Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha tenido que interrumpir sus vacaciones navideñas por dolores intestinales que le han llevado al hospital. El mandatario voló la madrugada del lunes a São Paulo, donde ha quedado ingresado. “Me harán más análisis para una posible cirugía de obstrucción interna en la región abdominal”, ha contado él mismo en redes sociales. Bolsonaro sufre diversas secuelas de la puñalada que un enfermo mental que decía actuar en nombre de Dios le dio en el abdomen durante la campaña electoral de 2018 y ha sido operado en cuatro ocasiones.
El presidente ha contado que empezó a sentirse mal el domingo después de comer. Estaba en la costa del Estado sureño de Santa Catarina con su esposa y su hija. Desde allí se desplazó primero en helicóptero y después en avión a São Paulo, al hospital Nova Star, donde ya fue tratado en el pasado por crisis por similares.
Al llegar, a las tres de la madrugada, le colocaron una sonda nasogástrica. Está a la espera de que el médico que le intervino quirúrgicamente tras la puñalada, y que desde entonces le hace seguimiento, regrese de sus vacaciones. El doctor estaba en las islas Bahamas, según el diario Folha de São Paulo.
El centro sanitario ha informado de que el paciente “se encuentra estable, en tratamiento y será reevaluado esta mañana por el equipo del Dr. Antônio Luiz de Vasconcellos Macedo. Por el momento, no hay un pronóstico de alta”, según un comunicado.
Las molestias abdominales han obligado al presidente a acortar unas vacaciones que iban a concluir este lunes y que han estado envueltas en polémica porque no las ha interrumpido para viajar a Bahía, que ha sufrido unas graves inundaciones con una treintena de fallecidos, han dejado sin hogar a miles de personas y afectado a cientos de miles.
El ultraderechista lleva todas las vacaciones dejándose ver en la playa, paseando en moto de agua, una imagen que contrasta con las penurias de los damnificados por las fuertes lluvias en Bahía.
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Ante las críticas, ha argumentado que desde el principio envió allí a varios ministros y que el Gobierno federal facilitó fondos económicos de emergencia. La controversia se agravó cuando el Gobierno federal decidió rechazar la oferta de ayuda del Ejecutivo de Argentina, que pretendía enviar 10 cascos blancos, especializados en logística y atención psicológica.
Con Brasil iniciando un año electoral, todo es leído en clave política. Tanto la negativa a visitar Bahía, uno de los Estados gobernados por el Partido de los Trabajadores de Lula da Silva, como a recibir la ayuda ofrecida por el Gobierno del izquierdista Alberto Fernández.
Bolsonaro ha recalcado que este es su segundo ingreso hospitalario con síntomas similares causados por la puñalada que le propinó Adelio Bispo un mes antes de la primera vuelta de las elecciones siguiendo, según declaro, órdenes divinas. El atentado le apartó de los debates y disparó su popularidad.
La justicia consideró que los graves problemas psiquiátricos de Bispo le convierten en inimputable y por eso fue absuelto de atentar contra la vida de Bolsonaro. De todos modos, está encarcelado en una prisión porque se le considera un riesgo para sí mismo y terceros. Las autoridades evaluarán de nuevo su salud mental a mediados del año que viene, según la revista Veja.
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