Un expediente confidencial de los años noventa, perdido entre los 16 tomos de unas pesquisas policiales, esconde un oscuro secreto de uno de las sagas familiares más poderosas de Colombia. El documento judicial que ahora ve la luz vincula a los hermanos Char con el tráfico de marihuana y cocaína en Barranquilla, la ciudad en la que ejercen todavía hoy un control total sobre la vida política y empresarial. Uno de sus miembros, Álex Char, es precandidato a la presidencia de Colombia y en algunas encuestas llegó a aparecer como segundo en intención de voto, solo por detrás de Gustavo Petro.
De acuerdo a la documentación que ha sacado a la luz La Liga contra el Silencio, una alianza de medios que promueve el periodismo de investigación, los Char trabajaban con el cartel de la Costa, una organización criminal liderada entonces por Alberto Orlande Gamboa, alias El Caracol. Fuad Char (padre de Álex) y varios de sus hermanos y sobrinos no solo movían la droga, sino que lavaban activos y hacían de testaferros para los miembros del cartel. En ese expediente se explica que El Caracol era un delincuente temido, conocido por todo el mundo, pero que detrás de él se escondían otros “más discretos” y de “cuello blanco”. Eran los Char.
Los documentos en los que aparecen estas revelaciones pertenecen a un expediente judicial abierto por la unidad antinarcóticos contra El Caracol. Se investigaba su responsabilidad en el secuestro y asesinato de otro capo y su escolta. En el cruce de información y datos entre la fiscalía y otros organismos se encuentra este informe de 28 páginas firmado por el CTI, la policía judicial. Incluye fotografías, certificados, listas de colaboradores, sicarios, fiscales, jueces, exministros a sueldo y el nombre de otras familias respetadas de la ciudad. Un verdadero mapa del narcotráfico en el Atlántico.
Este no es el primer escándalo en el que se ha visto involucrado Álex Char últimamente. El candidato que aparece siempre tocado por una gorra de béisbol fue acusado por la excongresista Aida Merlano de ser cómplice en la trama de la compra masiva de votos por la que ella estuvo en la cárcel. Días antes se supo, por otra revelación judicial, que Merlano y Char fueron amantes. Char, que no suele dar entrevistas ni asistir a debates, respondió entonces en las redes sociales. Confirmó la infidelidad a su esposa, pero insistió en que no apoyó a Merlano en ningún caso. Su estrategia fue centrarse en el escándalo como un asunto personal y no en las denuncias de la exsenadora, que incluyen compra de votos, fuga, intento de asesinato y hasta una violación.
A diferencia de los carteles de Medellin o Cali, el de la Costa no tenía una clara organización jerárquica. El expediente cuenta que había una serie de narcotraficantes que de manera puntual llegaban a alianzas y compartían cargamentos, pero que ninguno de ellos podía considerarse más prominente que otro. Orlande Gamboa, sin embargo, era una especie de padrino. “Si alguien quería sacar droga por la Costa, había que preguntarles a ellos porque controlaban los puertos”, sostiene. En el año 2000 fue extraditado a Estados Unidos, donde cumple una pena de 40 años por narcotráfico.
El documento lo firma el entonces jefe de la policía judicial en Barranquilla, Álvaro Vivas. Sostiene que el boom del narcotráfico en la costa se evidencia en los edificios que han comenzado a levantarse de la nada y las millonarias inversiones acometidas por arte de magia en la industria y el comercio local. Sobre los Char escribe: “Mencionar a la familia Char (escrito Chard) (…) parece además de irreverente, irresponsable”, pero, aun así, plantea dudas sobre los orígenes de su enriquecimiento y recomienda evaluar y analizar los datos, así como consultar con Interpol los registros que pudieran existir en otros países.
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Ahí se añade un especie de organigrama de los traficantes de la zona. En la cúpula, Orlande Gamboa. Debajo, junto a otros 72 nombres, los Char. La Liga contra el Silencio ha comprobado que muchos de los que aparecen ahí están en prisión o asesinados. Algunos más fueron absueltos. Y otros, como los Char, nunca fueron investigados.
Hay más entre los papeles. En el fondo, se trata de la historia de una familia. Los Char, a finales de los sesenta, introducían en el país medicinas caducadas que reempacaban eliminando la fecha de caducidad. Pero como de verdad hicieron dinero fue trayendo de Estados Unidos dólares con los que lavaban sus ganancias los traficantes de marihuana. En los ochenta, de acuerdo a este relato, comenzaron a fabricar unas pastillas alucinógenas que exportaban a Estados Unidos y Centroamérica. Sus socios las vendían en Colombia.
Un abogado que habló con los investigadores en condición de anonimato asegura que esas sustancias fueron borradas de la historia de la ciudad de Barranquilla y de los registros de la Policía Judicial: “Hizo mucho daño porque acabó con una generación de jóvenes. Y con menores de edad. Los empresarios que estaban detrás de este cartel dejaron de traer las pastillas de Europa porque se dieron cuenta que era más fácil producirlas en Barranquilla. Frente a esto nunca hubo ni verdad, ni justicia, ni reparación”, dijo.
También se atribuye a los Char nexos con Samuel Alarcón, narco asesinado en la cárcel Modelo de Bogotá en enero de 1995; apoyo logístico y político al Cartel de la Costa, y “participación” en los asesinatos de José de la Espriella (un abogado y periodista conocido como ‘Chepe’) y el narco ‘Kiko’ Valdeblánquez, entre otros. Todo eso guardaba un documento escondido en un archivo olvidado, que ahora ha sido desempolvado.
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