Siguen sin conocerse las razones para su retirada ni las que han llevado finalmente a su devolución, pero desde este sábado el que es símbolo universal contra la barbarie y la crueldad de la guerra regresa para presidir la entrada del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en Nueva York. El icónico tapiz del Guernica volverá a recordar a mandatarios y diplomáticos el dolor y devastación que provocan las guerras, lo que pretendió Pablo Picasso cuando plasmó en un lienzo el bombardeo del 26 de abril de 1937 de los cazas nazis sobre la población vasca de Guernica (Vizcaya, País Vasco).
“Estoy agradecido de que el tapiz pueda seguir llegando a un mayor segmento de la población mundial y magnificar así su habilidad de afectar vidas y educar”, ha dicho en un comunicado de la ONU el dueño de la pieza, Nelson A. Rockefeller Jr., bisnieto del magnate del petróleo John D. Rockefeller -el estadounidense más rico de la historia-. El año pasado, ni Naciones Unidas ni la familia Rockefeller explicaron los motivos que llevaron a la retirada del tapiz, encargado en 1955 por Nelson Rockefeller, nieto del patriarca, al taller francés de Jacqueline de la Baume-Durrbach, con la autorización del artista español.
Cuando fue retirado, la ONU fue muy diplomática y emitió un sentido comunicado en el que agradecía “a la familia Rockefeller el préstamo de esta poderosa e icónica obra de arte durante más de 35 años”. Ahora, con el regreso a Naciones Unidas, fue Rockefeller el que dijo estar “profundamente agradecido” por la custodia de la ONU de la pieza, aunque, igual que hizo cuando se lo llevó, volvió a no explicar las razones concretas para su devolución.
“El regreso es una noticia muy bienvenida cuando ponemos fin a un difícil año de adversidad global y conflicto”, ha declarado el secretario general de la ONU, António Guterres, en una carta a Rockefeller fechada el pasado 15 de diciembre. “El tapiz del Guernica comunica al mundo sobre la necesidad urgente de avanzar en la paz y la seguridad internacional”, puntualiza Guterres.
La histórica pieza fue prestada en 1984 a Naciones Unidas, que un año después la instaló en uno de los lugares más significativos de su sede central, a las puertas de la sala en la que se reúne su máximo órgano de decisión. La versión original del cuadro se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid.
En sus 75 años de historia, la ONU ha atesorado una vasta colección de lienzos y esculturas con mensajes contra la violencia y por la paz mundial. Un conjunto artístico que aglutina tantas anécdotas como diversidad de estilos, como por ejemplo una vidriera de Marc Chagall o murales de Portinari o el español José Vela Zanetti.
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