Representantes de Armenia y Turquía se han reunido este viernes en Moscú para tratar de normalizar las relaciones entre ambos países, en su primer encuentro en muchos años. Esta primera ronda de conversaciones entre dos Estados sin lazos diplomáticos busca marcar la pauta para reabrir la frontera entre Turquía y Armenia (que comparten una linde de unos 300 kilómetros), que ha estado cerrada tres décadas; algo que podría impulsar el comercio y el transporte.
La reunión entre los representantes especiales designados por Armenia, el vicepresidente del Parlamento Ruben Rubinyan, y Turquía, el exembajador en Estados Unidos Sedar Kilic, transcurrió “en una atmósfera positiva y constructiva”, según han coincidido en señalar en comunicados separados. Los enviados a Moscú se limitaron a compartir sus ideas “preliminares” respecto al proceso, según indicó el Ministerio de Exteriores turco en un comunicado. Con todo, Ankara y Ereván siguen comprometidos a “continuar las negociaciones sin precondiciones” y con la vista puesta en una “total normalización de las relaciones”, señala la nota turca.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia afirmó que espera que la cita de Moscú conduzca al establecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de fronteras cerradas desde 1993. La reunión consolida, además, el papel de Rusia –que también ha firmado el acuerdo de alto el fuego entre Ereván y Bakú en la guerra de Nagorno Karabaj de 2020— como mediador y su influencia en el Cáucaso sur.
Pese al doloroso pasado que comparten –la moderna Armenia fue fundada como refugio de miles de armenios que huyeron del genocidio iniciado en 1915 por el Imperio otomano-, Turquía fue uno de los primeros países en reconocer a la actual República de Armenia tras su independencia de la Unión Soviética en 1991. Sin embargo, Ankara, que no reconoce el genocidio armenio, congeló las relaciones y cerró su frontera con Armenia dos años más tarde en solidaridad con Azerbaiyán, país tradicionalmente aliado a Turquía pues comparte numerosos lazos culturales y lingüísticos.
El bloqueo turco a Armenia se produjo cuando, durante la primera guerra por Nagorno Karabaj (territorio internacionalmente reconocido como parte de Azerbaiyán pero poblado mayoritariamente por armenios y que exigía su independencia), las fuerzas armenias conquistaron Kelbajar, provincia fuera del Karabaj, lo que provocó un éxodo masivo de azerbaiyanos.
Más tarde, en 2008, se produjo un deshielo diplomático cuando las eliminatorias para el Mundial de fútbol de Sudáfrica encuadraron a Turquía y Armenia en el mismo grupo. El entonces presidente turco, Abdullah Gül, viajó a Ereván y mantuvo reuniones con su homólogo armenio, Serzh Sargsián, que abrieron las puertas a una posible normalización de las relaciones. Sin embargo, el proceso naufragó al año siguiente tras las presiones de Azerbaiyán, que llevó a cabo importantes inversiones en el sector energético turco y argüía que, antes de dar pasos hacia la apertura, Armenia debía devolver a Azerbaiyán el territorio de Nagorno Karabaj y las provincias circundantes ocupadas durante el conflicto de inicios de la década de 1990.
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En la guerra de 2020, Azerbaiyán recuperó parcialmente el control del Nagorno Karabaj y totalmente el de las provincias de mayoría azerbaiyana que lo rodean. Ahora, Ankara considera que se han levantado los obstáculos a la normalización entre ambos países. Las conversaciones tienen por ahora un tinte práctico, sin entrar en los conflictos históricos, como el genocidio armenio.
De producirse la reapertura de las fronteras, Armenia podría obtener beneficios económicos, ya que las rutas podrían usarse por no solo por parte de Turquia, sino también por Irán y hasta por Azerbaiyán. Mientras, Ankara cree que el deshielo beneficiaría a sus posibilidades económicas en el Cáucaso, incluida Armenia (el Gobierno de Ereván levantó recientemente un embargo a los productos turcos decretado en protesta por el apoyo militar turco a Azerbaiyán durante la última guerra del Karabaj).
Además, como parte del acuerdo de paz entre Ereván y Bakú se establecerá un corredor ferroviario que unirá Azerbaiyán con su enclave de Najicheván (separados por territorio armenio), algo que pretende utilizar Turquía para establecer vías de comunicación directas para transportar sus mercancías a Asia Central. Al mismo tiempo, se espera que los intercambios comerciales a través de la nueva frontera mejoren la situación económica tanto de la zona oriental de Turquía (la más pobre del país) como de Armenia.
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