Todo el nacionalismo y el desafío a Occidente de Putin en un solo discurso: lo analizamos punto por punto | Internacional



El presidente de Rusia, Vladímir Putin, pronunció el pasado miércoles ante los principales dirigentes federales y regionales del país y en plena campaña de guerra contra Ucrania un discurso de exacerbado de tono nacionalista, repleto de acusaciones contra Occidente y poco sutiles amenazas contra presuntos traidores y quintacolumnistas en la sociedad rusa. A continuación, explicamos las claves para interpretar la narrativa que el Kremlin busca propagar entre sus ciudadanos y más allá de las fronteras de Rusia.

Discurso de Vladímir Putin del 16.03.2022

Buenas tardes, compañeros.

En nuestra reunión están presentes altos funcionarios del Gobierno, enviados presidenciales plenipotenciarios en los distritos federales y los presidentes de las regiones rusas.

Nos reunimos durante un periodo complicado en el que nuestras Fuerzas Armadas están realizando una operación militar especial en Ucrania y el Donbás.

«Operación militar especial»

El organismo supervisor de las telecomunicaciones ruso, Roskomnadzor, ordenó a los medios con edición en el país que borren el contenido donde definen el conflicto como «guerra» en vez de la forma oficial, «operación militar especial para la protección de las repúblicas de Donetsk y Lugansk». Varios medios han sido bloqueados por ello, como la televisión independiente Dozhd, que aún emite por YouTube, y las versiones rusas de BBC, Deutsche Welle y Voice of America, entre otros canales. Además cerró Eco de Moscú, radio y portal con más de tres décadas de historia donde había hueco para voces opositoras y prokremlin. El conflicto, que empezó el 24 de febrero, es la mayor campaña militar en Europa en ocho décadas y ha causado ya miles de víctimas mortales.

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Me gustaría recordarles que, al principio, en la mañana del 24 de febrero, anuncié públicamente las razones para llevar a cabo las acciones de Rusia y su objetivo principal. Es para ayudar a nuestra gente en el Donbás, que sufre un verdadero genocidio desde hace ocho años de la manera más salvaje, es decir a través de un bloqueo, operaciones de castigo a gran escala, atentados terroristas y constantes asaltos con artillería.

«Genocidio»

El Estatuto de Roma de 1998 define como genocidio matanzas, lesiones graves, sometimientos a condiciones de vida que buscan la destrucción física, medidas destinadas a impedir nacimientos o traslados “perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal». Tanto ONG como periodistas en el terreno atestiguan que los crímenes cometidos en la guerra del este de Ucrania entre 2014 y 2022 no han sido sistemáticos. Ambos bandos han realizado ejecuciones sumarias, tanto los ucranios como los separatistas apoyados por Rusia, pero esto no se puede considerar un genocidio. Por otra parte, la misión especial en Ucrania de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), de la que es miembro Rusia, ha atestiguado decenas, e incluso cientos, de violaciones diarias del alto el fuego por parte de ambos bandos desde la tregua de 2015. Ello tampoco constituye de por sí un genocidio. El canciller alemán, Olaf Scholz, calificó durante la Conferencia de Seguridad de Múnich celebrada en febrero de “ridícula” la acusación de genocidio.

Su única culpa fue pedir que se respetaran unos derechos humanos básicos: vivir según las leyes y tradiciones de sus antepasados, hablar su lengua materna y criar a sus hijos como quieran.

«Lengua materna»

El ruso es el segundo idioma del país y, aunque hay que remontarse a 2001, según el último censo lo hablaba un tercio de la población, siendo muy extendido en las dos grandes ciudades del país y ahora bajo asedio, Kiev y Járkov. El anterior Gobierno de Kiev, el de Petró Poroshenko, publicó una ley en 2019 para reforzar el ucranio como primer idioma sobre el resto de lenguas minoritarias del país, no solo el ruso, sino también el tártaro. Entre otras medidas contempla que los colegios den las clases en ucranio y que la hostelería atienda en ese idioma salvo si el cliente pide expresamente otro. Uno de sus puntos, que entró en vigor este año, exige que todos los medios en ruso tengan una versión en ucranio (no así en otros idiomas de la Unión Europea, como el inglés).

Durante estos años, las autoridades de Kiev han ignorado y han saboteado la aplicación del Paquete de Medidas de Minsk para una resolución pacífica de la crisis y, finalmente, a finales del pasado año se negaron abiertamente a aplicarlo.

«Paquete de medidas de Minsk»

Ninguna de las partes ha cumplido con los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 para la paz en el este de Ucrania. El Kremlin ha exigido estos años que Kiev conceda un estatus especial a la zona separatista a través de una reforma constitucional (punto 11) y celebre allí elecciones (punto 12). Para realizar unos comicios limpios, el Gobierno ucranio ha exigido que antes se desmilitarice la zona con la marcha de todos los grupos armados presentes en la región (punto 10), la retirada de todas las armas pesadas (punto 3) y que Kiev recupere el control de la frontera del Donbás con Rusia (punto 9).

También empezaron a llevar a cabo planes para incorporarse a la OTAN. Es más, las autoridades de Kiev también anunciaron su intención de adquirir armas y dispositivos de lanzamiento nucleares. Era una amenaza real.

«Armas nucleares»

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, nunca anunció que desplegaría armas nucleares en su país. El mandatario afirmó durante la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero que convocaría a los firmantes del Memorándum de Budapest de 1994 para exigirles garantías de seguridad o dar por concluido el acuerdo. Aquel pacto, firmado también por Rusia y Estados Unidos, supuso la retirada del arsenal nuclear que heredó Ucrania de la URSS a cambio de garantizar su integridad territorial y su soberanía. Zelenski señaló que Kiev intentó convocar a las partes hasta tres veces desde la anexión rusa de Crimea en 2014, y advirtió de que el cuarto intento sería el último: «Si no se produce o sus resultados no garantizan la seguridad de nuestro país, Ucrania tendrá derecho a creer que el Memorando de Budapest no funciona y poner en duda sus decisiones». No obstante, nunca habló de un rearme nuclear.

El régimen pronazi de Kiev, con la ayuda técnica extranjera, habría conseguido armas de destrucción masiva en un futuro próximo y, naturalmente, las habría dirigido contra Rusia.

«El régimen pronazi»

Volodímir Zelenski es judío. El Kremlin mantuvo una relación relativamente cordial con él desde 2019 hasta 2021, cuando las relaciones se rompieron tras el desmantelamiento de las televisiones y el arresto del político opositor ucranio Víktor Medvedchuk, muy próximo al Kremlin. Tanto Zelenski como su antecesor, Petró Poroshenko (2014-2019), fueron reconocidos por Putin nada más ganar las elecciones presidenciales. El partido de Zelenski, Servidor del Pueblo, fue impulsado por el actor y otros miembros de su productora Kvartal 95 como alternativa a las formaciones de los oligarcas y no tiene planteamientos pronazi. En las legislativas de 2019, logró la mayoría (254 escaños) mientras que la formación de ultraderecha Sbovoda, protagonista de las acusaciones de extremismo en los sucesos de Maidán de 2014, obtuvo solo uno de los 450 escaños de la Rada. La acusación de «régimen nazi» es sustentada habitualmente por la integración de los voluntarios del batallón Azov y de Pravy Sektor, conocidos por mostrar en algunas imágenes esvásticas y homenajear al ultranacionalista Stepan Bandera, en las fuerzas armadas ucranias durante la guerra del Donbás. El líder de este último grupo, Dmitro Yarosh, fue nombrado asesor del comandante en jefe ucranio, Valerii Zaluzhnii, en noviembre de 2021, en pleno rearme ruso. No obstante, es solo una fracción del ejército ucranio, y no cuentan con una influencia política relevante.

Existía una red de docenas de laboratorios en Ucrania en los que se llevaban a cabo programas biológicos militares bajo la supervisión del Pentágono y con su ayuda financiera, que incluían experimentos con tipos de coronavirus, ántrax, cólera, peste porcina africana y otras enfermedades mortales. Están intentando desesperadamente ocultar el rastro de estos programas secretos. Sin embargo, tenemos razones para suponer que se fabricaban componentes de armas biológicas muy cerca de Rusia en territorio ucranio. Ucrania y sus padrinos de EE UU y la OTAN han rechazado de manera abiertamente arrogante y cínica nuestros numerosos avisos de que estos hechos suponían una amenaza directa para la seguridad de Rusia.

«Armas biológicas»

Estados Unidos no oculta que financia varios laboratorios ucranios bajo el programa Cooperación para la Reducción de Amenazas para prevenir focos de posibles pandemias. El origen de este programa se remonta a la caída de la Unión Soviética, cuando Washington apoyó el trasvase de investigaciones militares a otras civiles en las antiguas repúblicas de la URSS. El objetivo sería detectar de forma temprana los brotes de enfermedades endémicas en la región. Las acusaciones del Kremlin tienen su origen en las explicaciones que dio la propia subsecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, ante el comité de Exteriores del Senado. El encuentro sirvió para detallar la actividad de estos laboratorios. Las acusaciones rusas no se apoyan en indicios creíbles. En cambio sí hay riesgo de que la guerra provoque la propagación de las muestras contenidas en estos laboratorios.

En otras palabras, todos nuestros esfuerzos diplomáticos han sido completamente en vano. No nos han dejado una alternativa pacífica para resolver los problemas que surgieron por causas ajenas a nosotros. En esta situación, nos vimos obligados a iniciar esta operación militar especial.

«Nos vimos obligados»

La retórica oficial rusa negaba la posibilidad de una guerra hasta el reconocimiento de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk el 21 de febrero, día que Putin ordenó el envío de tropas a la región. La noche del viernes 18 de febrero, las autoridades de la zona separatista anunciaron la evacuación de la población civil por la amenaza de una supuesta ofensiva ucrania inminente y la intensificación de las violaciones del alto el fuego en la línea de contacto el día anterior, el 17. Los metadatos de los vídeos mostraban que habían sido grabados el miércoles 16 pese a que el presidente de Donetsk, Denis Pushilin, decía «hoy, 18 de febrero». La semana anterior al inicio de la guerra, la actividad diplomática europea fue frenética e incluyó visitas a Moscú del presidente francés, Emmanuel Macron, y del canciller alemán, Olaf Scholz. En el encuentro con este último, Putin aseguró que había puntos de vista en común con Estados Unidos y que las propuestas de la OTAN eran aceptables para negociar. Un día antes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que el diálogo con Washington y la Alianza Atlántica estaba «lejos de agotarse».

La presión de las fuerzas rusas contra Kiev y otras ciudades ucranias no está relacionada con el deseo de ocupar ese país. No es nuestro objetivo, como señalé abiertamente en mi declaración del 24 de febrero.

En cuanto a las tácticas de combate elaboradas por el Ministerio de Defensa ruso y el Estado Mayor, estas están totalmente justificadas. Nuestros compatriotas soldados y oficiales están dando muestras de valentía y heroísmo, y hacen todo lo que pueden para no causar víctimas civiles en las ciudades ucranias.

«Evitar víctimas civiles»

La ONU confirmó el 18 de marzo al menos 816 ciudadanos muertos y 1.333 heridos desde el inicio de la invasión, la mayoría por ataques de artillería pesada, aunque advierte de que la cifra real es sin duda considerablemente mayor porque no puede acceder a puntos calientes como Mariupol. Las informaciones que llegan del terreno apuntan un enorme sufrimiento de la población. La ciudad de Mariupol, clave por enlazar Crimea con el Donbás, protagoniza ahora uno de los peores asedios. Otro ejemplo es un bombardeo en Chernígov, donde al menos 10 personas murieron mientras hacían cola para comprar el pan. Se han registrado ataques contra civiles que huían y contra instalaciones médicas. Muchos ciudadanos ucranios se han quedado sin agua ni luz a causa de la ofensiva rusa, y viven desde hace casi un mes en refugios y sótanos.

Esto es lo que me gustaría decir por primera vez: al inicio de la operación en el Donbás, a las autoridades de Kiev se les ofreció la oportunidad de evitar las hostilidades, a través de distintas vías, simplemente retirando sus tropas del Donbás como alternativa al derramamiento de sangre. No quisieron hacerlo. Bueno, es la decisión que tomaron; ahora entenderán lo que pasa realmente, sobre el terreno. La operación se está llevando a cabo con éxito, en estricta conformidad con el plan adoptado.

Debo señalar que Ucrania, animada por EE UU y otros países occidentales, se preparó deliberadamente para un escenario de fuerza, matanza y limpieza étnica en el Donbás. Solo era cuestión de tiempo que se produjera un ataque masivo contra el Donbás, y después Crimea. Sin embargo, nuestras Fuerzas Armadas han desbaratado estos planes.

Kiev no solo se estaba preparando para la guerra, para una agresión contra Rusia, sino que la estaba llevando a cabo. Ha habido incesantes intentos de organizar actos subversivos y una red terrorista clandestina en Crimea. Durante todos estos años, han continuado las hostilidades en el Donbás y los bombardeos de zonas residenciales pacíficas. A lo largo de este tiempo, han muerto casi 14.000 civiles, incluidos niños.

«Han muerto 14.000 civiles»

La ONU ha constatado la muerte de 3.095 civiles en la guerra de Donbás entre el inicio del conflicto en 2014 y septiembre de 2021. Según Naciones Unidas, el resto de las 13.300 víctimas mortales que estima fueron combatientes de ambos bandos. La misión especial de la OSCE y Human Rights Watch han registrado estos siete años violaciones del alto el fuego y bombardeos de zonas residenciales a ambos lados del frente.

Como saben, el 14 de marzo tuvo lugar un ataque con misiles en el centro de Donetsk. Fue un evidente acto terrorista sangriento que se llevó más de 20 vidas. Durante los últimos días han continuado los bombardeos. Están atacando plazas al azar con el fervor de los fanáticos y la exasperación de los condenados. Se comportan como los nazis cuando intentaban arrastrar a la muerte a tantas víctimas inocentes como pudieran.

«Ataque en el centro de Donetsk»

El Ministerio de Defensa ruso denunció que un misil balístico Tochka-U ucranio mató a 23 personas en el centro de Donetsk el 14 de marzo. Las autoridades separatistas de la región dijeron antes que habían derribado un cohete enemigo y sus fragmentos habían caído sobre la ciudad, matando a varios civiles. Por su parte, el portavoz de Defensa ucranio, Leonid Matyujin, afirmó que el misil era, «sin error, un cohete ruso u otro tipo de munición. No hay nada de qué hablar». Ninguna teoría ha sido verificada hasta ahora de forma independiente.

Pero lo escandaloso por su sumo cinismo no son solo las mentiras descaradas de Kiev y sus afirmaciones de que Rusia lanzó supuestamente este misil contra Donetsk (han llegado hasta ese extremo), sino la actitud del llamado mundo civilizado. La prensa europea y estadounidense ni siquiera prestaron atención a esta tragedia en Donetsk, como si no hubiera pasado nada.

«La prensa europea y estadounidense…»

La prensa occidental, tanto las agencias de noticias como los medios, han informado del suceso y del cruce de acusaciones de una y otra parte. No obstante, las restricciones para acceder a zona separatista impiden una cobertura mayor de los periodistas en el terreno.

Así han estado, mirando hipócritamente hacia otro lado durante los ocho últimos años, mientras las madres enterraban a sus hijos en el Donbás y se asesinaba a ancianos. Es pura degradación moral y deshumanización total.

«Mirando hacia otro lado»

La cobertura del conflicto latente de Donbás pasó a segundo plano también para los medios rusos a partir de 2016-2017 y hasta la reactivación de este en 2021 no volvió a copar portadas. Desde la zona separatista se ha criticado este silencio. Por ejemplo, el comandante Alexánder Jodakovski decía en su blog personal en mayo de 2017 que durante las negociaciones con Kiev se estaba jugando con la carta de repetir el escenario de Transdniéster (territorio no reconocido que Moldavia exige recuperar) «con el silencio, de nuevo, de los medios oficiales rusos».

Ya no se podía tolerar por más tiempo esta escandalosa actitud hacia el pueblo del Donbás. Rusia, para poner fin a este genocidio, reconoció las Repúblicas Populares del Donbás y firmó tratados de amistad y de ayuda mutua con ellas. Basándose en estos tratados, las repúblicas pidieron ayuda militar a Rusia para repeler la agresión. Les prestamos esta ayuda porque sencillamente no podíamos hacer otra cosa. No teníamos derecho a actuar de otra manera.

Me gustaría recalcar este punto y pedirles que le presten atención: si nuestras tropas hubieran actuado solo dentro de las repúblicas populares y las hubieran ayudado a liberar su territorio, no habría sido una solución definitiva, no habría conducido a la paz y no habría eliminado definitivamente la amenaza para nuestro país, esta vez para Rusia. Al contrario, se habría extendido una nueva línea de frente alrededor del Donbás y sus fronteras, y los bombardeos y las provocaciones habrían continuado. En otras palabras, este conflicto armado se habría prolongado indefinidamente, impulsado por la histeria revanchista del régimen de Kiev mientras la OTAN desplegaba sus infraestructuras militares cada vez con más rapidez y agresividad. En este caso, nos habríamos enfrentado al hecho de que el ataque, las armas ofensivas de la alianza, ya estaban en nuestras fronteras.

«La OTAN desplegaba»

La OTAN no dispone de bases ni baterías en Ucrania, país que no forma parte de la Alianza Atlántica. Algunos países de la organización sí han enviado asesores militares al país y ofrecido armas defensivas (misiles antitanque y antiaéreos) a título individual. Ucrania y la OTAN anunciaron una serie de maniobras conjuntas en octubre del 2021 tras conocerse que Rusia y Bielorrusia realizarían otra serie de ejercicios con más de 100.000 militares en total.

Lo repito, no nos quedaba más alternativa para defendernos y garantizar la seguridad de Rusia que esta operación militar especial. Alcanzaremos los objetivos que nos hemos fijado. Garantizaremos sin duda la seguridad de Rusia y de nuestro pueblo y jamás permitiremos que Ucrania sea una cabeza de puente para llevar a cabo acciones agresivas contra nuestro país.

Seguimos estando dispuestos a hablar de temas de fundamental importancia para el futuro de Rusia durante las negociaciones. Esto incluye la condición de Ucrania como país neutral, la desmilitarización y las desnazificación. Nuestro país ha hecho todo lo que ha podido para organizar y celebrar estas negociaciones porque sabe que es importante aprovechar cualquier oportunidad para salvar personas y vidas.

Pero vemos una y otra vez que, al régimen de Kiev, al que manejan desde Occidente, han encargado la tarea de adoptar una postura antirrusa agresiva, no le preocupa el futuro del pueblo de Ucrania. No le importa que muera gente, que centenares de miles, o incluso millones de personas, hayan tenido que huir de sus hogares, y que se esté desarrollando un horrible desastre humanitario en las ciudades controladas por los neonazis y los criminales armados que fueron puestos en libertad.

«Millones de personas han tenido que huir»

En efecto, más de tres millones de personas han salido de Ucrania desde el 24 de febrero, según datos de la ONU. Huyen de las bombas disparadas por Rusia en una ofensiva no provocada. La UE ha abierto sus puertas a todos los refugiados procedentes de Ucrania.

Es evidente que los padrinos occidentales de Kiev le están empujando para que sigan con el derramamiento de sangre. No paran de suministrarle armas e información de inteligencia, y también otros tipos de ayuda, incluida la de asesores militares y mercenarios.

«Suministrarle armas»

Los países occidentales eludieron después del estallido del conflicto en 2014 suministrar armas relevantes a Ucrania precisamente para evitar el riesgo de escalada. EE UU entregó muy reducidas cantidades de misiles antitanque Javelin, a condición de que se almacenaran lejos del frente. Después de la invasión del 24 de febrero sí ha habido un incremento del suministro, pero de armas defensivas de pequeño calado, como los propios Javelin o los Stinger antiaviación. No se ha entregado ningún sistema armamentístico sofisticado.

Utilizan las sanciones económicas, financieras, comerciales y de otro tipo contra Rusia como armas, pero estas sanciones han tenido repercusiones en Europa y EE UU, donde los precios de la gasolina, la energía y los alimentos se han disparado, y donde se han perdido puestos de trabajo en los sectores relacionados con el mercado ruso. Por tanto, no nos echen la culpa y no acusen a nuestro país de todo lo que va mal en sus países.

También quiero que los occidentales normales y corrientes me oigan. Les dicen insistentemente que sus dificultades actuales se deben a las acciones hostiles de Rusia y que tienen que pagar de su propio bolsillo los esfuerzos por repeler la supuesta amenaza rusa. Todo eso es mentira.

La verdad es que los problemas a los que se enfrentan millones de personas en Occidente son consecuencia de las acciones durante muchos años de la élite que gobierna sus respectivos países, de sus errores y de sus políticas y ambiciones cortas de miras. Esta élite no piensa en cómo mejorar las vidas de sus ciudadanos en los países occidentales. Está obsesionada con sus propios intereses y sus superbeneficios.

Esto se puede ver en los datos proporcionados por las organizaciones internacionales, que muestran claramente que los problemas sociales, incluso en los principales países occidentales, se han agravado estos últimos años, que la desigualdad y la brecha entre los ricos y los pobres se incrementa y que los conflictos étnicos y raciales se hacen sentir. El mito de la sociedad del bienestar occidental, el de la gente relativamente adinerada, se desmorona.

«Los problemas sociales en las sociedades occidentales»

Es cierto que en algunos países occidentales se registran dinámicas desfavorables de desigualdad y problemas de integración de minorías. Putin, sin embargo, elude mencionar importantes elementos de contexto. Las sociedades europeas se sitúan de todas formas, en términos generales, en la vanguardia mundial por cohesión social gracias a poderosos sistemas de bienestar. Por otra parte, llama poderosamente la atención la denuncia de las élites occidentales obsesionadas con los «superbeneficios» cuando en Rusia prospera una casta de oligarcas que no solo amasa impresionantes fortunas extractivas, sino que lo hace mucho más sobre la base de corrupción y relaciones personales que del talento y la innovación.

Reitero que todo el planeta está pagando ahora las ambiciones y los intentos occidentales de mantener su esquivo dominio como sea posible.

La imposición de sanciones es la continuación lógica y la síntesis de la política irresponsable y con poca visión de los Gobiernos y los bancos centrales estadounidenses y europeos. Ellos mismos han hecho que aumente la inflación mundial en los últimos años, y con sus acciones han provocado el aumento de la pobreza global y una mayor desigualdad en todo el mundo. La pregunta que se plantea ahora es quién ayudará a los millones de personas que morirán de hambre en los países más pobres del mundo debido a la cada vez mayor escasez de alimentos.

Permítanme que insista en que el conjunto de la economía y el comercio mundiales han sufrido un duro golpe, al igual que la confianza en el dólar estadounidense como principal moneda de reserva.

El bloqueo ilegal de una parte de las reservas de moneda del Banco de Rusia marca el final de la confianza en los llamados activos de primera clase.

«El bloqueo ilegal»

La consideración como ilegal o no de cualquier actividad corresponde a autoridades judiciales independientes. El Gobierno ruso ha advertido de que recurrirá a tribunales internacionales. En cualquier caso, puestos a tachar de ilegalidad, la lógica reclama primero evaluar la guerra no provocada desatada por Putin, de la que el bloqueo en cuestión constituye una respuesta sancionatoria. Es cierto que Occidente dispone de una posición de supremacía en los mercados financieros que puede aprovecharse de manera muy efectiva. Sin duda muchos han tomado nota, pero el «final de la confianza» al que se refiere el discurso no es ni mucho menos generalizado, sino limitado a aquellos que ponderan lanzar agresiones con base legal manifiestamente discutible.

De hecho, EE UU y la UE han incumplido sus obligaciones con Rusia. Ahora todo el mundo sabe que las reservas financieras simplemente se pueden robar. Y muchos países en el futuro inmediato pueden empezar —estoy seguro de que es lo que pasará— a convertir sus activos digitales y en papel en reservas reales de materias primas, tierras, alimentos, oro y otros activos reales, lo que provocará más escasez en estos mercados.

Déjenme añadir que el embargo de activos y de cuentas extranjeras de empresas y personas rusas también es una lección para las empresas nacionales de que no hay nada más fiable que invertir en el propio país. Lo he dicho personalmente varias veces.

Agradecemos la postura de las empresas extranjeras que siguen trabajando en nuestro país a pesar de la descarada presión de EE UU y sus vasallos. Estoy seguro de que encontrarán más oportunidades de crecimiento en el futuro.

También conocemos a los que traicionaron cobardemente a sus socios y olvidaron su responsabilidad con sus empleados y sus clientes en Rusia para conseguir unos beneficios ilusorios al unirse a la campaña contra Rusia. Sin embargo, a diferencia de los países occidentales, respetaremos los derechos de la propiedad.

«Responsabilidad con sus empleados»

Más de 400 empresas han reconsiderado sus actividades en Rusia a causa de la invasión, según un recuento de la Universidad de Yale. Unas 160 se han retirado del mercado, unas 180 han suspendido operaciones, otras 25 han reducido su actividad. La casuística es pues muy variada, pero muchas de las empresas en cuestión no han finiquitado sus operaciones y están a la espera de ver el desarrollo de los acontecimientos. Por ejemplo, McDonald’s garantizó que, de momento, mantendrá en plantilla a sus 62.000 empleados.

Esto es lo que me gustaría señalar. Debemos entender claramente que nos habrían impuesto un nuevo paquete de sanciones y restricciones en cualquier caso. Quiero recalcarlo. Para Occidente, nuestra operación militar en Ucrania no es más que un pretexto para imponernos más sanciones. No hay duda de que esta vez son concentradas. Del mismo modo, Occidente empleó como pretexto el referéndum en Crimea que, por cierto, se celebró el 16 de marzo de 2014, hoy hace ocho años, cuando los habitantes de Crimea y Sebastopol eligieron libremente pertenecer a su patria histórica.

«Eligieron libremente»

Putin reconoció en el documental ‘De vuelta’ (2015) que ordenó a sus fuerzas de seguridad la misión de «recuperar Crimea». Según sus palabras, lo decidió la noche del 23 de febrero de 2014, cuando el expresidente ucranio Víktor Yanukóvich huyó del país tras la masacre de Maidán. El 27 de febrero, con el Gobierno provisional ucranio desconcertado, aparecieron militares rusos sin identificación en la península del mar Negro y tomaron entre otros edificios el parlamento regional. Entre los combatientes estaba el comandante Ígor Girkin ‘Strelkov’, quien irrumpiría en el Donbás en abril dando inicio a la guerra. El 16 de marzo se realizó el referéndum de anexión, que no reconocieron ni EE UU. Ni la Unión Europea, y sobre el que China ha guardado silencio hasta ahora. Según el supuesto escrutinio, venció el sí con un 95,7% de apoyo y un 83,1% de participación. El jefe de Crimea es desde entonces Serguéi Aksiónov, cuyo partido, Unidad Rusa, había obtenido apenas tres de 100 escaños en las últimas elecciones regionales bajo bandera ucrania.

Repito que son solo pretextos. La política de contener y debilitar a Rusia, incluso a través del aislamiento económico, del bloqueo, es una estrategia premeditada a largo plazo. Los líderes occidentales ya no ocultan el hecho de que las sanciones no se dirigen contra personas o empresas. Su objetivo es asestar un golpe a toda nuestra economía, a nuestras esferas social y cultural, a cada familia y a cada ciudadano ruso.

De hecho, las medidas diseñadas para empeorar las vidas de millones de personas tienen todas las características de una agresión, de una guerra a través de medios económicos, políticos e informativos, y de naturaleza flagrante y exhaustiva. Una vez más, los principales círculos políticos occidentales ni siquiera dudan en hablar de ello abiertamente.

La pátina verbal de la corrección política, la inviolabilidad de la propiedad privada y la libertad de expresión desaparecieron de la noche a la mañana. Incluso se pisotearon los principios olímpicos. No dudaron en ajustar sus cuentas a través de los deportistas paralímpicos. Adiós a eso de que “el deporte está separado de la política”.

En muchos países occidentales, se persigue a la gente solo porque procede de Rusia, se le niega la atención médica, se expulsa a sus hijos de los colegios, sus padres pierden el trabajo, y se prohíbe la música, la cultura y la literatura rusas. En sus intentos de “anular” a Rusia, Occidente se ha quitado su máscara de decencia y ha empezado a actuar crudamente mostrando su verdadera cara. Uno no puede evitar acordarse de los pogromos nazis antisemitas en Alemania en la década de 1930, y luego, los pogromos realizados por sus secuaces en muchos países europeos que se unieron a la agresión nazi contra nuestro país durante la Gran Guerra Patriótica.

«Los pogromos nazis»

De nuevo, una hipérbole que toca la tecla nazi sin ninguna justificación fáctica, en la que parece ser una consciente apuesta retórica para encender el ardor nacionalista, conectando el presente con la epopeya de la lucha contra las huestes hitlerianas.

También se ha producido un ataque masivo contra Rusia en el ciberespacio.

«Ataque contra Rusia en el ciberespacio»

Un reciente informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres califica a Rusia como la potencia más agresiva en términos de actividades disruptivas en el ciberespacio. Ucrania precisamente ha sido blanco de varios de esos ataques en los últimos años, pero el historial ruso va mucho más allá.

 

Se ha lanzado una campaña informativa sin precedentes a través de las redes sociales mundiales y todos los medios de comunicación occidentales, cuya imparcialidad e independencia se ha demostrado que es un simple mito.

«Imparcialidad e independencia»

De nuevo, denuncia presuntos problemas en Occidente y obviamente omite la brutal represión a la libertad de información que lidera en su país.

El acceso a la información se restringe y se bombardea a la gente con todo tipo de historias falsas, propaganda e invenciones, o dicho sencillamente, se le vende humo. Se ha llegado hasta tal punto que las empresas de redes sociales estadounidenses han dicho directamente que se pueden colgar llamamientos para matar a ciudadanos rusos.

«Matar a ciudadanos rusos»

La agencia Reuters ha publicado el pasado 10 de marzo una información que apuntaba a documentos internos de Meta (compañía madre de Facebook e Instagram) según los que se optaba por modificar las normas de censura del discurso del odio en una docena de países para permitir incitación a la violencia contra objetivos rusos. Posteriormente, la compañía definió de forma más restrictiva las excepciones a su política general, que justifica con la idea de que ante la agresión rusa no pueden aplicarse los mismos estándares que en otras situaciones.

Somos conscientes de los recursos de los que dispone este imperio de mentiras, pero, al mismo tiempo, cuando se enfrenta a la verdad y a la justicia, se siente impotente. Rusia nunca dejará de intentar dejar clara su postura ante el mundo entero. Nuestra postura es honesta y abierta, y cada vez más gente la oye, la entiende y la comparte.

Quiero ser lo más directo posible: el discurso hipócrita y las recientes acciones del supuesto Occidente colectivo esconden intenciones geopolíticas hostiles. No soportan —simplemente no soportan— que Rusia sea fuerte y soberana, y no nos perdonarán por nuestra política independiente o por defender nuestros intereses nacionales.

Todavía recordamos cómo apoyaron el separatismo y el terrorismo animando a los terroristas y a los bandidos en el norte del Cáucaso. Al igual que en la década de 1990 y a principios de la de 2000, quieren intentar acabar con nosotros otra vez, para reducirnos a la nada convirtiéndonos en un país débil y dependiente, destruyendo nuestra integridad territorial y desmembrando a Rusia como crean conveniente. Fracasaron entonces, y fracasarán esta vez.

«Quieren intentar acabar con nosotros»

Este es uno de los elementos centrales en la narrativa política de Putin. El resentimiento por los supuestos intentos de Occidente de doblegar a Rusia en su momento de debilidad y caos después de la disolución de la URSS o, cuando menos, las supuestas maniobras para aprovecharse de la situación. Elemento central en la narrativa es la expansión de la OTAN hacia el este, según Moscú quebrando pactos anteriores. No hay ningún tratado vinculante en ese sentido, y los historiadores discuten hasta qué punto pudo haber promesas orales por parte de Occidente. En cualquier caso, la retórica de Putin suele omitir cualquier referencia a la libre voluntad democrática de muchas sociedades de la órbita soviética de adherirse a las organizaciones occidentales. En todo caso, ante ella, se apunta a maniobras de EE UU para manipular las opiniones públicas.

Sí, por supuesto, volverán a recurrir a la denominada quinta columna, a los traidores nacionales, a los que ganan dinero aquí en nuestro país, pero viven allí, y “viven” no el sentido geográfico de la palabra, sino en sus mentes, en su mentalidad servil.

«Los que viven allí»

El propio círculo del Kremlin también tiene propiedades millonarias en Europa. Por ejemplo, Svetlana Krivonogikh, que habría mantenido una relación con Vladímir Putin según el portal de investigación ruso Proekt, aparecía en los papeles de Pandora tras haber obtenido un apartamento de lujo en Mónaco a través una cuenta offshore. Asimismo, Londres ha congelado los activos de seis oligarcas próximos al Kremlin, como el del millonario ruso más conocido en Reino Unido, Roman Abramóvich. En total, un patrimonio de casi 18.000 millones de euros.

No condeno en absoluto a los que tienen villas en Miami o en la Riviera francesa, que no pueden vivir sin fuagrás, ostras o libertad de género, como la llaman. Ese no es el problema, ni muchísimo menos. El problema, una vez más, es que muchas de esas personas están, básicamente, allí en sus mentes y no aquí con nuestra gente y con Rusia. En su opinión —¡en su opinión!— es una señal de pertenencia a una casta superior, la raza superior. La gente así vendería a sus propias madres solo para que les permitan sentarse en el banco de entrada de la casta superior. Simplemente quieren ser como ellos e imitarlos en todo. Pero se olvidan, o sencillamente no ven, que, aunque esta supuesta casta superior les necesita, les necesita como una materia prima prescindible para infligir el máximo daño a nuestro pueblo.

El conjunto de Occidente intenta dividir a nuestra sociedad utilizando en su propio beneficio las víctimas en combate y las consecuencias socioeconómicas de las sanciones, y para provocar agitación social en Rusia y utilizar su quinta columna para tratar de conseguir este objetivo. Como he mencionado antes, su objetivo es destruir Rusia.

Pero cualquier nación, y más si cabe el pueblo ruso, será siempre capaz de distinguir a los patriotas de verdad de la escoria y los traidores, y simplemente los escupirá como un insecto en su boca, los escupirá en la acera. Estoy convencido de que una autodesintoxicación natural y necesaria de la sociedad como esta reforzaría nuestro país, nuestra solidaridad y cohesión y nuestra preparación para responder ante cualquier desafío.

«Autodesintoxicación»

La cifra total no se podrá cuantificar hasta pasado un tiempo, pero decenas de miles de rusos han abandonado su país desde que comenzó la guerra el 24 de febrero. Según un estudio del portal Takie Delá basado en datos de la agencia de estadísticas Rostat, unos cinco millones de personas han dejado el país en los primeros 20 años de Putin en el poder. La mayor emigración se ha registrado con la llegada de las sanciones: más de 300.000 rusos se marchan cada año desde 2016.

El llamado Occidente colectivo y su quinta columna están acostumbrados a medirlo todo y a todo el mundo según sus propios baremos. Creen que todo está en venta y que todo se puede comprar, y, por tanto, creen que nos derrumbaremos y nos retiraremos. Pero no conocen suficientemente bien nuestra historia ni a nuestro pueblo.

De hecho, muchos países de todo el mundo soportan desde hace tiempo vivir con la espalda encorvada, aceptando de manera sumisa todas las decisiones que proceden de su soberano, al que miran servilmente. Así es como viven muchos países. Y por desgracia, también en Europa.

«Vivir con la espalda encorvada»

Una parte mayoritaria de la población ucrania precisamente no quiere vivir con la espalda encorvada ante los deseos del Kremlin. Probablemente también es el caso de la población bielorrusa, que no lo puede expresar por la brutal represión. Sin duda lo es en cuanto a las antiguas repúblicas soviéticas bálticas y los países del pacto de Varsovia, cuyas ciudadanías han huido lo más rápido y más lejos posible de Moscú tras décadas de opresión y miseria bajo su yugo.

Pero Rusia nunca se verá en una situación tan miserable y humillante, y la lucha que estamos librando es la lucha por nuestra soberanía y el futuro de nuestro país y nuestros hijos. Lucharemos por el derecho a ser Rusia y a seguir siéndolo. La valentía y la fortaleza de nuestros soldados y oficiales, los fieles defensores de la patria, deberían inspirarnos.

Compañeros,

Sin duda, los acontecimientos actuales están poniendo fin al dominio político y económico de los países occidentales. Es más, ponen en entredicho el modelo económico impuesto a lo largo de las últimas décadas a los países en desarrollo y al resto del mundo.

Lo importante es que esa obsesión de Estados Unidos y sus partidarios por las sanciones no la comparten los países en los que reside más de la mitad de la población mundial. Estos Estados representan la parte de crecimiento más rápido y más prometedora de la economía mundial. Y entre ellos está Rusia.

«Obsesión por las sanciones»

Es cierto que los países que imponen sanciones no son mayoritarios ni en número ni en peso demográfico. Figuran entre ellos la UE (27 países miembros), EE UU, el Reino Unido, pero también países asiáticos como Japón y Corea del Sur o la tradicionalmente neutral Suiza. Es cierto que entre los que no se suman figuran países con crecimientos rápidos como China o India, pero es muy discutible la definición como parte más prometedora cuando en el otro grupo se hallan grandes potencias con un fuerte potencial tecnológico.

En efecto, estamos en un momento verdaderamente difícil para nosotros. Las compañías financieras, las principales empresas y las pymes rusas están sometidas a una presión insólita. El sistema bancario fue el primero en padecer las sanciones, pero nuestros bancos afrontaron este reto. Trabajan literalmente día y noche para efectuar pagos y liquidaciones entre clientes individuales, así como para garantizar el funcionamiento de las empresas.

La segunda ronda de sanciones estaba diseñada para provocar el pánico en el área del comercio minorista. Según los cálculos, en las últimas tres semanas, la demanda adicional de mercancías ha superado el billón de rublos. Sin embargo, nuestros fabricantes, proveedores, transportistas y empresas de logística han hecho todo lo humanamente posible por evitar grandes desabastecimientos en las cadenas minoristas.

«Provocar el pánico»

Las sanciones tienen distintos planos. Entre las financieras, mencionadas en el párrafo anterior, destacan la congelación de los fondos de reserva rusos en el extranjero o la expulsión de entidades bancarias rusas del sistema SWIFT. Entre las comerciales, cabe señalar la prohibición de exportación de ciertos productos, sobre todo en el sector tecnológico. Hay que distinguir de ellas otro tipo de turbulencias en el mercado, como las que tienen a que ver con decisiones autónomas de cientos de compañías privadas, bien por decisiones de corte moral o también por las incertidumbres propias de la situación entre ellas el valor real del rublo ahora. No han sido las empresas occidentales las únicas que han frenado su envío de productos a Rusia o han disparado sus precios. Esto también lo han hecho las firmas chinas. El desabastecimiento de algunos productos básicos, como el azúcar, se ha debido hasta ahora a un exceso de demanda por pánico, como ocurrió con el papel higiénico durante la pandemia en España. Sin embargo, el Banco Central de Rusia advierte de que la industria afronta un cuello de botella por falta de recursos y pronto podría producirse la escasez real.

Me gustaría dar las gracias a la comunidad empresarial y a los equipos de las empresas, los bancos y las organizaciones, que no solo están respondiendo con eficacia a los retos relacionados con las sanciones, sino que también están sentando las bases para mantener el desarrollo sostenible de nuestra economía. Me gustaría mencionar en especial al Gobierno, al Banco de Rusia, a los gobernadores regionales y a los equipos de gobiernos regionales y municipales. En estas condiciones tan duras, estáis cumpliendo con vuestras responsabilidades de manera admirable.

(…)

Reitero que los acontecimientos actuales representan un reto para todos nosotros. Estoy seguro de que saldremos adelante con dignidad. Trabajando con firmeza y unidos, apoyándonos mutuamente, superaremos todas las dificultades y saldremos aún más fuertes, como siempre ha ocurrido en los mil años de historia rusa. Así es como quiero que os planteéis esta tarea.

«Mil años de historia»

Al final del discurso, una referencia que encaja con otro de los ejes centrales de la narrativa de Vladímir Putin, la perspectiva histórica, auténtico pilar del edificio nacionalista construido en más de dos décadas de poder en Rusia.

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About Jose Alexis Correa Valencia

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