Zemmour vuelve al banquillo por cuestionar un crimen contra la humanidad | Internacional



Éric Zemmour, cuatro días después de ser condenado a una multa de 10.000 euros por provocación al odio racial, afrontó este jueves un nuevo juicio. El motivo era esta vez uno de los temas predilectos del candidato ultra a las presidenciales francesas de abril: su particular versión de la ocupación alemana de Francia entre 1940 y 1944 y el papel del régimen colaboracionista de Philippe Pétain en la deportación de centenares de miles de judíos a los campos de exterminio nazis.

Zemmour, judío de origen bereber, está acusado de haber dicho en octubre de 2019, durante un debate en la cadena CNews, que Pétain había “salvado a los judíos franceses”. La afirmación, según la acusación, contradice “la realidad tangible de 24.000 asesinatos precedidos de otras tantas deportaciones y otros actos inhumanos”.

El polemista de extrema derecha, que en los sondeos recoge en torno al 13% de expectativas de voto, fue absuelto en un primer juicio en enero 2020. El tribunal consideró que, en el fragor de debate que le enfrentaba con el filósofo Bernard-Henri Lévy, se perdieron los matices: Zemmour habría querido decir que Pétain salvó “a judíos franceses”, y no “a todos los judíos franceses”. La voluntad del acusado, según los jueces, no era “cuestionar” un crimen contra la humanidad.

La fiscalía recurrió la absolución y este jueves pidió 10.000 euros de multa. El abogado de Zemmour, Olivier Pardo, intentó sin éxito que se aplazase el nuevo juicio con el argumento de que interferiría con la campaña presidencial. El candidato no acudió a la sesión del juicio. La sentencia no se conocerá hasta pasadas las elecciones.

Zemmour, en sus escritos y declaraciones, ha intentado rehabilitar la figura de Pétain, condenado a muerte tras el fin de la Segunda Guerra Mundial por “alta traición”. El general Charles de Gaulle, que desde Londres y África encabezó la lucha contra el ocupante nazi, le conmutó la pena. Pétain y De Gaulle se convirtieron en símbolos antagónicos de la Francia colaboracionista y de la Francia resistente.

El polemista ultra asegura, retomando la vieja tesis pétainista del escudo y la espada, que en realidad Pétain y De Gaulle eran dos caras de la misma moneda. El primero era “el escudo” que contemporizaba con el ocupante para proteger a los franceses de males mayores; el segundo, la “espada” que mientras tanto combatía a Hitler.

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Zemmour cree que la Francia de Pétain, con capital en Vichy, “protegió a los judíos franceses” y “entregó [a los nazis] a los [judíos] extranjeros”. El polemista se basa en que en Francia el 75% de judíos (y el 90% de judíos de nacionalidad francesa) sobrevivieron.

“Francia perdió menos población judía que Bélgica u Holanda”, ha explicado en Le Monde el historiador estadounidense Robert Paxton, autor de La Francia de Vichy, libro de referencia sobre el periodo. “Es el resultado de una falta de medios de los alemanes, que afrontaban una guerra a muerte con la Unión Soviética. Podríamos imaginar que en la Francia ocupada había un alemán en cada esquina. Estaba muy lejos de ser así”.

La tesis de Zemmour es que la Francia de Vichy, que puso en marcha su propia política antisemita, no fue responsable de las deportaciones de judíos (mayoritariamente refugiados pero también franceses). “Francia no es culpable, la culpable era Alemania”, decía en septiembre en la cadena radiofónica Europe 1.

La visión zemmouriana no solo ignora medio siglo de trabajo de los historiadores que han establecido el papel activo de Vichy en la persecución de los judíos y en las deportaciones. Zemmour rompe el consenso político que fijó un presidente conservador, Jacques Chirac, al admitir que Francia “cometió lo irreparable” y “entregó a sus protegidos a sus verdugos” en las redadas de 1942.

“Ningún historiador puede defender que Pétain salvase a los judíos franceses y que la deportación fuese solo cosa de los alemanes”, decía en otoño, antes de que Zemmour declarase su candidatura, el politólogo Jean-Yves Camus. “¿Por qué lo hace? Es un misterio”. “Políticamente, es suicida hablar así”, admitía, en alusión a las palabras de Zemmour su amigo Geoffroy Lejeune, director de la revista conservadora Valeurs Actuelles.

Zemmour considera que se fustiga a Francia sin motivo para criminalizar cualquier política contra los inmigrantes o distinción entre franceses y extranjeros. “¡Es criminal! Permanentemente, se intenta culpabilizar al pueblo francés”, dijo en Europe 1. “¿Y por qué se le culpabiliza? Para que se someta a la invasión migratoria y a la islamización del país”.

El historiador Laurent Joly, especialista en Vichy, ve un vínculo entre la reescritura de la historia y el programa político de Zemmour. “Lejos de tratarse de un extravío o una salida de tono”, escribe en el ensayo La falsification de l’Histoire, “esta rehabilitación del régimen pétainista y de su política antisemita es un elemento fundamental en su construcción política. Busca liberar a la derecha de sus supuestos complejos; a hacer aceptables medidas hasta ahora impensables a causa del recuerdo de los crímenes de la colaboración; a levantar la hipoteca de Vichy para reunir a la derecha y a la extrema derecha; a preparar a los espíritus para una reacción nacionalista y antimusulmana”.

Zemmour hace saltar un tabú, e intenta romper un muro infranqueable entre la derecha clásica gaullista y la extrema derecha pétainista. Para el candidato que sueña con deshacer para siempre el cordón sanitario que aislaba a los ultras en Francia, el discurso sobre el pasado, y sus manipulaciones, son un discurso para el presente.

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