Polonia ha dado este miércoles un paso más en la línea dura contra Moscú que abandera, al anunciar la expulsión de 45 diplomáticos rusos ―en torno a la mitad del personal de la Embajada en Varsovia― por sospechas de espionaje. Los 45 tienen “distintos estatus diplomáticos” y un máximo de cinco días para abandonar el país, salvo uno, que solo goza de 48 horas, ha señalado el portavoz de Exteriores, Lukasz Jasin, en una rueda de prensa en el Ministerio. El anuncio se produce la víspera de que se cumpla un mes de guerra en Ucrania y horas antes de que aterrice en Europa el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que visitará Polonia tras participar en tres cumbres internacionales en Bruselas. Pawel Jablonski, vicesecretario de Estado de Exteriores polaco, ha precisado a este periódico que la expulsión es “una decisión preparada antes y coordinada con otros países”.
Jasin ha señalado dos motivos para la fulminante expulsión: que “cometieron actividades contrarias a la ley polaca” y que “vulneraron las normas de la Convención de Viena”, el texto de 1961 que regula las relaciones e inmunidad diplomáticas. Poco antes de que se hiciera pública la orden, el portavoz de los servicios especiales, Stanislaw Zaryn, había anunciado que la agencia de seguridad interior había identificado a 45 personas que trabajaban como espías para Moscú o estaban relacionadas con esos miembros de los servicios secretos.
Poland’s Internal Security Agency (#ABW) has identified 45 individuals – Russian secret services officers and persons related to them enjoying diplomatic status in Poland.
Their expulsion from the territory of Poland is requested by the Head of the ABW.https://t.co/8KHIWzC45H
— Stanisław Żaryn (@StZaryn) March 23, 2022
“Rusia es nuestro vecino, no va a desaparecer del mapa de Europa, pero la agresión a Ucrania prueba que es un Estado inamistoso, e incluso hostil, con Polonia”, ha agregado el portavoz. Jasin ha señalado que en cualquier caso la representación diplomática rusa no era “acorde” con el estado actual de las relaciones bilaterales entre Polonia y Rusia, históricamente complejas y marcadas por una desconfianza que se ha acrecentado tras la invasión de la vecina Ucrania.
También ha señalado Jasin en su comparecencia que las “actividades ilegales de estos diplomáticos pueden representar una amenaza” para los refugiados ucranios. Desde el inicio de la guerra han llegado a Polonia 2,1 millones de personas procedentes de Ucrania —de los 3,6 millones que han huido a los países vecinos en el éxodo de refugiados más rápido en Europa desde el fin de la II Guerra Mundial—, según los últimos datos de la agencia de refugiados de la ONU, Acnur, del pasado martes. Se calcula que unos 1,8 millones de esos refugiados permanecen en territorio polaco.
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El embajador ruso en Varsovia, Sergey Andreev, fue convocado por el Ministerio de Asuntos Exteriores polaco y aseguró a las puertas de la sede que las acusaciones contra los 45 diplomáticos carecen de base. Aclaró que se marcharán en el plazo establecido porque es una “decisión soberana” a la que “tiene derecho” Polonia, pero advirtió de que su país también tiene derecho a tomar decisiones, sin especificar cuáles adoptará.
Los países bálticos y Bulgaria han tomado medidas similares desde que comenzó la guerra, pero Polonia es el país más importante de la zona y uno de los que más aprietan para que la OTAN y la UE endurezcan su postura hacia Moscú.
Por una parte, cara a la reunión de los Vientisiete de este viernes, Varsovia propone dejar ya de comprar hidrocarburos a Rusia, un paso sobre el que no existe consenso en la UE. Además, en la reunión de la OTAN va a proponer formalmente enviar una misión de paz a Ucrania. Esta idea cuenta con muy pocos amigos por el rechazo de la Alianza a desplegar militares en un Estado que no pertenece a la organización a fin de defenderlo de una potencia nuclear.
Varsovia lanzó esta propuesta a la OTAN por primera vez el pasado día 15 de forma un poco sui generis: no de boca del primer ministro, Mateusz Morawiecki, sino del vice primer ministro y líder del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), Jaroslaw Kaczynski. Fue durante el viaje sorpresa en tren a Kiev que hicieron los dos con los jefes de Gobierno de República Checa, Petr Fiala; y Eslovenia, Janez Jansa; en una iniciativa de la que se distanció Bruselas. “Creo que es necesario tener una misión de paz. De la OTAN, posiblemente una estructura internacional más amplia, pero una misión que sea capaz de defenderse y que opere en territorio ucranio”, dijo Kaczynski en la rueda de prensa posterior a su reunión con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski.
Este miércoles, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, fue preguntado al respecto y respondió que sería “una decisión muy temeraria y extremadamente peligrosa”. Todo contacto entre fuerzas rusas y de la OTAN “podría tener claras consecuencias que serían difíciles de reparar”, agregó. La Alianza mantendrá este jueves una reunión de emergencia en Bruselas en la que estará Biden. También asistirá allí a las del G7 y la UE, de las que saldrá una nueva ronda de sanciones contra Rusia. El presidente de Estados Unidos volará un día más tarde a Polonia, en un claro gesto de apoyo a un país que teme ser la próxima víctima de Rusia, pese a pertenecer la OTAN. El artículo quinto de la Alianza obliga a los países que forman parte de la organización a acudir en defensa de cualquiera de sus miembros si es agredido. El sábado, Biden se reunirá en Varsovia con el presidente de Polonia, Andrzej Duda.
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