Los modelos lingüísticos como el GPT-3 son máquinas de predicción de palabras. Alimentado con una enorme cantidad de texto, el modelo ajusta sus miles de millones de parámetros matemáticos inicialmente aleatorios hasta que, cuando se le presenta un nuevo texto, hace su trabajo.
Este método llega sorprendentemente lejos. Al entrenarse con mucho más texto y utilizar muchos más parámetros que los modelos anteriores, GPT-3 adquirió la capacidad parcial de realizar operaciones aritméticas básicas, traducir idiomas, escribir código funcional... y mucho más.
Pero, en última instancia, todo el mundo de GPT-3 son palabras o, para ser más precisos, representaciones matemáticas de secuencias comunes de caracteres llamadas tokens, y eso puede hacer que se comporte de forma extraña, explican los expertos.
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Puede ocurrir que dé respuestas sensatas cuando se le pregunte por algo sobre lo que la gente ha escrito abundantemente y con acierto. Pero si se le pregunta qué es más pesado, si un pez de colores o una ballena, dirá que un pez de colores.
O pregunta qué dijo Napoleón sobre las hamburguesas, y dirá: "Las hamburguesas son el alimento de los dioses". Solo está haciendo una conjetura basada en patrones estadísticos en el lenguaje, y eso puede o no tener ninguna correlación con el mundo tal y como lo entienden los humanos.
Como un buen mentiroso, es mejor en la forma y el estilo que en el fondo. Incluso cuando se escribe ficción, donde la realidad es menos importante, hay un arte para conseguir que haga lo que uno quiere. Y ahí es donde están los escritores aprovechándose de esta tecnología.
El investigador y escritor Gwern Branwen lo llama "programación rápida", un término que ha sido adoptado por los escritores que utilizan IA. Por ejemplo, pídele a GPT-3 que escriba Harry Potter al estilo de Ernest Hemingway, como hizo Branwen, y puede producir críticas profanas o un resumen de la trama en chino o un sinsentido total.
Sin embargo, si escribe unas cuantas líneas una novela sobre el mago Potter al estilo de Hemingway, el modelo parece comprender lo que se entiende por "estilo" y sigue adelante. Luego puede pasar a escribir Harry Potter al estilo de J.R.R. Tolkien o quien le pidas.
Requiere un extraño grado de simpatía con la máquina, pensando en su funcionamiento y en cómo podría responder a tu consulta. Branwen explica que es un poco como intentar enseñar trucos a un gato superinteligente.
En The Verge encontramos varios ejemplos de escritores que la usan en el día a día para sus novelas, pese a que muchos opinen que la tecnología aún no está ahí.
Creen que una automatización más completa de la ficción en estos momentos produciría novelas demasiado genéricas, encauzadas en los surcos de las tramas más populares.
Pero, basándose en la mejora que ha visto durante este último año, no tienen duda de que acabará llegando. Ni siquiera sin irnos muy lejos. A los lectores, especialmente a los de ficción de género, les gusta lo conocido, dijo, la misma forma básica con un giro o escenario ligeramente diferente.
Y eso es precisamente el tipo de cosas que la IA debería poder manejar.
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