes de desatarse esta guerra.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, respondió este lunes en su rueda de prensa diaria que “no se ha tomado aún ninguna decisión” sobre el embargo del petróleo ruso y añadió que las implicaciones a un lado y otro del Atlántico no resultan iguales. “Las importaciones rusas suponen alrededor de un tercio de todas las importaciones de petróleo de Europa”, señaló. “En 2021, antes de la invasión, Estados Unidos importaba unos 700.000 barriles al día y los europeos unos 4,5 millones de barriles al día, así que somos muy conscientes de que las implicaciones serían muy diferentes para unos y otros”, subrayó.
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