Aunque mucha gente no lo reconoce, la realidad es que tomamos demasiados medicamentos, y lo que es peor: nos automedicamos.
Cuando tenemos ciertos síntomas tomamos ciertas drogas que ya hemos tomado antes y tenemos en casa, aunque quizá estemos sufriendo otra enfermedad. O nos administramos más dosis de la necesaria. También es posible que, por error, estemos tomando más cantidad de la que recetó el móvil ">médico.
El problema es que el 100% de los medicamentos, por suaves que sean, tienen contraindicaciones y efectos secundarios. Así que una sobremedicación nos va a afectar en mayor o menor medida. Y en algunos casos, con consecuencias graves.
Por suerte, hay una serie de síntomas que nos avisan de que estamos sufriendo algún efecto secundario o intoxicación, tal como explican un grupo de farmacólogos en la web de salud Eat this, not that!.
Dos síntomas muy comunes de la sobremedicación son la somnolencia y el cansancio. Es un efecto secundario que a veces aparece con dosis normales, pero si te notas más somnoliento de lo normal, o muy cansado, revisa la dosis y consulta con tu médico. Quizá deba cambiarte la medicación.
Vigila también los mareos, visión borrosa y la pérdida de equilibrio. Son sintomas de lo que los medicamentos nos están afectando demasiado.
La sobremedicación también puede provocar cambios de humor, especialmente en los adolescentes, explica la farmacóloga Katherine Sharpe. Esto es más fácil de detectar por otras personas, que notan más los cambios de comportamiento: pasar de estar contento a estar triste, de animado a deprimido, etc.
En sobredosis graves, se pueden llegar a sufrir alucinaciones. Esto es más común en personas mayores, cuando se mezclan varios medicamentos.
Por último, una consecuencia peligrosa de la sobremedicación, son las caídas. Debido a los mencionados mareos, pero también a otros síntomas como la confusión o la visión borrosa, pueden provocar una caída con golpes fuertes y fracturas.
Para prevenir la sobremedicación no te automediques, y sigue siempre las dosis exactas proporcionadas por el médico o el prospecto del medicamento. Si no lo tienes claro, no dudes en llamar a tu médico para que te confirme la dosis.
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