Corea del Norte eleva la presión con su cuarto disparo de misiles en dos semanas | Internacional



Vuelven los malos viejos tiempos. Aquellos de 2017, en los que Corea del Norte efectuaba pruebas de misil a ritmo casi semanal. Este lunes, el régimen de Pyongyang ha disparado lo que parecen ser dos nuevos misiles balísticos de corto alcance desde los alrededores del aeropuerto Sunan de la capital, el cuarto lanzamiento en lo que va de año y con el que busca -como los tres primeros- desarrollar sus nuevas tecnologías de armamento y aumentar la presión sobre Estados Unidos.

Los dos proyectiles, disparados poco antes de las 09.00 hora coreana (01.00 hora peninsular española) apenas tres días después de otro lanzamiento doble -aquel llevado a cabo desde un tren-, tuvieron un recorrido de unos 380 kilómetros y alcanzaron una altura de unos 42 kilómetros en un vuelo en dirección noreste, antes de caer sobre el mar, según el Estado Mayor surcoreano.

El ministerio de Defensa de Japón, por su parte, ha calculado que los misiles recorrieron una distancia de 300 kilómetros y llegaron a una altura de 50 kilómetros en una “trayectoria balística normal”.

La Casa Azul, la sede de la presidencia de Corea del Sur, calificó el nuevo lanzamiento de “muy lamentable” y convocó una reunión de urgencia de su consejo de seguridad nacional en Seúl.

Desde el comienzo del año Corea del Norte ha llevado a cabo otras tres pruebas de misiles, un ritmo que no se veía desde los peores tiempos de 2017, cuando las tensiones con Estados Unidos amenazaron con desatar un conflicto violento. Pero en noviembre de aquel año el líder supremo norcoreano Kim Jong Un declaró completado el programa de armamento nuclear de su país. En 2018 se abrió un proceso de deshielo con Seúl y se inició una etapa de negociaciones con Estados Unidos, dentro de la que Pyongyang declaró una moratoria en sus lanzamientos.

La serie de cumbres que Kim mantuvo con el entonces presidente estadounidense Donald Trump toparon con un estrepitoso fracaso en Hanoi en febrero de 2019. Desde entonces el proceso ha languidecido, sin que la nueva Administración de Joe Biden haya dado grandes señales de interés en retomarlo.

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Sin indicios de recuperación de las negociaciones, el líder supremo norcoreano dio órdenes el año pasado de desarrollar nuevo armamento de tecnología punta, una prioridad que se recogió en el nuevo plan quinquenal (2021-2015). En septiembre del año pasado Pyongyang llevó a cabo su primera prueba de un misil hipersónico, una tecnología con la que hasta el momento solo cuentan Estados Unidos, Rusia y China y que permite que los cohetes alcancen velocidades cinco veces superiores a la del sonido y puedan maniobrar en su trayectoria tras el disparo. Los dos primeros lanzamientos de este año también han sido de misiles hipersónicos, según los medios estatales norcoreanos. Seúl asegura que se trata de tecnología aún muy rudimentaria y que sus sistemas antimisiles están en condiciones de neutralizar esos cohetes si se dispararan contra su territorio.

El tercer lanzamiento en lo que va de este año llegó el viernes, dos misiles de corta distancia que se dispararon desde un tren en las cercanías de la frontera con China. Esa prueba llegó un día después de que Washington impusiera nuevas sanciones contra funcionarios norcoreanos implicados en el programa de armamento de ese país. Pocas horas antes del disparo, Corea del Norte había amenazado con una respuesta “más fuerte” a esos castigos, que consideró una “provocación”.

La nueva racha de pruebas, bien desde un tren o bien de misiles hipersónicos, indica que Corea del Norte “busca mejorar su tecnología y sus capacidades operativas para llevar a cabo lanzamientos secretos, con el fin de que otros países tengan problemas para detectar los indicios de que se prepara un disparo”, ha indicado el ministro japonés de Defensa, Nobuo Kishi, en una rueda de prensa. “No se puede hacer caso omiso del notable desarrollo de la tecnología de misiles de Corea del Norte, por el bien de la seguridad de Japón y del resto de la región”, ha añadido.

El nuevo y frenético impulso a la tecnología de armamento llega cuando el propio Kim ha reconocido dificultades en el suministro alimenticio, causadas por una combinación de las sanciones internacionales, desastres meteorológicos y el hermético cierre de las fronteras para proteger de la covid a la empobrecida nación.

Precisamente, este fin de semana un tren de mercancías norcoreano cruzó la frontera sobre el río Yalu y entró en China, según informó la agencia surcoreana Yonhap, en lo que podría significar la reactivación del comercio entre Corea del Norte y su gigante vecino, de donde procedía el 90% de los productos que importaba el régimen de Pyongyang.

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